domingo, 25 de diciembre de 2011

Evangelio del Día

domingo 25 Diciembre 2011
Solemnidad de la Natividad del Señor: Misa del día

Natividad de Nuestro Señor



Leer el comentario del Evangelio por
Papa Benedicto XVI : «Yo te he engendrado hoy»

Lecturas

Isaías 52,7-10.


¡Qué hermosos son sobre las montañas los pasos del que trae la buena noticia, del que proclama la paz, del que anuncia la felicidad, del que proclama la salvación, y dice a Sión: "¡Tu Dios reina!".
¡Escucha! Tus centinelas levantan la voz, gritan todos juntos de alegría, porque ellos ven con sus propios ojos el regreso del Señor a Sión,
¡Prorrumpan en gritos de alegría, ruinas de Jerusalén, porque el Señor consuela a su Pueblo, él redime a Jerusalén!
El Señor desnuda su santo brazo a la vista de todas las naciones, verán la salvación de nuestro Dios.


Hebreos 1,1-6.


Después de haber hablado antiguamente a nuestros padres por medio de los Profetas, en muchas ocasiones y de diversas maneras,
ahora, en este tiempo final, Dios nos habló por medio de su Hijo, a quien constituyó heredero de todas las cosas y por quien hizo el mundo.
El es el resplandor de su gloria y la impronta de su ser. El sostiene el universo con su Palabra poderosa, y después de realizar la purificación de los pecados, se sentó a la derecha del trono de Dios en lo más alto del cielo.
Así llegó a ser tan superior a los ángeles, cuanto incomparablemente mayor que el de ellos es el Nombre que recibió en herencia.
¿Acaso dijo Dios alguna vez a un ángel: Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy? ¿Y de qué ángel dijo: Yo seré un padre para él y él será para mi un hijo?
Y al introducir a su Primogénito en el mundo, Dios dice: Que todos los ángeles de Dios lo adoren.


Juan 1,1-18.


Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios.
Al principio estaba junto a Dios.
Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe.
En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la percibieron.
Apareció un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan.
Vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él.
El no era la luz, sino el testigo de la luz.
La Palabra era la luz verdadera que, al venir a este mundo, ilumina a todo hombre.
Ella estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de ella, y el mundo no la conoció.
Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron.
Pero a todos los que la recibieron, a los que creen en su Nombre, les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios.
Ellos no nacieron de la sangre, ni por obra de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino que fueron engendrados por Dios.
Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos visto su gloria, la gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de él, al declarar: "Este es aquel del que yo dije: El que viene después de mí me ha precedido, porque existía antes que yo".
De su plenitud, todos nosotros hemos participado y hemos recibido gracia sobre gracia:
porque la Ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo.
Nadie ha visto jamás a Dios; el que lo ha revelado es el Hijo único, que está en el seno del Padre.


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por

Papa Benedicto XVI
Homilía del  25/12/05 (© Libreria Editrice Vaticana)

«Yo te he engendrado hoy»

"El Señor me ha dicho: Tu eres mi hijo, yo te he engendrado hoy". Con
estas palabras del Salmo segundo, la Iglesia inicia la Santa Misa de la
vigilia de Navidad, en la cual celebramos el nacimiento de nuestro Redentor
Jesucristo en el establo de Belén. En otro tiempo, este Salmo pertenecía al
ritual de la coronación del rey de Judá. El pueblo de Israel, a causa de su
elección, se sentía de modo particular hijo de Dios, adoptado por Dios.
Como el rey era la personificación de aquel pueblo, su entronización se
vivía como un acto solemne de adopción por parte de Dios, en el cual el rey
estaba en cierto modo implicado en el misterio mismo de Dios. En la
noche de Belén, estas palabras que de hecho eran más la expresión de una
esperanza que de una realidad presente, han adquirido un significado nuevo
e inesperado. El Niño en el pesebre es verdaderamente el Hijo de Dios. Dios
no es soledad eterna, sino un círculo de amor en el recíproco entregarse y
volverse a entregar. Él es Padre, Hijo y Espíritu Santo. Más aún, en
Jesucristo, el Hijo de Dios, Dios mismo se ha hecho hombre. El Padre le
dice: "Tu eres mi hijo". El eterno hoy de Dios ha descendido en el hoy
efímero del mundo, arrastrando nuestro hoy pasajero al hoy perenne de Dios.
Dios es tan grande que puede hacerse pequeño. Dios es tan potente que puede
hacerse inerme y venir a nuestro encuentro como niño indefenso, a fin de
que podamos amarlo. Es tan bueno que puede renunciar a su esplendor divino
y descender a un establo para que podamos encontrarlo y, de este modo, su
bondad nos toque, nos sea comunicada y continúe actuando a través de
nosotros. Esto es la Navidad: "Tu eres mi hijo, hoy yo te he engendrado".
Dios se ha hecho uno de nosotros, para que podamos estar con Él, llegar a
ser semejantes a Él. Ha elegido como signo suyo al Niño en el pesebre: Él
es así. De este modo aprendemos a conocerlo. Y sobre todo niño resplandece
algún destello de aquel hoy, de la cercanía de Dios que debemos amar y a la
cual hemos de someternos; sobre todo niño, también sobre el que aún no ha
nacido.




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domingo, 18 de diciembre de 2011

Cuarto domingo de Adviento

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EL EVANGELIO DEL DÍA

¡Un servicio de evangelización con dimensión universal!

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¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68

 

17 de diciembre del 2011

Queridos amigos,

Queridos suscriptores del Evangelio del Día:

Llegamos al cuarto domingo de Adviento, período que prepara Navidad. Dentro de una semana festejaremos Navidad.

Somos llamados a vivir la espera del advenimiento de Jesús en la esperanza y en una creciente alegría. Al mismo tiempo, con una actitud de vigilancia y meditación.

En efecto, desde el primer domingo, la Iglesia nos ha recordado la venida gloriosa de Jesús al final de los tiempos: conmemoramos la espera del pueblo de Dios, del que Juan Bautista, José y María serán los representantes elegidos. Pero vivimos también nuestro propio Adviento, esperando al Salvador, que vendrá a visitar a cada uno de nosotros.

 

Los otros tres domingos, Isaías nos ha invitado a la fidelidad, Juan Bautista a la conversión, María nos enseña la disponibilidad y José la confianza.

Podemos estar seguros, el Señor vendrá o, según el espíritu de la liturgia, ¡el Señor viene!

 

El Adviento ya era celebrado en el IVº siglo, antes mismo que la fiesta de Navidad fuera separada de la Epifanía.

Los celebrantes se revisten de violeta, el color de la penitencia, pero también de la sobriedad, de la pobreza de los que se preparan para una fiesta que colmará sus deseos.

 

El símbolo más conocido del Adviento es la corona, hecha con ramas verdes y decorada con bombitas y cintas. Rodea las cuatro velas que se iluminan sucesivamente una después de la otra, durante el Adviento. Sin embargo, la corona no es fruto de una muy larga tradición: parece que fue "inventada" por un pastor luterano en el  XIXº siglo. En todo caso, jalona nuestro camino y nos conduce, luz a luz, hasta la claridad radiosa de la noche de Navidad.

Un fraternal saludo.

El Equipo Hispano-hablante del Evangelio del Día

www.evangeliodeldia.org, un servicio EVANGELIZO


l’Evangile au Quotidien / El Evangelio del Día,

4 Quai Koch  - 67000 Strasbourg (Estrasburgo) - FRANCIA

Evangelio del Día

domingo 18 Diciembre 2011
IV Domingo de Adviento B

La Expectación del Parto



Leer el comentario del Evangelio por
San Bernardo : «No temas, María»

Lecturas

Samuel 2 7,1-5.8b-12.14a.16.


Cuando David se estableció en su casa y el Señor le dio paz, librándolo de todos sus enemigos de alrededor,
el rey dijo al profeta Natán: "Mira, yo habito en una casa de cedro, mientras el Arca de Dios está en una tienda de campaña".
Natán respondió al rey: "Ve a hacer todo lo que tienes pensado, porque el Señor está contigo".
Pero aquella misma noche, la palabra del Señor llegó a Natán en estos términos:
"Ve a decirle a mi servidor David: Así habla el Señor: ¿Eres tú el que me va a edificar una casa para que yo la habite?
Y ahora, esto es lo que le dirás a mi servidor David: Así habla el Señor de los ejércitos: Yo te saqué del campo de pastoreo, de detrás del rebaño, para que fueras el jefe de mi pueblo Israel.
Estuve contigo dondequiera que fuiste y exterminé a todos tus enemigos delante de ti. Yo haré que tu nombre sea tan grande como el de los grandes de la tierra.
Fijaré un lugar para mi pueblo Israel y lo plantaré para que tenga allí su morada. Ya no será perturbado, ni los malhechores seguirán oprimiéndolo como lo hacían antes,
desde el día en que establecí Jueces sobre mi pueblo Israel. Yo te he dado paz, librándote de todos tus enemigos. Y el Señor te ha anunciado que él mismo te hará una casa.
Sí, cuando hayas llegado al término de tus días y vayas a descansar con tus padres, yo elevaré después de ti a uno de tus descendientes, a uno que saldrá de tus entrañas, y afianzaré su realeza.
Seré un padre para él, y él será para mí un hijo. Si comete una falta, lo corregiré con varas y golpes, como lo hacen los hombres.
Tu casa y tu reino durarán eternamente delante de mí, y su trono será estable para siempre".


San Pablo a los Romanos 16,25-27.


¡Gloria a Dios, que tiene el poder de afianzarlos, según la Buena Noticia que yo anuncio, proclamando a Jesucristo, y revelando un misterio que fue guardado en secreto desde la eternidad
y que ahora se ha manifestado! Este es el misterio que, por medio de los escritos proféticos y según el designio del Dios eterno, fue dado a conocer a todas las naciones para llevarlas a la obediencia de la fe.
¡A Dios, el único sabio, por Jesucristo, sea la gloria eternamente! Amén.


Lucas 1,26-38.


En el sexto mes, el Angel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret,
a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María.
El Angel entró en su casa y la saludó, diciendo: "¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo".
Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo.
Pero el Angel le dijo: "No temas, María, porque Dios te ha favorecido.
Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús;
él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre,
reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin".
María dijo al Angel: "¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?".
El Angel le respondió: "El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios.
También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes,
porque no hay nada imposible para Dios".
María dijo entonces: "Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho". Y el Angel se alejó.


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por

San Bernardo (1091-1153), monje cisterciense y doctor de la Iglesia
Homilía 4 sobre «Missus est », §8-9

«No temas, María»

Oíste, Virgen, que concebirás y darás a luz a un hijo; oíste que no
era por obra de varón, sino por obra del Espíritu Santo. Mira que el ángel
aguarda tu respuesta, porque ya es tiempo que se vuelva al Señor que lo
envió. También nosotros, los condenados infelizmente a muerte por la divina
sentencia, esperamos, Señora, esta palabra de misericordia. Se pone entre
tus manos el precio de nuestra salvación; en seguida seremos librado si
consientes. Por la Palabra eterna de Dios fuimos todos creados, y a pesar
de eso morimos; mas por tu breve respuesta seremos ahora restablecidos para
ser llamados de nuevo a la vida... No tardes, Virgen María, da tu
respuesta. Señora Nuestra, pronuncia esta palabra que la tierra, los
abismos y los cielos esperan. Mira: el rey y señor del universo desea tu
belleza, desea no con menos ardor tu respuesta. Ha querido suspender a tu
respuesta la salvación del mundo. Has encontrado gracia ante de él con tu
silencio; ahora él prefiere tu palabra. El mismo, desde las alturas te
llama: «Levántate, amada mía, preciosa mía, ven...déjame oír tu voz» (Cant
2,13-14) Responde presto al ángel, o, por mejor decir, al Señor por medio
del ángel; responde una palabra y recibe al que es la Palabra; pronuncia tu
palabra y concibe la divina; emite una palabra fugaz y acoge en tu seno a
la Palabra eterna... Abre, Virgen dichosa, el corazón a la fe, los
labios al consentimiento, las castas entrañas al Criador. Mira que el
deseado de todas las gentes está llamando a tu puerta. Si te demoras en
abrirle, pasará adelante, y después volverás con dolor a buscar al amado de
tu alma. Levántate, corre, abre. Levántate por la fe, corre por la
devoción, abre por el consentimiento. «Aquí está la esclava del
Señor, -dice la Virgen- hágase en mí según tu palabra.» (Lc 1, 38)




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domingo, 11 de diciembre de 2011

Evangelio del Día

domingo 11 Diciembre 2011
III Domingo de Adviento "Gaudete" B

San Daniel de Maratha



Leer el comentario del Evangelio por
San Gregorio Magno : «Entre vosotros está uno que no conocéis: él viene detrás de mí»

Lecturas

Isaías 61,1-2a.10-11.


El espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido. El me envió a llevar la buena noticia a los pobres, a vendar los corazones heridos, a proclamar la liberación a los cautivos y la libertad a los prisioneros,
a proclamar un año de gracia del Señor, un día de venganza para nuestro Dios; a consolar a todos los que están de duelo,
Yo desbordo de alegría en el Señor, mi alma se regocija en mi Dios. Porque él me vistió con las vestiduras de la salvación y me envolvió con el manto de la justicia, como un esposo que se ajusta la diadema y como una esposa que se adorna con sus joyas.
Porque así como la tierra da sus brotes y un jardín hace germinar lo sembrado, así el Señor hará germinar la justicia y la alabanza ante todas las naciones.


San Pablo a los Tesalonicenses 1 5,16-24.


Estén siempre alegres.
Oren sin cesar.
Den gracias a Dios en toda ocasión: esto es lo que Dios quiere de todos ustedes, en Cristo Jesús.
No extingan la acción del Espíritu;
no desprecien las profecías;
examínenlo todo y quédense con lo bueno.
Cuídense del mal en todas sus formas.
Que el Dios de la paz los santifique plenamente, para que ustedes se conserven irreprochables en todo su ser - espíritu, alma y cuerpo - hasta la Venida de nuestro Señor Jesucristo.
El que los llama es fiel, y así lo hará.


Juan 1,6-8.19-28.


Apareció un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan.
Vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él.
El no era la luz, sino el testigo de la luz.
Este es el testimonio que dio Juan, cuando los judíos enviaron sacerdotes y levitas desde Jerusalén, para preguntarle: "¿Quién eres tú?".
El confesó y no lo ocultó, sino que dijo claramente: "Yo no soy el Mesías".
"¿Quién eres, entonces?", le preguntaron: "¿Eres Elías?". Juan dijo: "No". "¿Eres el Profeta?". "Tampoco", respondió.
Ellos insistieron: "¿Quién eres, para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?".
Y él les dijo: "Yo soy una voz que grita en el desierto: Allanen el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías".
Algunos de los enviados eran fariseos,
y volvieron a preguntarle: "¿Por qué bautizas, entonces, si tu no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?".
Juan respondió: "Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes hay alguien al que ustedes no conocen:
él viene después de mí, y yo no soy digno de desatar la correa de su sandalia".
Todo esto sucedió en Betania, al otro lado del Jordán, donde Juan bautizaba.


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por

San Gregorio Magno (v. 540-604), papa y doctor de la Iglesia
Homilías sobre el Evangelio, n° 7

«Entre vosotros está uno que no conocéis: él viene detrás de mí»

"Yo bautizo con agua, pero entre vosotros hay uno que no conocéis».
No está en espíritu, sino en el agua que Juan bautiza. Incapaz de perdonar
los pecados, lava con agua el cuerpo de los bautizados, pero no se lava el
espíritu para el perdón. Entonces, ¿por qué bautizar, si no se limpian los
pecados por su bautismo? ¿Por qué, si no permanecería en su papel de
precursor? Al igual que al nacer, precedió al Señor que iba a nacer,
también lo precedió, al bautizarse, el Señor que iba a ser bautizado.
Precursor de Cristo por su predicación, lo precedió también bautizando, el
que fue la imagen del sacramento que estaba por venir. Juan anunció
un misterio cuando dijo que Cristo estaba entre los hombres y que no lo
conocían, ya que el Señor, cuando se mostró en la carne se hizo visible en
su cuerpo e invisible en su majestad. Y Juan añade: "El que viene después
de mí se ha puesto delante mío" (Jn 1,15)...; explica las causas de la
superioridad de Cristo cuando dice: "Porque existía antes que yo", como si
dijera claramente: "Si va delante mío, aunque él nació después que yo, es
porque el tiempo de su nacimiento, no le pone límites. Nacido de una madre
en el tiempo, es engendrado por el Padre fuera del tiempo". Juan
muestra humilde respeto, continúa: "yo no soy digno de desatar la correa de
su sandalia." Era costumbre entre los antiguos, que si alguien se negaba a
casarse con una chica con la que estaba prometido, esta desataba la
sandalia de aquel que se volvía atrás. Pero Cristo ¿no se mostró como el
Esposo de la santa Iglesia? ... Pero debido a que los hombres pensaban que
Juan era el Mesías – cosa que el mismo Juan negaba - se declara indigno de
desatar la correa de su sandalia. Es como si dijera... "No me adjudico
incorrectamente el nombre del esposo" (cf. Jn 3,29).




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domingo, 4 de diciembre de 2011

Evangelio del Día

domingo 04 Diciembre 2011
II Domingo de Adviento B

Santa Barbara



Leer el comentario del Evangelio por
Homilía atribuida a san Gregorio Taumaturgo : «No soy digno de desatarle las sandalias»

Lecturas

Isaías 40,1-5.9-11.


¡Consuelen, consuelen a mi Pueblo, dice su Dios!
Hablen al corazón de Jerusalén y anúncienle que su tiempo de servicio se ha cumplido, que su culpa está paga, que ha recibido de la mano del Señor doble castigo por todos sus pecados.
Una voz proclama: ¡Preparen en el desierto el camino del Señor, tracen en la estepa un sendero para nuestro Dios!
¡Que se rellenen todos los valles y se aplanen todas las montañas y colinas; que las quebradas se conviertan en llanuras y los terrenos escarpados, en planicies!
Entonces se revelará la gloria del Señor y todos los hombres la verán juntamente, porque ha hablado la boca del Señor.
Súbete a una montaña elevada, tú que llevas la buena noticia a Sión; levanta con fuerza tu voz, tú que llevas la buena noticia a Jerusalén. Levántala sin temor, di a las ciudades de Judá: "¡Aquí está su Dios!".
Ya llega el Señor con poder y su brazo le asegura el dominio: el premio de su victoria lo acompaña y su recompensa lo precede.
Como un pastor, él apacienta su rebaño, lo reúne con su brazo; lleva sobre su pecho a los corderos y guía con cuidado a las que han dado a luz.


San Pedro 2 3,8-14.


Pero ustedes, queridos hermanos, no deben ignorar que, delante del Señor, un día es como mil años y mil años como un día.
El señor no tarda en cumplir lo que ha prometido, como algunos se imaginan, sino que tiene paciencia con ustedes porque no quiere que nadie perezca, sino que todos se conviertan.
Sin embargo, el Día del Señor, llegará como un ladrón, y ese día, los cielos desaparecerán estrepitosamente; los elementos serán desintegrados por el fuego, y la tierra, con todo lo que hay en ella, será consumida.
Ya que todas las cosas se desintegrarán de esa manera, ¡qué santa y piadosa debe ser la conducta de ustedes,
esperando y acelerando la venida del Día del Señor! Entonces se consumirán los cielos y los elementos quedarán fundidos por el fuego.
Pero nosotros, de acuerdo con la promesa del Señor, esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva donde habitará la justicia.
Por eso, queridos hermanos, mientras esperan esto, procuren vivir de tal manera que él los encuentre en paz, sin mancha ni reproche.


Marcos 1,1-8.


Comienzo de la Buena Noticia de Jesús, Mesías, Hijo de Dios.
Como está escrito en el libro del profeta Isaías: Mira, yo envío a mi mensajero delante de ti para prepararte el camino.
Una voz grita en el desierto: Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos,
así se presentó Juan el Bautista en el desierto, proclamando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados.
Toda la gente de Judea y todos los habitantes de Jerusalén acudían a él, y se hacían bautizar en las aguas del Jordán, confesando sus pecados.
Juan estaba vestido con una piel de camello y un cinturón de cuero, y se alimentaba con langostas y miel silvestre. Y predicaba, diciendo:
"Detrás de mí vendrá el que es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de ponerme a sus pies para desatar la correa de sus sandalias.
Yo los he bautizado a ustedes con agua, pero él los bautizará con el Espíritu Santo".


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por

Homilía atribuida a san Gregorio Taumaturgo (v. 213 – v. 270), obispo
Homilía sobre la santa Teofanía, 4; PG 10, 1181

«No soy digno de desatarle las sandalias»

[Jesús fue a Juan para que lo bautizara. Juan dijo: ¡soy yo quien
tengo que ser bautizado por ti! (Mt 3,3.14).] En tu presencia, Señor, no me
puedo callar, porque «yo soy la voz, y la voz del que clama en el desierto:
preparad el camino del Señor. Soy yo el que necesita que tú me bautices, ¿y
tú vienes a mí?» (Mt 3,3.14). En el principio existía el Verbo, y el
Verbo estaba junto a Dios y el Verbo era Dios (Juan 1,1) ; eres el reflejo
resplandeciente de la gloria del Padre, la expresión perfecta del Padre(He
1,3); eres la verdadera luz que ilumina el mundo(Jn 1,9); tú que aunque
estabas en el mundo, viniste donde ya estabas; tú que te hiciste carne,
pero que habitas en nosotros(Jn 1,14; 14,23) y que te mostraste a tus
siervos en condición de siervo(Fil 2,7); tú que uniste la tierra y el cielo
con tu santo nombre como puente; ¿Eres tú quien vienes a mi?¿Tú que eres
tan poderoso en comparación a mi pobreza? El rey hacia el servidor, el
Señor hacia el servidor... "Yo sé cuál es el abismo entre la tierra
y el Creador». Cuál la diferencia entre el barro de la tierra y el que la
ha modelado (Gen 2,7). Yo sé que tú eres el sol de justicia mayor que yo,
que soy la lámpara de tu gracia (Mt 3,20 y Jn 5,35). Y mientras estás
cubierto por la nube de tu cuerpo puro, yo, sin embargo, reconozco mi
condición de siervo, que proclama tu gloria. "Yo no soy digno de desatar la
correa de tus sandalias." ¿Y cómo me atrevo a tocar tu cabeza? Cómo
extenderé la mano sobre ti, »que has extendido los cielos como una tienda
de campaña" y que has afianzado «las aguas sobre la tierra" (Salmo 103,2,
135,6) ... ¿Qué oración voy a hacer sobre ti, que acoges las oraciones de
aquellos que te ignoran?




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domingo, 27 de noviembre de 2011

Evangelio del Día

domingo 27 Noviembre 2011
I Domingo de Adviento B

Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa



Leer el comentario del Evangelio por
San Elredo de Rievaulx : La venida del Señor

Lecturas

Isaías 63,16b-17.19b.64,2b-7.


Porque tú eres nuestro padre, porque Abraham no nos conoce ni Israel se acuerda de nosotros. ¡Tú, Señor, eres nuestro padre, "nuestro Redentor" es tu Nombre desde siempre!
¿Por qué, Señor, nos desvías de tus caminos y endureces nuestros corazones para que dejen de temerte? ¡Vuelve, por amor a tus servidores y a las tribus de tu herencia!
¡Desde hace mucho tiempo, tú no nos gobiernas, y ya no somos llamados por tu Nombre! ¡Si rasgaras el cielo y descendieras, las montañas se disolverían delante de ti,
Cuando hiciste portentos inesperados,
que nadie había escuchado jamás, ningún oído oyó, ningún ojo vio a otro Dios, fuera de ti, que hiciera tales cosas por los que esperan en él.
Tú vas al encuentro de los que practican la justicia y se acuerdan de tus caminos. Tú estás irritado, y nosotros hemos pecado, desde siempre fuimos rebeldes contra ti.
Nos hemos convertido en una cosa impura, toda nuestra justicia es como un trapo sucio. Nos hemos marchitado como el follaje y nuestras culpas nos arrastran como el viento.
No hay nadie que invoque tu Nombre, nadie que despierte para aferrarse a ti, porque tú nos ocultaste tu rostro y nos pusiste a merced de nuestras culpas.
Pero tú, Señor, eres nuestro padre, nosotros somos la arcilla, y tu, nuestro alfarero: ¡todos somos la obra de tus manos!


1 Corintios 1,3-9.


Llegue a ustedes la gracia y la paz que proceden de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo.
No dejo de dar gracias a Dios por ustedes, por la gracia que él les ha concedido en Cristo Jesús.
En efecto, ustedes han sido colmados en él con toda clase de riquezas, las de la palabra y las del conocimiento,
en la medida que el testimonio de Cristo se arraigó en ustedes.
Por eso, mientras esperan la Revelación de nuestro Señor Jesucristo, no les falta ningún don de la gracia.
El los mantendrá firmes hasta el fin, para que sean irreprochables en el día de la Venida de nuestro Señor Jesucristo.
Porque Dios es fiel, y él los llamó a vivir en comunión con su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.


Marcos 13,33-37.


Tengan cuidado y estén prevenidos, porque no saben cuándo llegará el momento.
Será como un hombre que se va de viaje, deja su casa al cuidado de sus servidores, asigna a cada uno su tarea, y recomienda al portero que permanezca en vela.
Estén prevenidos, entonces, porque no saben cuándo llegará el dueño de casa, si al atardecer, a medianoche, al canto del gallo o por la mañana.
No sea que llegue de improviso y los encuentre dormidos.
Y esto que les digo a ustedes, lo digo a todos: ¡Estén prevenidos!".


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por

San Elredo de Rievaulx (1110-1167), monje cisterciense
Sermón para Adviento

La venida del Señor

Ha llegado para nosotros, queridos hermanos, el momento en que
debemos "cantar la bondad y la justicia del Señor" (Sal 100,1). Se trata de
la venida del Señor, la venida del Maestro de todo el que viene y que
vendrá (Ap 1,8). Pero, ¿cómo y de dónde va a venir, cómo y de dónde viene?
¿No había dicho: "¿no lleno el cielo y la tierra? "(Jer 23,24) ¿Cómo viene,
entonces, del cielo a la tierra, si es él quien llena el cielo y la tierra?
Escucha el Evangelio: "Estaba en el mundo y el mundo fue hecho por él y el
mundo no lo conoció" (Jn 1:10). Él está presente y ausente al mismo tiempo:
presente, porque estaba en el mundo; ausente, porque el mundo no lo había
conocido... ¿Cómo no iba a estar lejos, si no fue reconocido, ni creído, ni
temido, ni amado? ...Viene para que le conozcamos, aquel que no fue
reconocido; para que le creamos, aquel en que no creímos; para que le
temamos, aquel que no fue temido; para que le amemos, aquel que no fue
querido. El que estuvo presente en su naturaleza, viene en su
misericordia... Pensad en Dios y ver lo que significa para él dejar tanto
poder, cómo se humilla tan gran potencia, cómo se debilita tanta fuerza, y
cómo se hace irracional tanta sabiduría. ¿Era, acaso, un deber de justicia
para con los hombres? ¡Por supuesto que no! ... En verdad, Señor, no
es mi justicia, sino tu misericordia, la que te ha guiado; no es tu
pobreza, sino mi necesidad. En efecto, tú has dicho: "La misericordia se
construye en el cielo" (Sal 88,3). Así es, ya que la pobreza abundaba en la
tierra. Y es por eso que "Yo cantaré para ti, Señor, la misericordia" que
has demostrado con tu venida... Cuando se mostró humilde en su humanidad,
poderoso en sus milagros, fuerte contra la tiranía de los demonios, suave
en la acogida de los pecadores, todo esto proviene de su misericordia, todo
esto proviene de sus entrañas bondadosas. Por eso, "Cantaré, Señor, tu
misericordia" que has demostrado desde tu primera venida. Y con razón,
porque "la tierra está llena de la misericordia del Señor" (Salmo 118,64).




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domingo, 20 de noviembre de 2011

Evangelio del Día

domingo 20 Noviembre 2011
Jesucristo, Rey del Universo - Solemnidad

San Rafael de San José ( José Kalinowski)



Leer el comentario del Evangelio por
San Hilario : Heredad el Reino preparado para vosotros, antes de la creación del mundo

Lecturas

Ezequiel 34,11-12.15-17.


Porque así habla el Señor: ¡Aquí estoy yo! Yo mismo voy a buscar mi rebaño y me ocuparé de él.
Como el pastor se ocupa de su rebaño cuando está en medio de sus ovejas dispersas, así me ocuparé de mis ovejas y las libraré de todos los lugares donde se habían dispersado, en un día de nubes y tinieblas.
Yo mismo apacentaré a mis ovejas y las llevaré a descansar -oráculo del Señor-.
Buscaré a la oveja perdida, haré volver a la descarriada, vendaré a la herida y curaré a la enferma, pero exterminaré a la que está gorda y robusta. Yo las apacentaré con justicia.
En cuanto a ustedes, ovejas de mi rebaño, así habla el Señor: Yo voy a juzgar entre oveja y oveja, entre carneros y chivos.


1 Corintios 15,20-26.28.


Pero no, Cristo resucitó de entre los muertos, el primero de todos.
Porque la muerte vino al mundo por medio de un hombre, y también por medio de un hombre viene la resurrección.
En efecto, así como todos mueren en Adán, así también todos revivirán en Cristo,
cada uno según el orden que le corresponde: Cristo, el primero de todos, luego, aquellos que estén unidos a él en el momento de su Venida.
En seguida vendrá el fin, cuando Cristo entregue el Reino a Dios, el Padre, después de haber aniquilado todo Principado, Dominio y Poder.
Porque es necesario que Cristo reine hasta que ponga a todos los enemigos debajo de sus pies.
El último enemigo que será vencido es la muerte,
Y cuando el universo entero le sea sometido, el mismo Hijo se someterá también a aquel que le sometió todas las cosas, a fin de que Dios sea todo en todos.


Mateo 25,31-46.


Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos los ángeles, se sentará en su trono glorioso.
Todas las naciones serán reunidas en su presencia, y él separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos,
y pondrá a aquellas a su derecha y a estos a su izquierda.
Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha: 'Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo,
porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron;
desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver'.
Los justos le responderán: 'Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber?
¿Cuándo te vimos de paso, y te alojamos; desnudo, y te vestimos?
¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?'.
Y el Rey les responderá: 'Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo'.
Luego dirá a los de su izquierda: 'Aléjense de mí, malditos; vayan al fuego eterno que fue preparado para el demonio y sus ángeles,
porque tuve hambre, y ustedes no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber;
estaba de paso, y no me alojaron; desnudo, y no me vistieron; enfermo y preso, y no me visitaron'.
Estos, a su vez, le preguntarán: 'Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, de paso o desnudo, enfermo o preso, y no te hemos socorrido?'.
Y él les responderá: 'Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron conmigo'.
Estos irán al castigo eterno, y los justos a la Vida eterna".


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por

San Hilario (v. 315-367), obispo de Poitiers y doctor de la Iglesia
La Trinidad, 11, 38-39

Heredad el Reino preparado para vosotros, antes de la creación del mundo

«Cristo devolverá el Reino a su Padre" dice san Pablo (1Co 15,28),
no en el sentido, de que renunciará a su poder al entregarle su Reino, sino
que seremos nosotros el Reino de Dios, cuando seamos conformes a su
gloria... será a nosotros a quién nos devolverá a Dios, después de habernos
constituido «Reino de Dios" para glorificación de su cuerpo. Somos nosotros
a los que entregará al Padre, como Reino, según lo que se dice en el
Evangelio: «Venid, benditos de mi Padre, tomad posesión del Reino que os ha
sido preparado desde la creación del mundo». «Los justos brillarán
como el sol en el Reino de su Padre » (Mt 13,43). Porque el Hijo entregará
a Dios, como su Reino, a aquellos que han sido invitados, a aquellos a
quienes se les ha prometido la bienaventuranza propia de este misterio con
estas palabras: "Bienaventurados los límpios de corazón, porque ellos verán
Dios" (Mt 5,8)... Cristo entrega a Dios el Reino, y también a aquellos que
entrega a su Padre como estando en su Reino ven Dios. El Señor mismo
declaró a sus apóstoles, en qué consiste dicho Reino: »El Reino de Dios
está dentro de vosotros" (Lc 17,21). Y si alguno desea saber, quién
es el que entrega el Reino, que escuche: «Cristo ha resucitado de entre los
muertos, y es primicia de los que han muerto. Si por un hombre vino la
muerte, por un hombre vino la resurrección» (1Co 15,20-21). Todo esto se
refiere al misterio de su Cuerpo, ya que Cristo es el primer resucitado de
entre los muertos... Por consiguiente, todo esto, es para el progreso de la
humanidad asumida por Cristo ya que "Dios será todo en todos «(1Co 15,28).




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domingo, 13 de noviembre de 2011

Evangelio del Día

domingo 13 Noviembre 2011
XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario A

San Estanilao de Kostka



Leer el comentario del Evangelio por
Beata Teresa de Calcuta : «Has sido fiel en lo poco...; entra al banquete de tu Señor»

Lecturas

Proverbios 31,10-13.19-20.30-31.


Una buena ama de casa, ¿quién la encontrará? Es mucho más valiosa que las perlas. Bet
El corazón de su marido confía en ella y no le faltará compensación. Guímel
Ella le hace el bien, y nunca el mal, todos los días de su vida. Dálet
Se procura la lana y el lino, y trabaja de buena gana con sus manos. He
Aplica sus manos a la rueca y sus dedos manejan el huso. Caf
Abre su mano al desvalido y tiende sus brazos al indigente. Lámed
Engañoso es el encanto y vana la hermosura: la mujer que teme al Señor merece ser alabada. Tau
Entréguenle el fruto de sus manos y que sus obras la alaben públicamente.


San Pablo a los Tesalonicenses 1 5,1-6.


Hermanos, en cuanto al tiempo y al momento, no es necesario que les escriba.
Ustedes saben perfectamente que el Día del Señor vendrá como un ladrón en plena noche.
Cuando la gente afirme que hay paz y seguridad, la destrucción caerá sobre ellos repentinamente, como los dolores de parto sobre una mujer embarazada, y nadie podrá escapar.
Pero ustedes, hermanos, no viven en las tinieblas para que ese Día los sorprenda como un ladrón:
todos ustedes son hijos de la luz, hijos del día. Nosotros no pertenecemos a la noche ni a las tinieblas.
No nos durmamos, entonces, como hacen los otros: permanezcamos despiertos y seamos sobrios.


Mateo 25,14-30.


El Reino de los Cielos es también como un hombre que, al salir de viaje, llamó a sus servidores y les confió sus bienes.
A uno le dio cinco talentos, a otro dos, y uno solo a un tercero, a cada uno según su capacidad; y después partió. En seguida,
el que había recibido cinco talentos, fue a negociar con ellos y ganó otros cinco.
De la misma manera, el que recibió dos, ganó otros dos,
pero el que recibió uno solo, hizo un pozo y enterró el dinero de su señor.
Después de un largo tiempo, llegó el señor y arregló las cuentas con sus servidores.
El que había recibido los cinco talentos se adelantó y le presentó otros cinco. 'Señor, le dijo, me has confiado cinco talentos: aquí están los otros cinco que he ganado'.
'Está bien, servidor bueno y fiel, le dijo su señor, ya que respondiste fielmente en lo poco, te encargaré de mucho más: entra a participar del gozo de tu señor'.
Llegó luego el que había recibido dos talentos y le dijo: 'Señor, me has confiado dos talentos: aquí están los otros dos que he ganado'.
'Está bien, servidor bueno y fiel, ya que respondiste fielmente en lo poco, te encargaré de mucho más: entra a participar del gozo de tu señor'.
Llegó luego el que había recibido un solo talento. 'Señor, le dijo, sé que eres un hombre exigente: cosechas donde no has sembrado y recoges donde no has esparcido.
Por eso tuve miedo y fui a enterrar tu talento: ¡aquí tienes lo tuyo!'.
Pero el señor le respondió: 'Servidor malo y perezoso, si sabías que cosecho donde no he sembrado y recojo donde no he esparcido,
tendrías que haber colocado el dinero en el banco, y así, a mi regreso, lo hubiera recuperado con intereses.
Quítenle el talento para dárselo al que tiene diez,
porque a quien tiene, se le dará y tendrá de más, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene.
Echen afuera, a las tinieblas, a este servidor inútil; allí habrá llanto y rechinar de dientes'.


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por

Beata Teresa de Calcuta (1910-1997), fundadora de las Hermanas Misioneras de la Caridad
La oración, frescor de una fuente, con el Hno. Roger

«Has sido fiel en lo poco...; entra al banquete de tu Señor»

«Tengo siempre presente al Señor, con Él a mi derecha, no vacilaré»
(Sal. 15,8). Si algo me pide Jesús, es que me apoye en Él, que confíe sólo
en Él, que me abandone a Él sin reserva... No debemos intentar controlar
las acciones de Dios. No debemos contar las etapas del viaje por las que
nos quiere llevar. Incluso si me siento como un barco a la deriva, me
entrego totalmente a Él. Cuando esto parece difícil, acuérdate de
que no estamos llamados a tener éxito, pero sí a ser fieles. La fidelidad
es importante, incluso en las pequeñas cosas, no por la cosa en sí, lo que
en sí sería de un espíritu mezquino, la grandeza está en hacer la voluntad
de Dios. San Agustín dijo:»Las pequeñas cosas siguen siendo pequeñas, pero
ser fiel en las pequeñas cosas es una gran cosa. ¿Acaso nuestro Señor no es
el mismo, con un pequeño que con un poderoso?» ( Mt 25,40)




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domingo, 6 de noviembre de 2011

Evangelio del Día

domingo 06 Noviembre 2011
XXXII Domingo del Tiempo Ordinario A

San Leonardo de Noblac (o de Limoges)



Leer el comentario del Evangelio por
Santa Gertrudis de Helfta : «¡Qué llega el esposo! salid a recibirlo!»

Lecturas

Sabiduría 6,12-16.


La Sabiduría es luminosa y nunca pierde su brillo: se deja contemplar fácilmente por los que la aman y encontrar por los que la buscan.
Ella se anticipa a darse a conocer a los que la desean.
El que madruga para buscarla no se fatigará, porque la encontrará sentada a su puerta.
Meditar en ella es la perfección de la prudencia, y el que se desvela por su causa pronto quedará libre de inquietudes.
La Sabiduría busca por todas partes a los que son dignos de ella, se les aparece con benevolencia en los caminos y les sale al encuentro en todos sus pensamientos.


San Pablo a los Tesalonicenses 1 4,13-18.


No queremos, hermanos, que vivan en la ignorancia acerca de los que ya han muerto, para que no estén tristes como los otros, que no tienen esperanza.
Porque nosotros creemos que Jesús murió y resucitó: de la misma manera, Dios llevará con Jesús a los que murieron con él.
Queremos decirles algo, fundados en la Palabra del Señor: los que vivamos, los que quedemos cuando venga el Señor, no precederemos a los que hayan muerto.
Porque a la señal dada por la voz del Arcángel y al toque de la trompeta de Dios, el mismo Señor descenderá del cielo. Entonces, primero resucitarán los que murieron en Cristo.
Después nosotros, los que aún vivamos, los que quedemos, seremos llevados con ellos al cielo, sobre las nubes, al encuentro de Cristo, y así permaneceremos con el Señor para siempre.
Consuélense mutuamente con estos pensamientos.


Mateo 25,1-13.


Por eso, el Reino de los Cielos será semejante a diez jóvenes que fueron con sus lámparas al encuentro del esposo.
Cinco de ellas eran necias y cinco, prudentes.
Las necias tomaron sus lámparas, pero sin proveerse de aceite,
mientras que las prudentes tomaron sus lámparas y también llenaron de aceite sus frascos.
Como el esposo se hacía esperar, les entró sueño a todas y se quedaron dormidas.
Pero a medianoche se oyó un grito: 'Ya viene el esposo, salgan a su encuentro'.
Entonces las jóvenes se despertaron y prepararon sus lámparas.
Las necias dijeron a las prudentes: '¿Podrían darnos un poco de aceite, porque nuestras lámparas se apagan?'.
Pero estas les respondieron: 'No va a alcanzar para todas. Es mejor que vayan a comprarlo al mercado'.
Mientras tanto, llegó el esposo: las que estaban preparadas entraron con él en la sala nupcial y se cerró la puerta.
Después llegaron las otras jóvenes y dijeron: 'Señor, señor, ábrenos',
pero él respondió: 'Les aseguro que no las conozco'.
Estén prevenidos, porque no saben el día ni la hora.


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por

Santa Gertrudis de Helfta (1256-1301), monja benedictina
Ejercicios, n° 5; SC 127

«¡Qué llega el esposo! salid a recibirlo!»

Mi Dios, mi dulce Noche, cuando me llegue la noche de esta vida,
hazme dormir dulcemente en ti, y experimentar el feliz descanso que has
preparado para aquellos que tú amas. Que la mirada tranquila y graciosa de
tu amor, organice y disponga con bondad, los preparativos para mi boda. Con
la abundancia de tu amor, cubre... la pobreza de mi vida indigna; que mi
alma habite en las delicias de tu amor, con una profunda confianza.
¡Oh amor, eres para mi una noche hermosa, que mi alma diga con gozo y
alegría a mi cuerpo un dulce adiós, y que mi espíritu, volviendo al Señor
que me lo dio, descanse en paz bajo tu sombra. Entonces me dirás
claramente... "Que viene el Esposo: sal ahora y únete a él íntimamente,
para que te regocijes en la gloria de su rostro" ... ¿Cuándo, cuándo
te me mostrarás, para que te vea y dibuje en mi, con deleite, esta fuente
de vida que tú eres, Dios mío? (Isaías 12,3) Entonces beberé, me embriagaré
en la abundante dulzura de esta fuente de vida de donde brotan las delicias
de aquel que mi alma desea (Sal 41,3) ¡Oh, dulce rostro, ¿cuándo me
colmarás de ti? Así entraré en el admirable santuario, hasta la visión de
Dios (Sal 41,5); no estoy más que a la entrada, y mi corazón gime por la
larga duración de mi exilio. ¿Cuándo me llenarás de alegría en tu rostro
dulce? (Salmo 15,11) Entonces contemplaré y abrazaré al verdadero Esposo de
mi alma, mi Jesús... Entonces conoceré como soy conocida (1 Corintios
13,12), amaré como soy amada; entonces te veré, Dios mío, tal como eres (1
Jn ,:2), en tu visión, tu felicidad y tu posesión bienaventurada por los
siglos.




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domingo, 30 de octubre de 2011

Evangelio del Día

domingo 30 Octubre 2011
XXXI Domingo del Tiempo Ordinario A

San Alonso Rodriguez,  Sor Haydée Ramos



Leer el comentario del Evangelio por
San Pascasio Radbert : «Si yo, que soy el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, vosotros debéis hacer lo mismo unos con otros.» (Jn 13,14)

Lecturas

Malaquías 1,14b.2,1-2b.8-10.


¡Maldito sea el tramposo que tiene un animal macho en su rebaño, lo ofrece en voto y después sacrifica al Señor uno mutilado! Porque yo soy un gran Rey, dice el Señor de los ejércitos, y mi Nombre es temible entre las naciones.
¡Y ahora, para ustedes es esta advertencia, sacerdotes!
Si no escuchan y no se deciden a dar gloria a mi Nombre, dice el Señor de los ejércitos, yo enviaré sobre ustedes la maldición y maldeciré sus bendiciones; ya las he maldecido, porque ustedes no se deciden a hacer eso.
Pero ustedes se han desviado del camino, han hecho tropezar a muchos con su doctrina, han pervertido la alianza con Leví, dice el Señor de los ejércitos.
Por eso yo los he hecho despreciables y viles para todo el pueblo, porque ustedes no siguen mis caminos y hacen acepción de personas al aplicar la Ley.
¿No tenemos todos un solo Padre? ¿No nos ha creado un solo Dios? ¿Por qué nos traicionamos unos a otros, profanando así la alianza de nuestros padres?


San Pablo a los Tesalonicenses 1 2,7b-9.13.


si bien, como Apóstoles de Cristo, teníamos el derecho de hacernos valer. Al contrario, fuimos tan condescendientes con ustedes, como una madre que alimenta y cuida a sus hijos.
Sentíamos por ustedes tanto afecto, que deseábamos entregarles, no solamente la Buena Noticia de Dios, sino también nuestra propia vida: tan queridos llegaron a sernos.
Recuerden, hermanos, nuestro trabajo y nuestra fatiga cuando les predicamos la Buena Noticia de Dios, trabajábamos día y noche para no serles una carga.
Nosotros, por nuestra parte, no cesamos de dar gracias a Dios, porque cuando recibieron la Palabra que les predicamos, ustedes la aceptaron no como palabra humana, sino como lo que es realmente, como Palabra de Dios, que actúa en ustedes, los que creen.


Mateo 23,1-12.


"Los escribas y fariseos ocupan la cátedra de Moisés;
ustedes hagan y cumplan todo lo que ellos les digan, pero no se guíen por sus obras, porque no hacen lo que dicen.
Atan pesadas cargas y las ponen sobre los hombros de los demás, mientras que ellos no quieren moverlas ni siquiera con el dedo.
Todo lo hacen para que los vean: agrandan las filacterias y alargan los flecos de sus mantos;
les gusta ocupar los primeros puestos en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas,
ser saludados en las plazas y oírse llamar 'mi maestro' por la gente.
En cuanto a ustedes, no se hagan llamar 'maestro', porque no tienen más que un Maestro y todos ustedes son hermanos.
A nadie en el mundo llamen 'padre', porque no tienen sino uno, el Padre celestial.
No se dejen llamar tampoco 'doctores', porque sólo tienen un Doctor, que es el Mesías.
Que el más grande de entre ustedes se haga servidor de los otros,
porque el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado".


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por

San Pascasio Radbert (hacia 849) monje benedictino
Comentario al evangelio de Mateo, 10,23

«Si yo, que soy el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, vosotros debéis hacer lo mismo unos con otros.» (Jn 13,14)

«Quien se humilla será ensalzado» (Lc 14,11) Cristo no sólo encargó
a los discípulos no dejarse llamar maestros y no querer ocupar los primeros
puestos en los banquetes ni aspirar a otros honores, sino que él mismo dio
en su persona el ejemplo y es modelo de toda humildad. Aunque el nombre de
Maestro no le corresponde por complacencia sino por derecho de naturaleza,
porque «todo subsiste en él y para él» (Col 1,17) por su encarnación nos ha
comunicado una enseñanza que nos conduce a todos a la verdadera vida y,
porque él es mayor que nosotros, nos ha «reconciliado con Dios» (Rm 5,10).
Tal como nos dijo: «No aspiréis a honores, no dejéis que os llamen
maestros» también dijo «yo no vivo preocupado por mi honor. Hay uno que se
preocupa de eso» (Jn 8,50). Fijad vuestra mirada en mí, «el Hijo del hombre
no ha venido a ser servido, sino a servir y dar su vida en rescate por
todos.» (Mt 20,28) Ciertamente, en este pasaje del evangelio, el
Señor instruye no sólo a los discípulos sino también a los jefes de la
Iglesia, encargándoles que no se dejen arrastrar por la avidez de los
honores. Al contrario, que «el que quiera ser grande entre vosotros», sea
el primero en hacerse siervo de todos, como él. (cf Mt 20, 26-27)




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domingo, 23 de octubre de 2011

Evangelio del Día

domingo 23 Octubre 2011
XXX Domingo del Tiempo Ordinario A

San Juan Capistrano,  San Alberto Hurtado Cruchaga,  San Luigi Guanella



Leer el comentario del Evangelio por
San Roberto Bellarmino : ¿Cuál es el gran mandamiento?

Lecturas

Exodo 22,20-26.


No maltratarás al extranjero ni lo oprimirás, porque ustedes fueron extranjeros en Egipto.
No harás daño a la viuda ni al huérfano.
Si les haces daño y ellos me piden auxilio, yo escucharé su clamor.
Entonces arderá mi ira, y yo los mataré a ustedes con la espada; sus mujeres quedará viudas, y sus hijos huérfanos.
Si prestas dinero a un miembro de mi pueblo, al pobre que vive a tu lado, no te comportarás con él como un usurero, no le exigirás interés.
Si tomas en prenda el manto de tu prójimo, devuélveselo antes que se ponga el sol,
porque ese es su único abrigo y el vestido de su cuerpo. De lo contrario, ¿con qué dormirá? Y si él me invoca, yo lo escucharé, porque soy compasivo.


San Pablo a los Tesalonicenses 1 1,5c-10.


Porque la Buena Noticia que les hemos anunciado llegó hasta ustedes, no solamente con palabras, sino acompañada de poder, de la acción del Espíritu Santo y de toda clase de dones. Ya saben cómo procedimos cuando estuvimos allí al servicio de ustedes.
Y ustedes, a su vez, imitaron nuestro ejemplo y el del Señor, recibiendo la Palabra en medio de muchas dificultades, con la alegría que da el Espíritu Santo.
Así llegaron a ser un modelo para todos los creyentes de Macedonia y Acaya.
En efecto, de allí partió la Palabra del Señor, que no sólo resonó en Macedonia y Acaya: en todas partes se ha difundido la fe que ustedes tienen en Dios, de manera que no es necesario hablar de esto.
Ellos mismos cuentan cómo ustedes me han recibido y cómo se convirtieron a Dios, abandonando los ídolos para servir al Dios vivo y verdadero,
y esperar a su Hijo, que vendrá desde el cielo: Jesús, a quien él resucitó y que nos libra de la ira venidera.


Mateo 22,34-40.


Cuando los fariseos se enteraron de que Jesús había hecho callar a los saduceos, se reunieron en ese lugar,
y uno de ellos, que era doctor de la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba:
"Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la Ley?".
Jesús le respondió: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu.
Este es el más grande y el primer mandamiento.
El segundo es semejante al primero: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas".


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por

San Roberto Bellarmino (1542-1621), jesuita, obispo y doctor de la Iglesia
Tratado sobre la ascensión de la mente hacia Dios, Grado 1: Opera omnia 6 (trad. breviario 17/09 – edición de 1862, 214)

¿Cuál es el gran mandamiento?

¿Qué es, Señor, lo que mandas a tus siervos? "Cargad, nos dices, con
mi yugo". ¿Y cómo es este yugo tuyo? "Mi yugo, añades, es llevadero y mi
carga, ligera". ¿Quién, no llevará de buena gana, un yugo que no oprime,
sino que anima; una carga que no pesa, sino que reconforta? Con razón
añades: " y encontraréis vuestro descanso" (Mt 11,29). ¿Y cuál es este yugo
tuyo, que no fatiga sino que da reposo? Por supuesto aquel mandamiento, el
primero y el más grande: "Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón".
¿Qué más fácil, más agradable, más dulce que amar la bondad, la belleza y
el amor, todo lo cual eres tú, Señor Dios mío? ¿Acaso no prometes
además un premio, a los que guardan tus mandamientos "más preciosos que el
oro y más dulce que la miel del panal"? (Sal. 18,11) Por cierto que sí, y
un premio grandioso, como dice tu apóstol Santiago: "El Señor preparó la
corona de vida para aquellos que lo aman" (1,12)... Y así dice san Pablo,
inspirándose en el profeta Isaías: " Ni el ojo vió, ni el oído oyó, ni el
hombre puede pensar lo que Dios ha preparado para los que lo aman " (1Co
2,9) En verdad, es muy grande el premio que proporciona la observancia
de tus mandamientos. Y no sólo aquel mandamiento, el primero y el más
grande es provechoso para el hombre que lo cumple, no para Dios que lo
impone, sino que también los demás mandamientos de Dios, perfeccionan al
que los cumple, lo embellecen, lo instruyen, lo ilustran, lo hacen en
definitiva bueno y feliz. Por esto, si juzgas rectamente, comprenderás que
has sido creado para la gloria de Dios y para tu eterna salvación,
comprenderás que éste es tu fin, que éste es el objetivo de tu alma, el
tesoro de tu corazón. Si llegas a este fin, serás dichoso, si no lo
alcanzas, eres un desdichado.




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domingo, 16 de octubre de 2011

Evangelio del Día

domingo 16 Octubre 2011
XXIX Domingo del Tiempo Ordinario A

Santa Margarita María Alacoque



Leer el comentario del Evangelio por
San Lorenzo de Brindisi : Ser imagen de Dios  

Lecturas

Isaías 45,1.4-6.


Así habla el Señor a su ungido, a Ciro, a quien tomé de la mano derecha, para someter ante él a las naciones y desarmar a los reyes para abrir ante él las puertas de las ciudades, de manera que no puedan cerrarse.
Por amor a Jacob, mi servidor, y a Israel, mi elegido, yo te llamé por tu nombre, te di un título insigne, sin que tú me conocieras.
Yo soy el Señor, y no hay otro, no hay ningún Dios fuera de mí. Yo hice empuñar las armas, sin que tú me conocieras,
para que se conozca, desde el Oriente y el Occidente, que no hay nada fuera de mí. Yo soy el Señor, y no hay otro.


San Pablo a los Tesalonicenses 1 1,1-5b.


Pablo, Silvano y Timoteo saludan a la Iglesia de Tesalónica, que está unida a Dios Padre y al Señor Jesucristo. Llegue a ustedes la gracia y la paz.
Siempre damos gracias a Dios por todos ustedes, cuando los recordamos en nuestras oraciones,
y sin cesar tenemos presente delante de Dios, nuestro Padre, cómo ustedes han manifestado su fe con obras, su amor con fatigas y su esperanza en nuestro Señor Jesucristo con una firme constancia.
Sabemos, hermanos amados por Dios, que ustedes han sido elegidos.
Porque la Buena Noticia que les hemos anunciado llegó hasta ustedes, no solamente con palabras, sino acompañada de poder, de la acción del Espíritu Santo y de toda clase de dones. Ya saben cómo procedimos cuando estuvimos allí al servicio de ustedes.


Mateo 22,15-21.


Los fariseos se reunieron entonces para sorprender a Jesús en alguna de sus afirmaciones.
Y le enviaron a varios discípulos con unos herodianos, para decirle: "Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas con toda fidelidad el camino de Dios, sin tener en cuenta la condición de las personas, porque tú no te fijas en la categoría de nadie.
Dinos qué te parece: ¿Está permitido pagar el impuesto al César o no?".
Pero Jesús, conociendo su malicia, les dijo: "Hipócritas, ¿por qué me tienden una trampa?
Muéstrenme la moneda con que pagan el impuesto". Ellos le presentaron un denario.
Y él les preguntó: "¿De quién es esta figura y esta inscripción?".
Le respondieron: "Del César". Jesús les dijo: "Den al César lo que es del César, y a Dios, lo que es de Dios".


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por

San Lorenzo de Brindisi (1559-1619) capuchino, doctor de la Iglesia
Sermón para el 22 domingo después de Pentecostés

Ser imagen de Dios  

«Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.» Hay
que dar a cada uno lo que le toca. He aquí una palabra llena de sabiduría y
de ciencia celestial. Nos enseña que hay dos maneras de poder, el uno
terreno y humano, el otro del cielo y divino... Nos enseña que debemos
atenernos a dos obediencias, una a las leyes humanas y la otra a las leyes
divinas... Hay que pagar al César la moneda que lleva su efigie y la
inscripción del César, a Dios lo que ha sido sellado con el sello de su
imagen y semejanza: «Haz brillar, Señor, sobre nosotros la luz de tu
rostro.» (Sal 4,7) Hemos sido creado a imagen y semejanza de Dios
(Gn 1,26). Eres hombre, ¡oh cristiano! Eres la moneda del tesoro divino,
una moneda que lleva el sello y la inscripción del emperador divino. Por
tanto, pregunto con Cristo: «¿De quién son esta imagen y esta inscripción?»
Tú respondes: «De Dios.» Yo te respondo: ¿Por qué, entonces, no das a Dios
lo que es suyo?» Si queremos ser realmente imagen de Dios, debemos
asemejarnos a Cristo, ya que él es la imagen de la bondad de Dios y la
«impronta de su ser». (Hb 1,3) Y Dios «nos ha destinado a ser imágenes de
su Hijo» (Rm 8,29). Cristo dio al César lo que es del César y a Dios lo que
es de Dios. Observó de manera perfecta los preceptos que contienen las
tablas de la ley divina «haciéndose obediente hasta la muerte en cruz» (cf
Fl 2,8) y así fue levantado a lo más alto de los cielo.




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domingo, 9 de octubre de 2011

Evangelio del Día

domingo 09 Octubre 2011
XXVIII Domingo del Tiempo Ordinario A

San Demetrio ,  Beato John Henry Newman (1801-1890)



Leer el comentario del Evangelio por
San Gregorio Magno : "Dichosos los invitados alas bodas del Cordero"

Lecturas

Isaías 25,6-10a.


El Señor de los ejércitos ofrecerá a todos los pueblos sobre esta montaña un banquete de manjares suculentos, un banquete de vinos añejados, de manjares suculentos, medulosos, de vinos añejados, decantados.
El arrancará sobre esta montaña el velo que cubre a todos los pueblos, el paño tendido sobre todas las naciones.
Destruirá la Muerte para siempre; el Señor enjugará las lágrimas de todos los rostros, y borrará sobre toda la tierra el oprobio de su pueblo, porque lo ha dicho él, el Señor.
Y se dirá en aquel día: "Ahí está nuestro Dios, de quien esperábamos la salvación: es el Señor, en quien nosotros esperábamos; ¡alegrémonos y regocijémonos de su salvación!".
Porque la mano del Señor se posará sobre esta montaña, pero Moab será pisoteado en su suelo, como se pisotea la paja en el estercolero.


Pablo a los Filipenses 4,12-14.19-20.


Yo sé vivir tanto en las privaciones como en la abundancia; estoy hecho absolutamente a todo, a la saciedad como al hambre, a tener de sobra como a no tener nada.
Yo lo puedo todo en aquel que me conforta.
Sin embargo, ustedes hicieron bien en interesarse por mis necesidades.
Dios colmará con magnificencia todas las necesidades de ustedes, conforme a su riqueza, en Cristo Jesús.
A Dios, nuestro Padre, sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.


Mateo 22,1-14.


Jesús les habló otra vez en parábolas, diciendo:
"El Reino de los Cielos se parece a un rey que celebraba las bodas de su hijo.
Envió entonces a sus servidores para avisar a los invitados, pero estos se negaron a ir.
De nuevo envió a otros servidores con el encargo de decir a los invitados: 'Mi banquete está preparado; ya han sido matados mis terneros y mis mejores animales, y todo está a punto: Vengan a las bodas'.
Pero ellos no tuvieron en cuenta la invitación, y se fueron, uno a su campo, otro a su negocio;
y los demás se apoderaron de los servidores, los maltrataron y los mataron.
Al enterarse, el rey se indignó y envió a sus tropas para que acabaran con aquellos homicidas e incendiaran su ciudad.
Luego dijo a sus servidores: 'El banquete nupcial está preparado, pero los invitados no eran dignos de él.
Salgan a los cruces de los caminos e inviten a todos los que encuentren'.
Los servidores salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, buenos y malos, y la sala nupcial se llenó de convidados.
Cuando el rey entró para ver a los comensales, encontró a un hombre que no tenía el traje de fiesta.
'Amigo, le dijo, ¿cómo has entrado aquí sin el traje de fiesta?'. El otro permaneció en silencio.
Entonces el rey dijo a los guardias: 'Atenlo de pies y manos, y arrójenlo afuera, a las tinieblas. Allí habrá llanto y rechinar de dientes'.
Porque muchos son llamados, pero pocos son elegidos".


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por

San Gregorio Magno (hacia 540-604), papa y doctor de la Iglesia
Homilías sobre el Evangelio, nº 38

"Dichosos los invitados alas bodas del Cordero"

¿Habéis comprendido quién es ese rey, padre de un hijo que es también
rey? Es aquel de quien dice el salmista: "Dios mío, confía tu juicio al
rey, tu justicia al hijo de reyes" (71,1)... "Celebraba la boda de su
hijo". El Padre celebra, pues la boda del rey, su Hijo cuando le ha unido a
la Iglesia en el misterio de la Encarnación. Y el seno de la virgen María
ha sido la cámara nupcial de este Esposo. Por eso dice también un salmo:
"Allí le ha puesto su tienda al sol, él sale como el esposo de su
alcoba"(Sl 18, 5-6). Envió a sus siervos para invitar a sus amigos a
estas bodas. Les envió una primera y una segunda vez, es decir, primero
mandando a los profetas, después a los apóstoles para que anunciaran la
encarnación del Señor... A través de los profetas anunció como futura la
encarnación de su hijo único, y a través de los apóstoles la predico como
ya cumplida... "Pero los convidados no hicieron caso; uno se marchó
a sus tierras, otro a sus negocios". Ir a sus tierras significa entregarse
sin medida a las tareas de aquí abajo. Ir a sus negocios es buscar
ávidamente un provecho personal en los negocios de este mundo. Uno y otro
son negligentes a la hora de pensar en el misterio de la encarnación del
Verbo y vivir conforme a él... Todavía es más grave es lo que hacen algunos
que, no contentos con menospreciar el favor del que los llama, le
persiguen... De todas maneras el Señor no dejará lugares vacíos en el
banquete de bodas de su Hijo. Manda ir a buscar a otros convidados, porque
la palabra de Dios, aunque todavía es desconocida por muchos, un día
encontrará quién donde descansar... Pero vosotros, hermanos, que por
la gracia de Dios habéis entrado ya en la sala del banquete, es decir, en
la santa Iglesia, examinaos atentamente por miedo a que, cuando el rey
entre, no encuentre ninguna cosa reprensible en la vestidura de vuestra
alma.




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domingo, 2 de octubre de 2011

Evangelio del Día

domingo 02 Octubre 2011
XXVII Domingo del Tiempo Ordinario A

Santos Ángeles Custodios



Leer el comentario del Evangelio por
San Basilio : Dar fruto

Lecturas

Isaías 5,1-7.


Voy a cantar en nombre de mi amigo el canto de mi amado a su viña. Mi amigo tenía una viña en una loma fértil.
La cavó, la limpió de piedras y la plantó con cepas escogidas; edificó una torre en medio de ella y también excavó un lagar. El esperaba que diera uvas, pero dio frutos agrios.
Y ahora, habitantes de Jerusalén y hombres de Judá, sean ustedes los jueces entre mi viña y yo.
¿Qué más se podía hacer por mi viña que yo no lo haya hecho? Si esperaba que diera uvas, ¿por qué dio frutos agrios?
Y ahora les haré conocer lo que haré con mi viña: Quitaré su valla, y será destruida, derribaré su cerco y será pisoteada.
La convertiré en una ruina, y no será podada ni escardada. Crecerán los abrojos y los cardos, y mandaré a las nubes que no derramen lluvia sobre ella.
Porque la viña del Señor de los ejércitos es la casa de Israel, y los hombres de Judá son su plantación predilecta. ¡El esperó de ellos equidad, y hay efusión de sangre; esperó justicia, y hay gritos de angustia!


Pablo a los Filipenses 4,6-9.


No se angustien por nada, y en cualquier circunstancia, recurran a la oración y a la súplica, acompañadas de acción de gracias, para presentar sus peticiones a Dios.
Entonces la paz de Dios, que supera todo lo que podemos pensar, tomará bajo su cuidado los corazones y los pensamientos de ustedes en Cristo Jesús.
En fin, mis hermanos, todo lo que es verdadero y noble, todo lo que es justo y puro, todo lo que es amable y digno de honra, todo lo que haya de virtuoso y merecedor de alabanza, debe ser el objeto de sus pensamientos.
Pongan en práctica lo que han aprendido y recibido, lo que han oído y visto en mí, y el Dios de la paz estará con ustedes.


Mateo 21,33-43.


Escuchen otra parábola: Un hombre poseía una tierra y allí plantó una viña, la cercó, cavó un lagar y construyó una torre de vigilancia. Después la arrendó a unos viñadores y se fue al extranjero.
Cuando llegó el tiempo de la vendimia, envió a sus servidores para percibir los frutos.
Pero los viñadores se apoderaron de ellos, y a uno lo golpearon, a otro lo mataron y al tercero lo apedrearon.
El propietario volvió a enviar a otros servidores, en mayor número que los primeros, pero los trataron de la misma manera.
Finalmente, les envió a su propio hijo, pensando: 'Respetarán a mi hijo'.
Pero, al verlo, los viñadores se dijeron: "Este es el heredero: vamos a matarlo para quedarnos con su herencia".
Y apoderándose de él, lo arrojaron fuera de la viña y lo mataron.
Cuando vuelva el dueño, ¿qué les parece que hará con aquellos viñadores?".
Le respondieron: "Acabará con esos miserables y arrendará la viña a otros, que le entregarán el fruto a su debido tiempo".
Jesús agregó: "¿No han leído nunca en las Escrituras: La piedra que los constructores rechazaron ha llegado a ser la piedra angular: esta es la obra del Señor, admirable a nuestros ojos?
Por eso les digo que el Reino de Dios les será quitado a ustedes, para ser entregado a un pueblo que le hará producir sus frutos".


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por

San Basilio (hacia 330-379), monje y obispo de Cesarea, en Capadocia, doctor de la Iglesia
Homilía 5 sobre el Hexaemerón, 6

Dar fruto

El Señor no cesa de comparar las almas humanas a las viñas: «Mi
amigo tenía una viña en un fértil collado» (Is 5,1); «Planté una viña y la
rodeé de una cerca» (Mt 21,33). Evidentemente que Jesús llama su viña a las
almas humanas, que las ha cercado, como con una clausura, con la seguridad
que dan sus mandamientos y la guarda que les proporcionan sus ángeles,
porque «el ángel del Señor acampa en torno a sus fieles y los protege» (Sl
33,8). Seguidamente plantó alrededor nuestro como una empalizada poniendo
en la Iglesia «en el primer puesto los apóstoles, en el segundo los
profetas, en el tercero los maestros» (1C 12,28). Además, por los ejemplos
de los santos hombres de otros tiempos, hace elevar nuestro pensamiento sin
dejar que caiga en tierra donde serían pisados. Quiere que los ardores de
la caridad, como los zarcillos de una vid, nos aten a nuestro prójimo y nos
hagan descansar en él. Así, manteniendo constantemente nuestra deseo hacia
el cielo, nos levantaremos como vides que trepan hasta las más altas cimas.
Nos pide también que consintamos en ser escardados. Ahora bien, un
alma está escardada cuando aleja de ella las preocupaciones del mundo que
no son más que una carga para nuestros corazones. Así, el que aleja de sí
mismo el amor carnal y esta atado a las riquezas o que tiene por detestable
y menospreciable la pasión por esta miserable y falsa gloria ha sido, por
decirlo así, escardado, y respira de nuevo, desembarazado ya de la carga
inútil de las preocupaciones de este mundo. Pero, para mantenernos
en la misma línea de la parábola, es preciso que no produzcamos únicamente
madera, es decir, que vivamos con ostentación, ni que busquemos
ansiosamente la alabanza de los de fuera. Es necesario que demos fruto
reservando nuestras obras para ser mostradas tan sólo al verdadero
propietario de la viña.




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