domingo 07 Agosto 2011
XIX Domingo del Tiempo Ordinario A
San Cayetano
Leer el comentario del Evangelio por
San Juan Crisóstomo : «Hombre de poca fe, ¿por qué has dudado?»
Lecturas
1 Reyes 19,9a.11-13a.
Allí, entró en la gruta y pasó la noche. Entonces le fue dirigida la palabra del Señor.
El Señor le dijo: "Sal y quédate de pie en la montaña, delante del Señor". Y en ese momento el Señor pasaba. Sopló un viento huracanado que partía las montañas y resquebrajaba las rocas delante del Señor. Pero el Señor no estaba en el viento. Después del viento, hubo un terremoto. Pero el Señor no estaba en el terremoto.
Después del terremoto, se encendió un fuego. Pero el Señor no estaba en el fuego. Después del fuego, se oyó el rumor de una brisa suave.
Al oírla, Elías se cubrió el rostro con su manto, salió y se quedó de pie a la entrada de la gruta. Entonces le llegó una voz, que decía: "¿Qué haces aquí, Elías?".
San Pablo a los Romanos 9,1-5.
Digo la verdad en Cristo, no miento, y mi conciencia me lo atestigua en el Espíritu Santo.
Siento una gran tristeza y un dolor constante en mi corazón.
Yo mismo desearía ser maldito, separado de Cristo, en favor de mis hermanos, los de mi propia raza.
Ellos son israelitas: a ellos pertenecen la adopción filial, la gloria, las alianzas, la legislación, el culto y las promesas.
A ellos pertenecen también los patriarcas, y de ellos desciende Cristo según su condición humana, el cual está por encima de todo, Dios bendito eternamente. Amén.
Mateo 14,22-33.
En seguida, obligó a los discípulos que subieran a la barca y pasaran antes que él a la otra orilla, mientras él despedía a la multitud.
Después, subió a la montaña para orar a solas. Y al atardecer, todavía estaba allí, solo.
La barca ya estaba muy lejos de la costa, sacudida por las olas, porque tenían viento en contra.
A la madrugada, Jesús fue hacia ellos, caminando sobre el mar.
Los discípulos, al verlo caminar sobre el mar, se asustaron. "Es un fantasma", dijeron, y llenos de temor se pusieron a gritar.
Pero Jesús les dijo: "Tranquilícense, soy yo; no teman".
Entonces Pedro le respondió: "Señor, si eres tú, mándame ir a tu encuentro sobre el agua".
"Ven", le dijo Jesús. Y Pedro, bajando de la barca, comenzó a caminar sobre el agua en dirección a él.
Pero, al ver la violencia del viento, tuvo miedo, y como empezaba a hundirse, gritó: "Señor, sálvame".
En seguida, Jesús le tendió la mano y lo sostuvo, mientras le decía: "Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?".
En cuanto subieron a la barca, el viento se calmó.
Los que estaban en ella se postraron ante él, diciendo: "Verdaderamente, tú eres el Hijo de Dios".
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por
San Juan Crisóstomo (v. 345-407), padre de Antioquía, después obispo de Constantinopla, doctor de la Iglesia
Homilías sobre el Evangelio de San Mateo, n°50, 1-2
«Hombre de poca fe, ¿por qué has dudado?»
Los discípulos son de nuevo presa de oleadas y tormentas semejantes
a la primeras (Mt 8,24) que se desataron contra ellos; pero entonces tenían
a Jesús con ellos, mientras que esta vez se encuentran solos y entregados a
sí mismos... Pienso, que el Salvador quería así reavivar su corazón
dormido; haciéndolos vivir en la angustia, les causaba un vivo deseo de su
presencia y hacía su recuerdo constantemente presente en su pensamiento.
Por ello no acudió inmediatamente en su socorro, pero «Al final de la
noche, fue hacia ellos caminando sobre el mar"... Pedro, siempre tan
enérgico, adelantándose a los demás discípulos, le dice: "Señor, si eres
tú, dame la orden de ir hacia ti sobre las aguas "... No le dice: "dame la
orden de caminar sobre las aguas" sino "de venir a ti", porque nadie amaba
a Jesús como él. Hizo lo mismo después de la resurrección: no pudiendo
soportar ir tan lentamente como los demás en la barca, se ha arrojado al
agua para adelantarse y satisfacer su amor por Cristo... Descendiendo, por
tanto de la barca, Pedro fue hacia Jesús, más feliz de ir hacia Él, que de
caminar sobre las aguas. Pero después de superar un peligro tan grande,
como el del mar, sucumbió a uno menor, el del viento. Así es la naturaleza
humana: con frecuencia, después de haber superado peligros graves,
sucumbimos en los menos importantes... Pedro, no estaba exento de cualquier
temor...a pesar de la presencia de Cristo cerca de él. No sirve de nada
estar junto a Cristo, si no se está próximo a Él por la fe. Esto es lo que
marca la distancia entre el maestro y el discípulo... «Hombres de
poco de fe, ¿por qué dudáis?» Por consiguiente, si la fe de Pedro no
hubiera disminuido, habría resistido el viento sin dificultad. Y la prueba
de ello es que Jesús agarra a Pedro, cuando el viento deja de soplar... Al
igual que la madre sostiene las alas de sus pequeños pajarillos cuando
salen del nido antes del tiempo, cuándo van a caer en tierra, y los conduce
de nuevo al nido, así ha hecho Cristo con respecto a Pedro.
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domingo, 7 de agosto de 2011
Evangelio del Día
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