domingo, 7 de junio de 2009

Evangelio del Día

domingo 07 Junio 2009
La Santísima Trinidad

Santísima Trinidad
San Pedro , La Santísima Trinidad



Leer el comentario del Evangelio por
San Ireneo de Lión : «Bautizad en el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo»

Lecturas

Deuteronomio 4,32-34.39-40.
Pregúntale al tiempo pasado, a los días que te han precedido desde que el
Señor creó al hombre sobre la tierra, si de un extremo al otro del cielo
sucedió alguna vez algo tan admirable o se oyó una cosa semejante.
¿Qué pueblo oyó la voz de Dios que hablaba desde el fuego, como la oíste
tú, y pudo sobrevivir?.
¿O qué dios intentó venir a tomar para sí una nación de en medio de otra,
con milagros, signos y prodigios, combatiendo con mano poderosa y brazo
fuerte, y realizando tremendas hazañas, como el Señor, tu Dios, lo hizo por
ustedes en Egipto, delante de tus mismos ojos?.
Reconoce hoy y medita en tu corazón que el Señor es Dios - allá arriba, en
el cielo y aquí abajo, en la tierra - y no hay otro.
- Observa los preceptos y los mandamientos que hoy te prescribo. Así serás
feliz, tú y tus hijos después de ti, y vivirás mucho tiempo en la tierra
que el Señor, tu Dios, te da para siempre.


San Pablo a los Romanos 8,14-17.
Todos los que son conducidos por el Espíritu de Dios son hijos de Dios.
Y ustedes no han recibido un espíritu de esclavos para volver a caer en el
temor, sino el espíritu de hijos adoptivos, que nos hace llamar a Dios
¡Abba!, es decir, ¡Padre!
El mismo Espíritu se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que
somos hijos de Dios.
Y si somos hijos, también somos herederos, herederos de Dios y coherederos
de Cristo, porque sufrimos con él para ser glorificados con él.


Mateo 28,16-20.
Los once discípulos fueron a Galilea, a la montaña donde Jesús los había
citado.
Al verlo, se postraron delante de el; sin embargo, algunos todavía dudaron.

Acercándose, Jesús les dijo: "Yo he recibido todo poder en el cielo y en la
tierra.
Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en
el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo,
y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado. Y yo estaré siempre
con ustedes hasta el fin del mundo".


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por

San Ireneo de Lión (hacia 130-hacia 208), obispo, teólogo y mártir
Demostración de la predicación apostólica, 6-8

«Bautizad en el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo»

Mirad cuál es la regla de nuestra fe, la que funda nuestro edificio,
la que da firmeza a nuestra forma de comportarnos. Primero: Dios Padre,
increado, ilimitado, invisible; Dios uno, creador del universo; este es el
primer artículo de nuestra fe. Segundo artículo: el Verbo de Dios, Hijo de
Dios, Jesucristo, nuestro Señor; fue revelado a los profetas de acuerdo con
el género de sus profecías y según el designio del Padre; todo fue hecho
por medio de él; al final de los tiempos, para recapitular todas las cosas,
se dignó hacerse hombre entre los humanos, visible, palpable, y así
destruir la muerte y hacer aparecer la vida y obrar la reconciliación entre
Dios y el hombre. Y el tercer artículo: el Espíritu Santo; por medio de él
han profetizado los profetas, nuestros padres han conocido las cosas de
Dios y los justos han sido guiados por los caminos de la justicia; al final
de los tiempos fue derramado de una manera nueva sobre los hombres a fin de
ser renovados por Dios en toda la tierra. Por eso el
bautismo de nuestro nuevo nacimiento está colocado bajo el signo de estos
tres artículos. Dios Padre nos lo concede en vistas a nuestro nuevo
nacimiento en el Hijo por medio del Espíritu Santo. Porque los que llevan
en ellos el Espíritu Santo son conducidos al Verbo que es el Hijo, y el
Hijo los conduce al Padre, y el Padre nos concede la inmortalidad. Sin el
Espíritu es imposible ver al Verbo de Dios, y sin el Hijo nadie puede
acercarse al Padre. Porque el conocimiento del Padre, es el Hijo, el
conocimiento del Hijo se hace a través del Espíritu Santo, y el Hijo da el
Espíritu según el Padre quiere.




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