domingo 08 Enero 2012
Fiesta del Bautismo del Señor
San Lorenzo Giustiniani, Benedicto XVI: Santa Catalina de Bolonia
Leer el comentario del Evangelio por
Papa Benedicto XVI : "Tú eres mi hijo amado; en ti me complazco"
Lecturas
Isaías 42,1-4.6-7.
Este es mi Servidor, a quien yo sostengo, mi elegido, en quien se complace mi alma. Yo he puesto mi espíritu sobre él para que lleve el derecho a las naciones.
El no gritará, no levantará la voz ni la hará resonar por las calles.
No romperá la caña quebrada ni apagará la mecha que arde débilmente. Expondrá el derecho con fidelidad;
no desfallecerá ni se desalentará hasta implantar el derecho en la tierra, y las costas lejanas esperarán su Ley.
Yo, el Señor, te llamé en la justicia, te sostuve de la mano, te formé y te destiné a ser la alianza del pueblo, la luz de las naciones,
para abrir los ojos de los ciegos, para hacer salir de la prisión a los cautivos y de la cárcel a los que habitan en las tinieblas.
Hechos 10,34-38.
Entonces Pedro, tomando la palabra, dijo: "Verdaderamente, comprendo que Dios no hace acepción de personas,
y que en cualquier nación, todo el que lo teme y practica la justicia es agradable a él.
El envió su Palabra a los israelitas, anunciándoles la Buena Noticia de la paz por medio de Jesucristo, que es el Señor de todos.
Ustedes ya saben qué ha ocurrido en toda Judea, comenzando por Galilea, después del bautismo que predicaba Juan:
cómo Dios ungió a Jesús de Nazaret con el Espíritu Santo, llenándolo de poder. El pasó haciendo el bien y curando a todos los que habían caído en poder del demonio, porque Dios estaba con él.
Marcos 1,7-11.
"Detrás de mí vendrá el que es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de ponerme a sus pies para desatar la correa de sus sandalias.
Yo los he bautizado a ustedes con agua, pero él los bautizará con el Espíritu Santo".
En aquellos días, Jesús llegó desde Nazaret de Galilea y fue bautizado por Juan en el Jordán.
Y al salir del agua, vio que los cielos se abrían y que el Espíritu Santo descendía sobre él como una paloma;
y una voz desde el cielo dijo: "Tú eres mi Hijo muy querido, en ti tengo puesta toda mi predilección".
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por
Papa Benedicto XVI
Homilía del 10 -01-2010 (trad. © Libreria Editorial Vaticana)
"Tú eres mi hijo amado; en ti me complazco"
En el Jordán Jesús se manifiesta con una humildad extraordinaria,
que recuerda la pobreza y la sencillez del Niño recostado en el pesebre, y
anticipa los sentimientos con los que, al final de sus días en la tierra,
llegará a lavar los pies de sus discípulos y sufrirá la terrible
humillación de la cruz. El Hijo de Dios, el que no tiene pecado, se mezcla
con los pecadores, muestra la cercanía de Dios al camino de conversión del
hombre. Jesús carga sobre sus hombros el peso de la culpa de toda la
humanidad, comienza su misión poniéndose en nuestro lugar, en el lugar de
los pecadores, en la perspectiva de la cruz.
Cuando, recogido en oración, tras el bautismo, sale del agua, se
abren los cielos. Es el momento esperado por tantos profetas: "Si rompieses
los cielos y descendieses", había invocado Isaías (Is 63, 19). En ese
momento parece sugerir san Lucas esa oración es escuchada. De hecho, "se
abrió el cielo, y bajó sobre él el Espíritu Santo" (Lc 3, 21-22); se
escucharon palabras nunca antes oídas: "Tú eres mi hijo amado; en ti me
complazco" (Lc 3, 22). Al salir de las aguas, como afirma san Gregorio
Nacianceno, "ve cómo se rasgan y se abren los cielos, los cielos que Adán
había cerrado para sí y para toda su descendencia" (Discurso 39 en el
Bautismo del Señor: PG 36). El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo
descienden entre los hombres y nos revelan su amor que salva. Si los
ángeles llevaron a los pastores el anuncio del nacimiento del Salvador, y
la estrella guió a los Magos llegados de Oriente, ahora es la voz misma del
Padre la que indica a los hombres la presencia de su Hijo en el mundo e
invita a mirar a la resurrección, a la victoria de Cristo sobre el pecado y
la muerte.
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domingo, 8 de enero de 2012
Evangelio del Día
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