domingo, 25 de diciembre de 2011

Evangelio del Día

domingo 25 Diciembre 2011
Solemnidad de la Natividad del Señor: Misa del día

Natividad de Nuestro Señor



Leer el comentario del Evangelio por
Papa Benedicto XVI : «Yo te he engendrado hoy»

Lecturas

Isaías 52,7-10.


¡Qué hermosos son sobre las montañas los pasos del que trae la buena noticia, del que proclama la paz, del que anuncia la felicidad, del que proclama la salvación, y dice a Sión: "¡Tu Dios reina!".
¡Escucha! Tus centinelas levantan la voz, gritan todos juntos de alegría, porque ellos ven con sus propios ojos el regreso del Señor a Sión,
¡Prorrumpan en gritos de alegría, ruinas de Jerusalén, porque el Señor consuela a su Pueblo, él redime a Jerusalén!
El Señor desnuda su santo brazo a la vista de todas las naciones, verán la salvación de nuestro Dios.


Hebreos 1,1-6.


Después de haber hablado antiguamente a nuestros padres por medio de los Profetas, en muchas ocasiones y de diversas maneras,
ahora, en este tiempo final, Dios nos habló por medio de su Hijo, a quien constituyó heredero de todas las cosas y por quien hizo el mundo.
El es el resplandor de su gloria y la impronta de su ser. El sostiene el universo con su Palabra poderosa, y después de realizar la purificación de los pecados, se sentó a la derecha del trono de Dios en lo más alto del cielo.
Así llegó a ser tan superior a los ángeles, cuanto incomparablemente mayor que el de ellos es el Nombre que recibió en herencia.
¿Acaso dijo Dios alguna vez a un ángel: Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy? ¿Y de qué ángel dijo: Yo seré un padre para él y él será para mi un hijo?
Y al introducir a su Primogénito en el mundo, Dios dice: Que todos los ángeles de Dios lo adoren.


Juan 1,1-18.


Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios.
Al principio estaba junto a Dios.
Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe.
En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la percibieron.
Apareció un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan.
Vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él.
El no era la luz, sino el testigo de la luz.
La Palabra era la luz verdadera que, al venir a este mundo, ilumina a todo hombre.
Ella estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de ella, y el mundo no la conoció.
Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron.
Pero a todos los que la recibieron, a los que creen en su Nombre, les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios.
Ellos no nacieron de la sangre, ni por obra de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino que fueron engendrados por Dios.
Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos visto su gloria, la gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de él, al declarar: "Este es aquel del que yo dije: El que viene después de mí me ha precedido, porque existía antes que yo".
De su plenitud, todos nosotros hemos participado y hemos recibido gracia sobre gracia:
porque la Ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo.
Nadie ha visto jamás a Dios; el que lo ha revelado es el Hijo único, que está en el seno del Padre.


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por

Papa Benedicto XVI
Homilía del  25/12/05 (© Libreria Editrice Vaticana)

«Yo te he engendrado hoy»

"El Señor me ha dicho: Tu eres mi hijo, yo te he engendrado hoy". Con
estas palabras del Salmo segundo, la Iglesia inicia la Santa Misa de la
vigilia de Navidad, en la cual celebramos el nacimiento de nuestro Redentor
Jesucristo en el establo de Belén. En otro tiempo, este Salmo pertenecía al
ritual de la coronación del rey de Judá. El pueblo de Israel, a causa de su
elección, se sentía de modo particular hijo de Dios, adoptado por Dios.
Como el rey era la personificación de aquel pueblo, su entronización se
vivía como un acto solemne de adopción por parte de Dios, en el cual el rey
estaba en cierto modo implicado en el misterio mismo de Dios. En la
noche de Belén, estas palabras que de hecho eran más la expresión de una
esperanza que de una realidad presente, han adquirido un significado nuevo
e inesperado. El Niño en el pesebre es verdaderamente el Hijo de Dios. Dios
no es soledad eterna, sino un círculo de amor en el recíproco entregarse y
volverse a entregar. Él es Padre, Hijo y Espíritu Santo. Más aún, en
Jesucristo, el Hijo de Dios, Dios mismo se ha hecho hombre. El Padre le
dice: "Tu eres mi hijo". El eterno hoy de Dios ha descendido en el hoy
efímero del mundo, arrastrando nuestro hoy pasajero al hoy perenne de Dios.
Dios es tan grande que puede hacerse pequeño. Dios es tan potente que puede
hacerse inerme y venir a nuestro encuentro como niño indefenso, a fin de
que podamos amarlo. Es tan bueno que puede renunciar a su esplendor divino
y descender a un establo para que podamos encontrarlo y, de este modo, su
bondad nos toque, nos sea comunicada y continúe actuando a través de
nosotros. Esto es la Navidad: "Tu eres mi hijo, hoy yo te he engendrado".
Dios se ha hecho uno de nosotros, para que podamos estar con Él, llegar a
ser semejantes a Él. Ha elegido como signo suyo al Niño en el pesebre: Él
es así. De este modo aprendemos a conocerlo. Y sobre todo niño resplandece
algún destello de aquel hoy, de la cercanía de Dios que debemos amar y a la
cual hemos de someternos; sobre todo niño, también sobre el que aún no ha
nacido.




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domingo, 18 de diciembre de 2011

Cuarto domingo de Adviento

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EL EVANGELIO DEL DÍA

¡Un servicio de evangelización con dimensión universal!

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¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68

 

17 de diciembre del 2011

Queridos amigos,

Queridos suscriptores del Evangelio del Día:

Llegamos al cuarto domingo de Adviento, período que prepara Navidad. Dentro de una semana festejaremos Navidad.

Somos llamados a vivir la espera del advenimiento de Jesús en la esperanza y en una creciente alegría. Al mismo tiempo, con una actitud de vigilancia y meditación.

En efecto, desde el primer domingo, la Iglesia nos ha recordado la venida gloriosa de Jesús al final de los tiempos: conmemoramos la espera del pueblo de Dios, del que Juan Bautista, José y María serán los representantes elegidos. Pero vivimos también nuestro propio Adviento, esperando al Salvador, que vendrá a visitar a cada uno de nosotros.

 

Los otros tres domingos, Isaías nos ha invitado a la fidelidad, Juan Bautista a la conversión, María nos enseña la disponibilidad y José la confianza.

Podemos estar seguros, el Señor vendrá o, según el espíritu de la liturgia, ¡el Señor viene!

 

El Adviento ya era celebrado en el IVº siglo, antes mismo que la fiesta de Navidad fuera separada de la Epifanía.

Los celebrantes se revisten de violeta, el color de la penitencia, pero también de la sobriedad, de la pobreza de los que se preparan para una fiesta que colmará sus deseos.

 

El símbolo más conocido del Adviento es la corona, hecha con ramas verdes y decorada con bombitas y cintas. Rodea las cuatro velas que se iluminan sucesivamente una después de la otra, durante el Adviento. Sin embargo, la corona no es fruto de una muy larga tradición: parece que fue "inventada" por un pastor luterano en el  XIXº siglo. En todo caso, jalona nuestro camino y nos conduce, luz a luz, hasta la claridad radiosa de la noche de Navidad.

Un fraternal saludo.

El Equipo Hispano-hablante del Evangelio del Día

www.evangeliodeldia.org, un servicio EVANGELIZO


l’Evangile au Quotidien / El Evangelio del Día,

4 Quai Koch  - 67000 Strasbourg (Estrasburgo) - FRANCIA

Evangelio del Día

domingo 18 Diciembre 2011
IV Domingo de Adviento B

La Expectación del Parto



Leer el comentario del Evangelio por
San Bernardo : «No temas, María»

Lecturas

Samuel 2 7,1-5.8b-12.14a.16.


Cuando David se estableció en su casa y el Señor le dio paz, librándolo de todos sus enemigos de alrededor,
el rey dijo al profeta Natán: "Mira, yo habito en una casa de cedro, mientras el Arca de Dios está en una tienda de campaña".
Natán respondió al rey: "Ve a hacer todo lo que tienes pensado, porque el Señor está contigo".
Pero aquella misma noche, la palabra del Señor llegó a Natán en estos términos:
"Ve a decirle a mi servidor David: Así habla el Señor: ¿Eres tú el que me va a edificar una casa para que yo la habite?
Y ahora, esto es lo que le dirás a mi servidor David: Así habla el Señor de los ejércitos: Yo te saqué del campo de pastoreo, de detrás del rebaño, para que fueras el jefe de mi pueblo Israel.
Estuve contigo dondequiera que fuiste y exterminé a todos tus enemigos delante de ti. Yo haré que tu nombre sea tan grande como el de los grandes de la tierra.
Fijaré un lugar para mi pueblo Israel y lo plantaré para que tenga allí su morada. Ya no será perturbado, ni los malhechores seguirán oprimiéndolo como lo hacían antes,
desde el día en que establecí Jueces sobre mi pueblo Israel. Yo te he dado paz, librándote de todos tus enemigos. Y el Señor te ha anunciado que él mismo te hará una casa.
Sí, cuando hayas llegado al término de tus días y vayas a descansar con tus padres, yo elevaré después de ti a uno de tus descendientes, a uno que saldrá de tus entrañas, y afianzaré su realeza.
Seré un padre para él, y él será para mí un hijo. Si comete una falta, lo corregiré con varas y golpes, como lo hacen los hombres.
Tu casa y tu reino durarán eternamente delante de mí, y su trono será estable para siempre".


San Pablo a los Romanos 16,25-27.


¡Gloria a Dios, que tiene el poder de afianzarlos, según la Buena Noticia que yo anuncio, proclamando a Jesucristo, y revelando un misterio que fue guardado en secreto desde la eternidad
y que ahora se ha manifestado! Este es el misterio que, por medio de los escritos proféticos y según el designio del Dios eterno, fue dado a conocer a todas las naciones para llevarlas a la obediencia de la fe.
¡A Dios, el único sabio, por Jesucristo, sea la gloria eternamente! Amén.


Lucas 1,26-38.


En el sexto mes, el Angel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret,
a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María.
El Angel entró en su casa y la saludó, diciendo: "¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo".
Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo.
Pero el Angel le dijo: "No temas, María, porque Dios te ha favorecido.
Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús;
él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre,
reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin".
María dijo al Angel: "¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?".
El Angel le respondió: "El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios.
También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes,
porque no hay nada imposible para Dios".
María dijo entonces: "Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho". Y el Angel se alejó.


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por

San Bernardo (1091-1153), monje cisterciense y doctor de la Iglesia
Homilía 4 sobre «Missus est », §8-9

«No temas, María»

Oíste, Virgen, que concebirás y darás a luz a un hijo; oíste que no
era por obra de varón, sino por obra del Espíritu Santo. Mira que el ángel
aguarda tu respuesta, porque ya es tiempo que se vuelva al Señor que lo
envió. También nosotros, los condenados infelizmente a muerte por la divina
sentencia, esperamos, Señora, esta palabra de misericordia. Se pone entre
tus manos el precio de nuestra salvación; en seguida seremos librado si
consientes. Por la Palabra eterna de Dios fuimos todos creados, y a pesar
de eso morimos; mas por tu breve respuesta seremos ahora restablecidos para
ser llamados de nuevo a la vida... No tardes, Virgen María, da tu
respuesta. Señora Nuestra, pronuncia esta palabra que la tierra, los
abismos y los cielos esperan. Mira: el rey y señor del universo desea tu
belleza, desea no con menos ardor tu respuesta. Ha querido suspender a tu
respuesta la salvación del mundo. Has encontrado gracia ante de él con tu
silencio; ahora él prefiere tu palabra. El mismo, desde las alturas te
llama: «Levántate, amada mía, preciosa mía, ven...déjame oír tu voz» (Cant
2,13-14) Responde presto al ángel, o, por mejor decir, al Señor por medio
del ángel; responde una palabra y recibe al que es la Palabra; pronuncia tu
palabra y concibe la divina; emite una palabra fugaz y acoge en tu seno a
la Palabra eterna... Abre, Virgen dichosa, el corazón a la fe, los
labios al consentimiento, las castas entrañas al Criador. Mira que el
deseado de todas las gentes está llamando a tu puerta. Si te demoras en
abrirle, pasará adelante, y después volverás con dolor a buscar al amado de
tu alma. Levántate, corre, abre. Levántate por la fe, corre por la
devoción, abre por el consentimiento. «Aquí está la esclava del
Señor, -dice la Virgen- hágase en mí según tu palabra.» (Lc 1, 38)




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domingo, 11 de diciembre de 2011

Evangelio del Día

domingo 11 Diciembre 2011
III Domingo de Adviento "Gaudete" B

San Daniel de Maratha



Leer el comentario del Evangelio por
San Gregorio Magno : «Entre vosotros está uno que no conocéis: él viene detrás de mí»

Lecturas

Isaías 61,1-2a.10-11.


El espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido. El me envió a llevar la buena noticia a los pobres, a vendar los corazones heridos, a proclamar la liberación a los cautivos y la libertad a los prisioneros,
a proclamar un año de gracia del Señor, un día de venganza para nuestro Dios; a consolar a todos los que están de duelo,
Yo desbordo de alegría en el Señor, mi alma se regocija en mi Dios. Porque él me vistió con las vestiduras de la salvación y me envolvió con el manto de la justicia, como un esposo que se ajusta la diadema y como una esposa que se adorna con sus joyas.
Porque así como la tierra da sus brotes y un jardín hace germinar lo sembrado, así el Señor hará germinar la justicia y la alabanza ante todas las naciones.


San Pablo a los Tesalonicenses 1 5,16-24.


Estén siempre alegres.
Oren sin cesar.
Den gracias a Dios en toda ocasión: esto es lo que Dios quiere de todos ustedes, en Cristo Jesús.
No extingan la acción del Espíritu;
no desprecien las profecías;
examínenlo todo y quédense con lo bueno.
Cuídense del mal en todas sus formas.
Que el Dios de la paz los santifique plenamente, para que ustedes se conserven irreprochables en todo su ser - espíritu, alma y cuerpo - hasta la Venida de nuestro Señor Jesucristo.
El que los llama es fiel, y así lo hará.


Juan 1,6-8.19-28.


Apareció un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan.
Vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él.
El no era la luz, sino el testigo de la luz.
Este es el testimonio que dio Juan, cuando los judíos enviaron sacerdotes y levitas desde Jerusalén, para preguntarle: "¿Quién eres tú?".
El confesó y no lo ocultó, sino que dijo claramente: "Yo no soy el Mesías".
"¿Quién eres, entonces?", le preguntaron: "¿Eres Elías?". Juan dijo: "No". "¿Eres el Profeta?". "Tampoco", respondió.
Ellos insistieron: "¿Quién eres, para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?".
Y él les dijo: "Yo soy una voz que grita en el desierto: Allanen el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías".
Algunos de los enviados eran fariseos,
y volvieron a preguntarle: "¿Por qué bautizas, entonces, si tu no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?".
Juan respondió: "Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes hay alguien al que ustedes no conocen:
él viene después de mí, y yo no soy digno de desatar la correa de su sandalia".
Todo esto sucedió en Betania, al otro lado del Jordán, donde Juan bautizaba.


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por

San Gregorio Magno (v. 540-604), papa y doctor de la Iglesia
Homilías sobre el Evangelio, n° 7

«Entre vosotros está uno que no conocéis: él viene detrás de mí»

"Yo bautizo con agua, pero entre vosotros hay uno que no conocéis».
No está en espíritu, sino en el agua que Juan bautiza. Incapaz de perdonar
los pecados, lava con agua el cuerpo de los bautizados, pero no se lava el
espíritu para el perdón. Entonces, ¿por qué bautizar, si no se limpian los
pecados por su bautismo? ¿Por qué, si no permanecería en su papel de
precursor? Al igual que al nacer, precedió al Señor que iba a nacer,
también lo precedió, al bautizarse, el Señor que iba a ser bautizado.
Precursor de Cristo por su predicación, lo precedió también bautizando, el
que fue la imagen del sacramento que estaba por venir. Juan anunció
un misterio cuando dijo que Cristo estaba entre los hombres y que no lo
conocían, ya que el Señor, cuando se mostró en la carne se hizo visible en
su cuerpo e invisible en su majestad. Y Juan añade: "El que viene después
de mí se ha puesto delante mío" (Jn 1,15)...; explica las causas de la
superioridad de Cristo cuando dice: "Porque existía antes que yo", como si
dijera claramente: "Si va delante mío, aunque él nació después que yo, es
porque el tiempo de su nacimiento, no le pone límites. Nacido de una madre
en el tiempo, es engendrado por el Padre fuera del tiempo". Juan
muestra humilde respeto, continúa: "yo no soy digno de desatar la correa de
su sandalia." Era costumbre entre los antiguos, que si alguien se negaba a
casarse con una chica con la que estaba prometido, esta desataba la
sandalia de aquel que se volvía atrás. Pero Cristo ¿no se mostró como el
Esposo de la santa Iglesia? ... Pero debido a que los hombres pensaban que
Juan era el Mesías – cosa que el mismo Juan negaba - se declara indigno de
desatar la correa de su sandalia. Es como si dijera... "No me adjudico
incorrectamente el nombre del esposo" (cf. Jn 3,29).




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domingo, 4 de diciembre de 2011

Evangelio del Día

domingo 04 Diciembre 2011
II Domingo de Adviento B

Santa Barbara



Leer el comentario del Evangelio por
Homilía atribuida a san Gregorio Taumaturgo : «No soy digno de desatarle las sandalias»

Lecturas

Isaías 40,1-5.9-11.


¡Consuelen, consuelen a mi Pueblo, dice su Dios!
Hablen al corazón de Jerusalén y anúncienle que su tiempo de servicio se ha cumplido, que su culpa está paga, que ha recibido de la mano del Señor doble castigo por todos sus pecados.
Una voz proclama: ¡Preparen en el desierto el camino del Señor, tracen en la estepa un sendero para nuestro Dios!
¡Que se rellenen todos los valles y se aplanen todas las montañas y colinas; que las quebradas se conviertan en llanuras y los terrenos escarpados, en planicies!
Entonces se revelará la gloria del Señor y todos los hombres la verán juntamente, porque ha hablado la boca del Señor.
Súbete a una montaña elevada, tú que llevas la buena noticia a Sión; levanta con fuerza tu voz, tú que llevas la buena noticia a Jerusalén. Levántala sin temor, di a las ciudades de Judá: "¡Aquí está su Dios!".
Ya llega el Señor con poder y su brazo le asegura el dominio: el premio de su victoria lo acompaña y su recompensa lo precede.
Como un pastor, él apacienta su rebaño, lo reúne con su brazo; lleva sobre su pecho a los corderos y guía con cuidado a las que han dado a luz.


San Pedro 2 3,8-14.


Pero ustedes, queridos hermanos, no deben ignorar que, delante del Señor, un día es como mil años y mil años como un día.
El señor no tarda en cumplir lo que ha prometido, como algunos se imaginan, sino que tiene paciencia con ustedes porque no quiere que nadie perezca, sino que todos se conviertan.
Sin embargo, el Día del Señor, llegará como un ladrón, y ese día, los cielos desaparecerán estrepitosamente; los elementos serán desintegrados por el fuego, y la tierra, con todo lo que hay en ella, será consumida.
Ya que todas las cosas se desintegrarán de esa manera, ¡qué santa y piadosa debe ser la conducta de ustedes,
esperando y acelerando la venida del Día del Señor! Entonces se consumirán los cielos y los elementos quedarán fundidos por el fuego.
Pero nosotros, de acuerdo con la promesa del Señor, esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva donde habitará la justicia.
Por eso, queridos hermanos, mientras esperan esto, procuren vivir de tal manera que él los encuentre en paz, sin mancha ni reproche.


Marcos 1,1-8.


Comienzo de la Buena Noticia de Jesús, Mesías, Hijo de Dios.
Como está escrito en el libro del profeta Isaías: Mira, yo envío a mi mensajero delante de ti para prepararte el camino.
Una voz grita en el desierto: Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos,
así se presentó Juan el Bautista en el desierto, proclamando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados.
Toda la gente de Judea y todos los habitantes de Jerusalén acudían a él, y se hacían bautizar en las aguas del Jordán, confesando sus pecados.
Juan estaba vestido con una piel de camello y un cinturón de cuero, y se alimentaba con langostas y miel silvestre. Y predicaba, diciendo:
"Detrás de mí vendrá el que es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de ponerme a sus pies para desatar la correa de sus sandalias.
Yo los he bautizado a ustedes con agua, pero él los bautizará con el Espíritu Santo".


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por

Homilía atribuida a san Gregorio Taumaturgo (v. 213 – v. 270), obispo
Homilía sobre la santa Teofanía, 4; PG 10, 1181

«No soy digno de desatarle las sandalias»

[Jesús fue a Juan para que lo bautizara. Juan dijo: ¡soy yo quien
tengo que ser bautizado por ti! (Mt 3,3.14).] En tu presencia, Señor, no me
puedo callar, porque «yo soy la voz, y la voz del que clama en el desierto:
preparad el camino del Señor. Soy yo el que necesita que tú me bautices, ¿y
tú vienes a mí?» (Mt 3,3.14). En el principio existía el Verbo, y el
Verbo estaba junto a Dios y el Verbo era Dios (Juan 1,1) ; eres el reflejo
resplandeciente de la gloria del Padre, la expresión perfecta del Padre(He
1,3); eres la verdadera luz que ilumina el mundo(Jn 1,9); tú que aunque
estabas en el mundo, viniste donde ya estabas; tú que te hiciste carne,
pero que habitas en nosotros(Jn 1,14; 14,23) y que te mostraste a tus
siervos en condición de siervo(Fil 2,7); tú que uniste la tierra y el cielo
con tu santo nombre como puente; ¿Eres tú quien vienes a mi?¿Tú que eres
tan poderoso en comparación a mi pobreza? El rey hacia el servidor, el
Señor hacia el servidor... "Yo sé cuál es el abismo entre la tierra
y el Creador». Cuál la diferencia entre el barro de la tierra y el que la
ha modelado (Gen 2,7). Yo sé que tú eres el sol de justicia mayor que yo,
que soy la lámpara de tu gracia (Mt 3,20 y Jn 5,35). Y mientras estás
cubierto por la nube de tu cuerpo puro, yo, sin embargo, reconozco mi
condición de siervo, que proclama tu gloria. "Yo no soy digno de desatar la
correa de tus sandalias." ¿Y cómo me atrevo a tocar tu cabeza? Cómo
extenderé la mano sobre ti, »que has extendido los cielos como una tienda
de campaña" y que has afianzado «las aguas sobre la tierra" (Salmo 103,2,
135,6) ... ¿Qué oración voy a hacer sobre ti, que acoges las oraciones de
aquellos que te ignoran?




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