domingo 04 Diciembre 2011
II Domingo de Adviento B
Santa Barbara
Leer el comentario del Evangelio por
Homilía atribuida a san Gregorio Taumaturgo : «No soy digno de desatarle las sandalias»
Lecturas
Isaías 40,1-5.9-11.
¡Consuelen, consuelen a mi Pueblo, dice su Dios!
Hablen al corazón de Jerusalén y anúncienle que su tiempo de servicio se ha cumplido, que su culpa está paga, que ha recibido de la mano del Señor doble castigo por todos sus pecados.
Una voz proclama: ¡Preparen en el desierto el camino del Señor, tracen en la estepa un sendero para nuestro Dios!
¡Que se rellenen todos los valles y se aplanen todas las montañas y colinas; que las quebradas se conviertan en llanuras y los terrenos escarpados, en planicies!
Entonces se revelará la gloria del Señor y todos los hombres la verán juntamente, porque ha hablado la boca del Señor.
Súbete a una montaña elevada, tú que llevas la buena noticia a Sión; levanta con fuerza tu voz, tú que llevas la buena noticia a Jerusalén. Levántala sin temor, di a las ciudades de Judá: "¡Aquí está su Dios!".
Ya llega el Señor con poder y su brazo le asegura el dominio: el premio de su victoria lo acompaña y su recompensa lo precede.
Como un pastor, él apacienta su rebaño, lo reúne con su brazo; lleva sobre su pecho a los corderos y guía con cuidado a las que han dado a luz.
San Pedro 2 3,8-14.
Pero ustedes, queridos hermanos, no deben ignorar que, delante del Señor, un día es como mil años y mil años como un día.
El señor no tarda en cumplir lo que ha prometido, como algunos se imaginan, sino que tiene paciencia con ustedes porque no quiere que nadie perezca, sino que todos se conviertan.
Sin embargo, el Día del Señor, llegará como un ladrón, y ese día, los cielos desaparecerán estrepitosamente; los elementos serán desintegrados por el fuego, y la tierra, con todo lo que hay en ella, será consumida.
Ya que todas las cosas se desintegrarán de esa manera, ¡qué santa y piadosa debe ser la conducta de ustedes,
esperando y acelerando la venida del Día del Señor! Entonces se consumirán los cielos y los elementos quedarán fundidos por el fuego.
Pero nosotros, de acuerdo con la promesa del Señor, esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva donde habitará la justicia.
Por eso, queridos hermanos, mientras esperan esto, procuren vivir de tal manera que él los encuentre en paz, sin mancha ni reproche.
Marcos 1,1-8.
Comienzo de la Buena Noticia de Jesús, Mesías, Hijo de Dios.
Como está escrito en el libro del profeta Isaías: Mira, yo envío a mi mensajero delante de ti para prepararte el camino.
Una voz grita en el desierto: Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos,
así se presentó Juan el Bautista en el desierto, proclamando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados.
Toda la gente de Judea y todos los habitantes de Jerusalén acudían a él, y se hacían bautizar en las aguas del Jordán, confesando sus pecados.
Juan estaba vestido con una piel de camello y un cinturón de cuero, y se alimentaba con langostas y miel silvestre. Y predicaba, diciendo:
"Detrás de mí vendrá el que es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de ponerme a sus pies para desatar la correa de sus sandalias.
Yo los he bautizado a ustedes con agua, pero él los bautizará con el Espíritu Santo".
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por
Homilía atribuida a san Gregorio Taumaturgo (v. 213 v. 270), obispo
Homilía sobre la santa Teofanía, 4; PG 10, 1181
«No soy digno de desatarle las sandalias»
[Jesús fue a Juan para que lo bautizara. Juan dijo: ¡soy yo quien
tengo que ser bautizado por ti! (Mt 3,3.14).] En tu presencia, Señor, no me
puedo callar, porque «yo soy la voz, y la voz del que clama en el desierto:
preparad el camino del Señor. Soy yo el que necesita que tú me bautices, ¿y
tú vienes a mí?» (Mt 3,3.14). En el principio existía el Verbo, y el
Verbo estaba junto a Dios y el Verbo era Dios (Juan 1,1) ; eres el reflejo
resplandeciente de la gloria del Padre, la expresión perfecta del Padre(He
1,3); eres la verdadera luz que ilumina el mundo(Jn 1,9); tú que aunque
estabas en el mundo, viniste donde ya estabas; tú que te hiciste carne,
pero que habitas en nosotros(Jn 1,14; 14,23) y que te mostraste a tus
siervos en condición de siervo(Fil 2,7); tú que uniste la tierra y el cielo
con tu santo nombre como puente; ¿Eres tú quien vienes a mi?¿Tú que eres
tan poderoso en comparación a mi pobreza? El rey hacia el servidor, el
Señor hacia el servidor... "Yo sé cuál es el abismo entre la tierra
y el Creador». Cuál la diferencia entre el barro de la tierra y el que la
ha modelado (Gen 2,7). Yo sé que tú eres el sol de justicia mayor que yo,
que soy la lámpara de tu gracia (Mt 3,20 y Jn 5,35). Y mientras estás
cubierto por la nube de tu cuerpo puro, yo, sin embargo, reconozco mi
condición de siervo, que proclama tu gloria. "Yo no soy digno de desatar la
correa de tus sandalias." ¿Y cómo me atrevo a tocar tu cabeza? Cómo
extenderé la mano sobre ti, »que has extendido los cielos como una tienda
de campaña" y que has afianzado «las aguas sobre la tierra" (Salmo 103,2,
135,6) ... ¿Qué oración voy a hacer sobre ti, que acoges las oraciones de
aquellos que te ignoran?
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domingo, 4 de diciembre de 2011
Evangelio del Día
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