domingo 02 Septiembre 2012
Vigésimo segundo Domingo del tiempo ordinario
Mártires septiembre
Leer el comentario del Evangelio por
Concilio Vaticano II : "En el interior del corazón del hombre": ¿El corazón de cada hombre, fuente de paz o de guerra?
Lecturas
Deuteronomio 4,1-2.6-8.
Y ahora, Israel, escucha los preceptos y las leyes que yo les enseño para que las pongan en práctica. Así ustedes vivirán y entrarán a tomar posesión de la tierra que les da el Señor, el Dios de sus padres.
No añadan ni quiten nada de lo que yo les ordeno. Observen los mandamientos del Señor, su Dios, tal como yo se los prescribo.
Obsérvenlos y pónganlos en práctica, porque así serán sabios y prudentes a los ojos de los pueblos, que al oir todas estas leyes, dirán: "¡Realmente es un pueblo sabio y prudente esta gran nación!".
¿Existe acaso una nación tan grande que tenga sus dioses cerca de ella, como el Señor, nuestro Dios, está cerca de nosotros siempre que lo invocamos?.
¿Y qué gran nación tiene preceptos y costumbres tan justas como esta Ley que hoy promulgo en presencia de ustedes?.
Santiago 1,17-18.21b-22.27.
Todo lo que es bueno y perfecto es un don de lo alto y desciende del Padre de los astros luminosos, en quien no hay cambio ni sombra de declinación.
El ha querido engendrarnos por su Palabra de verdad, para que seamos como las primicias de su creación.
Dejen de lado, entonces, toda impureza y todo resto de maldad, y reciban con docilidad la Palabra sembrada en ustedes, que es capaz de salvarlos.
Pongan en práctica la Palabra y no se contenten sólo con oírla, de manera que se engañen a ustedes mismos.
La religiosidad pura y sin mancha delante de Dios, nuestro Padre, consiste en ocuparse de los huérfanos y de las viudas cuando están necesitados, y en no contaminarse con el mundo.
Marcos 7,1-8.14-15.21-23.
Los fariseos con algunos escribas llegados de Jerusalén se acercaron a Jesús,
y vieron que algunos de sus discípulos comían con las manos impuras, es decir, sin lavar.
Los fariseos, en efecto, y los judíos en general, no comen sin lavarse antes cuidadosamente las manos, siguiendo la tradición de sus antepasados;
y al volver del mercado, no comen sin hacer primero las abluciones. Además, hay muchas otras prácticas, a las que están aferrados por tradición, como el lavado de los vasos, de las jarras y de la vajilla de bronce.
Entonces los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús: "¿Por qué tus discípulos no proceden de acuerdo con la tradición de nuestros antepasados, sino que comen con las manos impuras?".
El les respondió: "¡Hipócritas! Bien profetizó de ustedes Isaías, en el pasaje de la Escritura que dice: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí.
En vano me rinde culto: las doctrinas que enseñan no son sino preceptos humanos.
Ustedes dejan de lado el mandamiento de Dios, por seguir la tradición de los hombres".
Y Jesús, llamando otra vez a la gente, les dijo: "Escúchenme todos y entiéndanlo bien.
Ninguna cosa externa que entra en el hombre puede mancharlo; lo que lo hace impuro es aquello que sale del hombre.
Porque es del interior, del corazón de los hombres, de donde provienen las malas intenciones, las fornicaciones, los robos, los homicidios,
los adulterios, la avaricia, la maldad, los engaños, las deshonestidades, la envidia, la difamación, el orgullo, el desatino.
Todas estas cosas malas proceden del interior y son las que manchan al hombre".
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por
Concilio Vaticano II
Constitución dogmática sobre la Iglesia en el mundo actual «Gaudium et spes», § 82 (Copyright © Libreria Editrice Vaticana)
"En el interior del corazón del hombre": ¿El corazón de cada hombre, fuente de paz o de guerra?
Bien claro queda, por tanto, que debemos procurar con todas
nuestras fuerzas preparar una época en que, por acuerdo de las naciones,
pueda ser absolutamente prohibida cualquier guerra... Lo cual hoy exige de
ellos con toda certeza que amplíen su mente más allá de las fronteras de la
propia nación, renuncien al egoísmo nacional ya a la ambición de dominar a
otras naciones, alimenten un profundo respeto por toda la humanidad, que
corre ya, aunque tan laboriosamente, hacia su mayor unidad... Sin embargo,
hay que evitar el confiarse sólo en los conatos de unos pocos, sin
preocuparse de la reforma en la propia mentalidad. Pues los que gobiernan a
los pueblos, que son garantes del bien común de la propia nación y al mismo
tiempo promotores del bien de todo el mundo, dependen enormemente de las
opiniones y de los sentimientos de las multitudes.
Nada les aprovecha trabajar en la construcción de la paz mientras
los sentimientos de hostilidad, de menos precio y de desconfianza, los
odios raciales y las ideologías obstinadas, dividen a los hombres y los
enfrentan entre sí. Es de suma urgencia proceder a una renovación en la
educación de la mentalidad y a una nueva orientación en la opinión pública.
Los que se entregan a la tarea de la educación, principalmente de la
juventud, o forman la opinión pública, tengan como gravísima obligación la
preocupación de formar las mentes de todos en nuevos sentimientos
pacíficos. Tenemos todos que cambiar nuestros corazones, con los ojos
puestos en el orbe entero y en aquellos trabajos que todos juntos podemos
llevar a cabo para que nuestra generación mejore.
Puede modificar su suscripción en cualquier momento : www.evangeliodeldia.org
domingo, 2 de septiembre de 2012
Evangelio del Día
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)

No hay comentarios:
Publicar un comentario