domingo, 27 de marzo de 2011

Evangelio del Día

domingo 27 Marzo 2011
III Domingo de Cuaresma A

San Ruperto,  Advocación Mariana: Nuestra Señora de la Rábida



Leer el comentario del Evangelio por
Santiago de Saroug : « Serás más grande que nuestro padre Jacob? »

Lecturas

Exodo 1,3-7.

Pero el pueblo, torturado por la sed, protestó contra Moisés diciendo: "¿Para qué nos hiciste salir de Egipto? ¿Sólo para hacernos morir de sed, junto con nuestros hijos y nuestro ganado?".
Moisés pidió auxilio al Señor, diciendo: "¿Cómo tengo que comportarme con este pueblo, si falta poco para que me maten a pedradas?".
El Señor respondió a Moisés: "Pasa delante del pueblo, acompañado de algunos ancianos de Israel, y lleva en tu mano el bastón con que golpeaste las aguas del Nilo. Ve,
porque yo estaré delante de ti, allá sobre la roca, en Horeb. Tú golpearás la roca, y de ella brotará agua para que beba el pueblo". Así lo hizo Moisés, a la vista de los ancianos de Israel.
Aquel lugar recibió el nombre de Masá - que significa "Provocación"- y de Meribá - que significa "Querella"- a causa de la acusación de los israelitas, y porque ellos provocaron al Señor, diciendo: "¿El Señor está realmente entre nosotros, o no?".


San Pablo a los Romanos 5,1-2.5-8.

Justificados, entonces, por la fe, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo.
Por él hemos alcanzado, mediante la fe, la gracia en la que estamos afianzados, y por él nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios.
Y la esperanza no quedará defraudada, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo, que nos ha sido dado.
En efecto, cuando todavía éramos débiles, Cristo, en el tiempo señalado, murió por los pecadores.
Difícilmente se encuentra alguien que dé su vida por un hombre justo; tal vez alguno sea capaz de morir por un bienhechor.
Pero la prueba de que Dios nos ama es que Cristo murió por nosotros cuando todavía éramos pecadores.


Juan 4,5-42.

Llegó a una ciudad de Samaría llamada Sicar, cerca de las tierras que Jacob había dado a su hijo José.
Allí se encuentra el pozo de Jacob. Jesús, fatigado del camino, se había sentado junto al pozo. Era la hora del mediodía.
Una mujer de Samaría fue a sacar agua, y Jesús le dijo: "Dame de beber".
Sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar alimentos.
La samaritana le respondió: "¡Cómo! ¿Tú, que eres judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?". Los judíos, en efecto, no se trataban con los samaritanos.
Jesús le respondió: "Si conocieras el don de Dios y quién es el que te dice: 'Dame de beber', tú misma se lo hubieras pedido, y él te habría dado agua viva".
"Señor, le dijo ella, no tienes nada para sacar el agua y el pozo es profundo. ¿De dónde sacas esa agua viva?
¿Eres acaso más grande que nuestro padre Jacob, que nos ha dado este pozo, donde él bebió, lo mismo que sus hijos y sus animales?".
Jesús le respondió: "El que beba de esta agua tendrá nuevamente sed,
pero el que beba del agua que yo le daré, nunca más volverá a tener sed. El agua que yo le daré se convertirá en él en manantial que brotará hasta la Vida eterna".
"Señor, le dijo la mujer, dame de esa agua para que no tenga más sed y no necesite venir hasta aquí a sacarla".
Jesús le respondió: "Ve, llama a tu marido y vuelve aquí".
La mujer respondió: "No tengo marido". Jesús continuó: "Tienes razón al decir que no tienes marido,
porque has tenido cinco y el que ahora tienes no es tu marido; en eso has dicho la verdad".
La mujer le dijo: "Señor, veo que eres un profeta.
Nuestros padres adoraron en esta montaña, y ustedes dicen que es en Jerusalén donde se debe adorar".
Jesús le respondió: "Créeme, mujer, llega la hora en que ni en esta montaña ni en Jerusalén se adorará al Padre.
Ustedes adoran lo que no conocen; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación viene de los judíos.
Pero la hora se acerca, y ya ha llegado, en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque esos son los adoradores que quiere el Padre.
Dios es espíritu, y los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad".
La mujer le dijo: "Yo sé que el Mesías, llamado Cristo, debe venir. Cuando él venga, nos anunciará todo".
Jesús le respondió: "Soy yo, el que habla contigo".
En ese momento llegaron sus discípulos y quedaron sorprendidos al verlo hablar con una mujer. Sin embargo, ninguno le preguntó: "¿Qué quieres de ella?" o "¿Por qué hablas con ella?".
La mujer, dejando allí su cántaro, corrió a la ciudad y dijo a la gente:
"Vengan a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que hice. ¿No será el Mesías?".
Salieron entonces de la ciudad y fueron a su encuentro.
Mientras tanto, los discípulos le insistían a Jesús, diciendo: "Come, Maestro".
Pero él les dijo: "Yo tengo para comer un alimento que ustedes no conocen".
Los discípulos se preguntaban entre sí: "¿Alguien le habrá traído de comer?".
Jesús les respondió: "Mi comida es hacer la voluntad de aquel que me envió y llevar a cabo su obra.
Ustedes dicen que aún faltan cuatro meses para la cosecha. Pero yo les digo: Levanten los ojos y miren los campos: ya están madurando para la siega.
Ya el segador recibe su salario y recoge el grano para la Vida eterna; así el que siembra y el que cosecha comparten una misma alegría.
Porque en esto se cumple el proverbio: 'no siembra y otro cosecha'
Yo los envié a cosechar adonde ustedes no han trabajado; otros han trabajado, y ustedes recogen el fruto de sus esfuerzos".
Muchos samaritanos de esta ciudad habían creído en él por la palabra de la mujer, que atestiguaba: "Me ha dicho todo lo que hice".
Por eso, cuando los samaritanos se acercaron a Jesús, le rogaban que se quedara con ellos, y él permaneció allí dos días.
Muchos más creyeron en él, a causa de su palabra.
Y decían a la mujer: "Ya no creemos por lo que tú has dicho; nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es verdaderamente el Salvador del mundo".


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por

Santiago de Saroug (v. 449-521), monje y obispo sirio.
Homilía sobre nuestro Señor y Jacob, sobre la Iglesia y Raquel

« Serás más grande que nuestro padre Jacob? »

    La vista de la belleza de Raquel a hecho a Jacob de alguna forma más
fuerte: ha podido levantar la enorme piedra de encima del pozo y dar de
beber al rebaño (Gn 29,10)... En Raquel con quien se casaba, veía el
símbolo de la Iglesia. Por ello era preciso que abrazándola llore y sufra
(v. 11), a fin de prefigurar por su matrimonio los sufrimientos del Hijo...
¡Cuánto más hermosas las nupcias del Esposo Real que las de sus
embajadores! Jacob ha llorado por Raquel casándola; nuestro Señor ha
cubierto la Iglesia con su sangre salvándola. Las lágrimas son el símbolo
de la sangre, porque no es sin dolor como brotan de los ojos. El llanto del
justo Jacob es el símbolo del gran sufrimiento del Hijo, por el cual la
Iglesia de las naciones ha sido salvada.     Ven, contempla nuestro
Maestro: ha venido a casa de su Padre en el mundo, se ha anonadado para
cumplir su camino de humildad (Ph 2,7)... Ha visto las naciones como
rebaños muy sedientos, y la fuente de la vida cerrada por el pecado como
por una piedra. Ha visto la Iglesia parecida a Raquel: entonces se
precipitó hacia ella, derribó el pecado pesado como una roca. Ha abierto
para su esposa el baptisterio para que se bañe; ha sacado de allí, ha dado
a beber a las naciones de la tierra, como a sus rebaños. Con su poder, ha
levantado el pesado peso de los pecados; para el mundo entero, ha puesto al
descubierto la fuente de agua dulce... Sí, por la Iglesia, nuestro
Señor se dió un gran trabajo. Por amor, el Hijo de Dios vendió sus
sufrimientos, con el fin de unirse, al precio de sus llagas, a la Iglesia
abandonada. Por ella, que adoraba los ídolos, sufrió en la cruz. Por ella
ha querido entregarse, para que sea suya, toda inmaculada (Ep 5,25-27).
Consintió llevar a pacer el rebaño entero de los hombres, con el gran
bastón de la cruz; no rehusó sufrir. Razas, naciones, tribus, multitudes y
pueblos, aceptó conducir a todos, para tener para él, a su vez, la Iglesia,
su única (Ct 6,9).




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domingo, 20 de marzo de 2011

Evangelio del Día

domingo 20 Marzo 2011
II Domingo de Cuaresma A

San Martín Dumiense



Leer el comentario del Evangelio por
San Efrén : «Este es mi Hijo muy amado »

Lecturas

Génesis 12,1-4.
El Señor dijo a Abrám: "Deja tu tierra natal y la casa de tu padre, y ve al
país que yo te mostraré.
Yo haré de ti una gran nación y te bendeciré;
engrandeceré tu nombre y serás una bendición.
Bendeciré a los que te
bendigan y maldeciré al que te maldiga, y por ti se bendecirán todos los
pueblos de la tierra".
Abrám partió, como el Señor se lo había ordenado, y
Lot se fue con él. Cuando salió de Jarán, Abrám tenía setenta y cinco años.




San Pablo a Timoteo 2 1,8-10.
No te avergüences del testimonio de nuestro Señor, ni tampoco de mí, que
soy su prisionero. Al contrario, comparte conmigo los sufrimientos que es
necesario padecer por el Evangelio, animado con la fortaleza de Dios.
El
nos salvó y nos eligió con su santo llamado, no por nuestras obras, sino
por su propia iniciativa y por la gracia: esa gracia que nos concedió en
Cristo Jesús, desde toda la eternidad,
y que ahora se ha revelado en la
Manifestación de nuestro Salvador Jesucristo. Porque él destruyó la muerte
e hizo brillar la vida incorruptible, mediante la Buena Noticia,



Mateo 17,1-9.
Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y
los llevó aparte a un monte elevado.
Allí se transfiguró en presencia de
ellos: su rostro resplandecía como el sol y sus vestiduras se volvieron
blancas como la luz.
De pronto se les aparecieron Moisés y Elías, hablando
con Jesús.
Pedro dijo a Jesús: "Señor, ¡qué bien estamos aquí! Si quieres,
levantaré aquí mismo tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para
Elías".
Todavía estaba hablando, cuando una nube luminosa los cubrió con
su sombra y se oyó una voz que decía desde la nube: "Este es mi Hijo muy
querido, en quien tengo puesta mi predilección: escúchenlo".
Al oír esto,
los discípulos cayeron con el rostro en tierra, llenos de temor.
Jesús se
acercó a ellos y, tocándolos, les dijo: "Levántense, no tengan miedo".

Cuando alzaron los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús solo.
Mientras
bajaban del monte, Jesús les ordenó: "No hablen a nadie de esta visión,
hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos".



Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por

San Efrén (v. 306-373), diácono en Siria, doctor de la Iglesia
Opera Omnia, p. 41

«Este es mi Hijo muy amado »

Simón-Pedro dice: « ¡Señor, es bueno estar aquí! » ¿Qué dices, Pedro?
Si permanecemos aquí, ¿quién realizará las predicciones de los profetas?
¿Quién sellará las palabras de los heraldos? ¿Quién llevará hasta su
término los misterios e los justos? Si permanecemos aquí ¿en quién se
cumplirán estas palabras:« Han atravesado mis manos y mis pies»? ¿En quién
se cumplirán estas palabras: « se han repartido mis vestiduras, han echado
a suertes mi túnica»? (Ps 21,17.19; Jn 19,24) ¿Quién realizará el anuncio
del salmo: « Por alimento, me dieron hiel y para mi sed, me dieron vinagre
» ? (68,22; Mt 27,34; Jn 19,29) ¿Quién vivirá la expresión: « Libre entre
los muertos » ? (Ps 87,6 hbr) ¿Cómo se ejecutarán mis promesas, cómo se
construirá la Iglesia? Y Pedro dice aún: « Hagamos aquí tres tiendas,
una para ti, una para Moisés, una para Elías». Enviado para construir la
Iglesia en el mundo, Pedro quiere levantar tres tiendas en la montaña. No
ve aún a Cristo más que como hombre, lo pone a la par de Moisés y Elías.
Pero Jesús le muestra pronto que no había necesidad de tienda. Era Él quien
durante 40 años, había levantado una tienda para los Padres, una tienda de
nube cuando permanecieron en el desierto (Ex 40,34). « Hablaban aún, y
he aquí que una nube luminosa les cubrió con su sombra ». ¿La ves, Simón,
esta tienda levantada sin esfuerzo? Destierra el calor, sin conllevar
tinieblas, tienda brillante y resplandeciente. Mientras que los discípulos
se extrañaban, una voz venida del Padre se hace oír en la nube: « ¡Este es
mi Hijo muy amado, en quien tengo todas mis complacencias, escuchadle! »...
El Padre enseñaba a los discípulos que la misión de Moisés estaba cumplida:
en adelante es el Hijo a quien deberán escuchar. El Padre, en la montaña
revelaba a los apóstoles lo que les quedaba oculto: « El que es » revelaba
« El que es » (Ex 3,14), el Padre hacía conocer a su Hijo.




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domingo, 13 de marzo de 2011

Evangelio del Día

domingo 13 Marzo 2011
I Domingo de Cuaresma A

Santa Cristina



Leer el comentario del Evangelio por
San Máximo de Turín : Alimentarse de la Palabra que sale de boca de Dios.

Lecturas

Génesis 2,7-9.3,1-7.
Entonces el Señor Dios modeló al hombre con arcilla del suelo y sopló en su
nariz un aliento de vida. Así el hombre se convirtió en un ser viviente.
El Señor Dios plantó un jardín en Edén, al oriente, y puso allí al hombre
que había formado.
Y el Señor Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles, que eran
atrayentes para la vista y apetitosos para comer; hizo brotar el árbol del
conocimiento del bien y del mal.
La serpiente era el más astuto de todos los animales del campo que el Señor
Dios había hecho, y dijo a la mujer: "¿Así que Dios les ordenó que no
comieran de ningún árbol del jardín?".
La mujer le respondió: "Podemos comer los frutos de todos los árboles del
jardín.
Pero respecto del árbol que está en medio del jardín, Dios nos ha dicho:
"No coman de él ni lo toquen, porque de lo contrario quedarán sujetos a la
muerte"».
La serpiente dijo a la mujer: "No, no morirán.
Dios sabe muy bien que cuando ustedes coman de ese árbol, se les abrirán
los ojos y serán como dioses, conocedores del bien y del mal".
Cuando la mujer vio que el árbol era apetitoso para comer, agradable a la
vista y deseable para adquirir discernimiento, tomó de su fruto y comió;
luego se lo dio a su marido, que estaba con ella, y él también comió.
Entonces se abrieron los ojos de los dos y descubrieron que estaban
desnudos. Por eso se hicieron unos taparrabos, entretejiendo hojas de
higuera.


San Pablo a los Romanos 5,12-19.
Por lo tanto, por un solo hombre entró el pecado en el mundo, y por el
pecado la muerte, y así la muerte pasó a todos los hombres, porque todos
pecaron.
En efecto, el pecado ya estaba en el mundo, antes de la Ley, pero cuando no
hay Ley, el pecado no se tiene en cuenta.
Sin embargo, la muerte reinó desde Adán hasta Moisés, incluso en aquellos
que no habían pecado, cometiendo una transgresión semejante a la de Adán,
que es figura del que debía venir.
Pero no hay proporción entre el don y la falta. Porque si la falta de uno
solo provocó la muerte de todos, la gracia de Dios y el don conferido por
la gracia de un solo hombre, Jesucristo, fueron derramados mucho más
abundantemente sobre todos.
Tampoco se puede comparar ese don con las consecuencias del pecado cometido
por un solo hombre, ya que el juicio de condenación vino por una sola
falta, mientras que el don de la gracia lleva a la justificación después de
muchas faltas.
En efecto, si por la falta de uno solo reinó la muerte, con mucha más
razón, vivirán y reinarán por medio de un solo hombre, Jesucristo, aquellos
que han recibido abundantemente la gracia y el don de la justicia.
Por consiguiente, así como la falta de uno solo causó la condenación de
todos, también el acto de justicia de uno solo producirá para todos los
hombres la justificación que conduce a la Vida.
Y de la misma manera que por la desobediencia de un solo hombre, todos se
convirtieron en pecadores, también por la obediencia de uno solo, todos se
convertirán en justos.


Mateo 4,1-11.
Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado
por el demonio.
Después de ayunar cuarenta días con sus cuarenta noches, sintió hambre.
Y el tentador, acercándose, le dijo: "Si tú eres Hijo de Dios, manda que
estas piedras se conviertan en panes".
Jesús le respondió: "Está escrito: El hombre no vive solamente de pan, sino
de toda palabra que sale de la boca de Dios".
Luego el demonio llevó a Jesús a la Ciudad santa y lo puso en la parte más
alta del Templo,
diciéndole: "Si tú eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito:
Dios dará órdenes a sus ángeles, y ellos te llevarán en sus manos para que
tu pie no tropiece con ninguna piedra".
Jesús le respondió: "También está escrito: No tentarás al Señor, tu Dios".
El demonio lo llevó luego a una montaña muy alta; desde allí le hizo ver
todos los reinos del mundo con todo su esplendor,
y le dijo: "Te daré todo esto, si te postras para adorarme".
Jesús le respondió: "Retírate, Satanás, porque está escrito: Adorarás al
Señor, tu Dios, y a él solo rendirás culto".
Entonces el demonio lo dejó, y unos ángeles se acercaron para servirlo.


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por

San Máximo de Turín (?-v. 420), Obispo
Sermón 16; PL 57, 561, CC Sermón 51, p. 206

Alimentarse de la Palabra que sale de boca de Dios.

     El Salvador responde al diablo: "No sólo de pan vive el hombre, sino
de toda palabra de Dios". Lo que significa:« Él no vive del pan de este
mundo, ni del alimento material del que tú te serviste para engañar a Adán,
el primer hombre, sino de la Palabra de Dios, de su Verbo, que contiene el
alimento de la vida celeste». Por lo tanto, el Verbo de Dios, es Cristo
nuestro Señor, como dice el evangelista: « En el principio existía el
Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios»(Jn 1,1). Todo el que se alimenta de
la palabra de Cristo ya no tiene necesidad de alimento de la tierra. Como
uno que se restaura con el pan del Señor, no puede ya desear el pan de este
mundo. En efecto, el Señor es su propio pan, o más bien, el Señor es el
mismo pan, como Él enseña por sus palabras: « Yo soy el pan que ha bajado
del cielo» (Jn 6,41). Y este pan hizo decir al Profeta: « El pan fortalece
el corazón del hombre»( Ps 103,15).
     ¿Qué me importa el pan que me ofrece el diablo, si yo tengo el pan que
reparte Cristo? ¿Qué me importa el alimento que.....ha expulsado al primer
hombre del Paraíso, ha hecho perder a Esaú su derecho de
primogenitura...(Gn 25,29), que ha convertido a Judas Iscariote en un
traidor (Jn 13,26)? Adán perdió en efecto el Paraíso por causa del
alimento, Esaú perdió su derecho de primogenitura por un plato de lentejas,
y Judas renunció a su rango de apóstol por un bocado: pues en el momento
que él cogió el bocado, dejó de ser un apóstol para ser un traidor... la
comida que tenemos que tomar es aquella que abre el camino al Salvador, no
al diablo, aquella que transforma al que la come en confesor de la fe y no
en traidor.
     El Señor tiene razón al decir, en este tiempo de ayuno, que es el
Verbo de Dios el que alimenta, para enseñarnos que no debemos pasar
nuestros ayunos preocupándonos de este mundo sino de la lectura de los
textos sagrados. En efecto, aquel que se alimenta de la Escritura se olvida
del hambre del cuerpo; aquel que se alimenta del Verbo celeste olvida el
hambre. Pues bien, este es el alimento que nutre el alma y calma al
hambriento...: da también la vida eterna y aleja de nosotros las trampas de
la tentación del diablo. Esta lectura de textos sagrados es vida como dice
el Señor: « Las palabras que os he dicho son espíritu y vida» (Jn 6,63).





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domingo, 6 de marzo de 2011

Evangelio del Día

domingo 06 Marzo 2011
IX Domingo del Tiempo Ordinario A

Santa Coleta



Leer el comentario del Evangelio por
San Bernardo : Cimentado en la roca

Lecturas

Deuteronomio 11,18.26-28.32.
Graben estas palabras en lo más íntimo de su corazón. Atenlas a sus manos
como un signo, y que sean como una marca sobre su frente.
Yo pongo hoy delante de ustedes una bendición y una maldición.
Bendición, si obedecen los mandamientos del Señor, su Dios, que hoy les
impongo.
Maldición, si desobedecen esos mandamientos y se apartan del camino que yo
les señalo, para ir detrás de dioses extraños, que ustedes no han conocido.

cumplan fielmente todos los preceptos y leyes que hoy les impongo.


San Pablo a los Romanos 3,21-25.28.
Pero ahora, sin la Ley, se ha manifestado la justicia de Dios atestiguada
por la Ley y los Profetas:
la justicia de Dios, por la fe en Jesucristo, para todos los que creen.
Porque no hay ninguna distinción:
todos han pecado y están privados de la gloria de Dios,
pero son justificados gratuitamente por su gracia, en virtud de la
redención cumplida en Cristo Jesús.
El fue puesto por Dios como instrumento de propiciación por su propia
sangre, gracias a la fe. De esa manera, Dios ha querido mostrar su
justicia:
Porque nosotros estimamos que el hombre es justificando por la fe, sin las
obras de la Ley.


Mateo 7,21-27.
No son los que me dicen: 'Señor, Señor', los que entrarán en el Reino de
los Cielos, sino los que cumplen la voluntad de mi Padre que está en el
cielo.
Muchos me dirán en aquel día: 'Señor, Señor, ¿acaso no profetizamos en tu
Nombre? ¿No expulsamos a los demonios e hicimos muchos milagros en tu
Nombre?'.
Entonces yo les manifestaré: 'Jamás los conocí; apártense de mí, ustedes,
los que hacen el mal'.
Así, todo el que escucha las palabras que acabo de decir y las pone en
práctica, puede compararse a un hombre sensato que edificó su casa sobre
roca.
Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y
sacudieron la casa; pero esta no se derrumbó porque estaba construida sobre
roca.
Al contrario, el que escucha mis palabras y no las practica, puede
compararse a un hombre insensato, que edificó su casa sobre arena.
Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y
sacudieron la casa: esta se derrumbó, y su ruina fue grande".


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por

San Bernardo (1091-1153), monje  cisterciense  y doctor de la Iglesia
Sermón sobre el Cantar de los cantares, n° 61

Cimentado en la roca

     "Paloma mía, en las oquedades de la roca, en el escondrijo escarpado,
déjame ver tu figura, déjame escuchar tu voz" (Ct 2,14). Alguien ha
reconocido en estas oquedades las heridas de Cristo. Y tiene razón, porque
Cristo es la roca.
     ¡Dichosas cavidades que permiten elevar el edificio de la fe en la
resurrección y dan testimonio de la divinidad de Cristo! "Señor mío y Dios
mío" dijo el apóstol ( Jn 20,28). ¿De dónde ha salido esta exclamación
tantas veces repetida, sino de las oquedades de la piedra? El gorrión ha
encontrado un refugio y la tórtola un nido para sus polluelos (Ps 83,4). La
paloma, escondida en su refugio, mira sin temblar al halcón que traza
círculos alrededor de ella. Por esto el Esposo dice: "Paloma mía en las
oquedades de la roca", y la paloma responde:"Él me ha establecido sobre la
roca" y "Él ha afianzado mis pies sobre la roca" (Ps 26,5; 39,3).
El hombre sabio construye su casa sobre la roca, para que no la
destruya ni la violencia del viento ni las inundaciones. ¿Qué bien no
proporciona la roca? sobre la roca, yo me levanto, me siento seguro, me
mantengo firme; me refugio del enemigo y me protejo de sus ataques, porque
yo estoy por encima de la tierra—y todo lo que es tierra es perecedero y
caduco.
     Que nuestra vida esté en el cielo y no tengamos miedo de caer ni de
ser derribados. La roca se eleva hasta el cielo y nos proporciona
seguridad; es el refugio de los indefensos (Ps 103,18).
     En efecto, ¿dónde podrá hallar nuestra debilidad un descanso seguro y
tranquilo, sino en las llagas del Salvador? En ellas habito con seguridad,
sabiendo que él puede salvarme. Grita el mundo, me oprime el cuerpo, el
diablo me pone asechanzas, pero yo no caigo, porque estoy cimentado sobre
piedra firme. Si cometo un gran pecado, me remorderá mi conciencia, pero no
perderé la paz, porque me acordaré de las llagas del Señor. Él, en efecto,
fue traspasado por nuestras rebeliones. ¿Qué hay tan mortífero que no haya
sido destruido por la muerte de Cristo? Por esto, si me acuerdo que tengo a
mano un remedio tan poderoso y eficaz, ya no me atemoriza ninguna dolencia,
por maligna que sea.





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