domingo, 30 de julio de 2017

Evangelio del Día


domingo 30 Julio 2017

Decimoséptimo Domingo del tiempo ordinario

San Pedro Crisólogo

Leer el comentario del Evangelio por
Santo Tomás de Aquino : "El reino de Dios se parece a un tesoro escondido en el campo..."

1 Reyes 3,5.7-12.

El Señor se apareció a Salomón en un sueño, durante la noche. Y le dijo: "Pídeme lo que quieras".
"Señor, Dios mío, has hecho reinar a tu servidor en lugar de mi padre David, a mí, que soy apenas un muchacho y no sé valerme por mí mismo.
Tu servidor está en medio de tu pueblo, el que tú has elegido, un pueblo tan numeroso que no se puede contar ni calcular.
Concede entonces a tu servidor un corazón comprensivo, para juzgar a tu pueblo, para discernir entre el bien y el mal. De lo contrario, ¿quién sería capaz de juzgar a un pueblo tan grande como el tuyo?".
Al Señor le agradó que Salomón le hiciera este pedido,
y Dios le dijo: "Porque tú has pedido esto, y no has pedido para ti una larga vida, ni riqueza, ni la vida de tus enemigos, sino que has pedido el discernimiento necesario para juzgar con rectitud,
yo voy a obrar conforme a lo que dices: Te doy un corazón sabio y prudente, de manera que no ha habido nadie como tú antes de ti, ni habrá nadie como tú después de ti."


San Pablo a los Romanos 8,28-30.

Hermanos:
Sabemos, además, que Dios dispone todas las cosas para el bien de los que lo aman, de aquellos que él llamó según su designio.
En efecto, a los que Dios conoció de antemano, los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para que él fuera el Primogénito entre muchos hermanos;
y a los que predestinó, también los llamó; y a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó.


Mateo 13,44-52.

Jesús dijo a la multitud:
"El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo; un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, vende todo lo que posee y compra el campo.
El Reino de los Cielos se parece también a un negociante que se dedicaba a buscar perlas finas;
y al encontrar una de gran valor, fue a vender todo lo que tenía y la compró."
El Reino de los Cielos se parece también a una red que se echa al mar y recoge toda clase de peces.
Cuando está llena, los pescadores la sacan a la orilla y, sentándose, recogen lo bueno en canastas y tiran lo que no sirve.
Así sucederá al fin del mundo: vendrán los ángeles y separarán a los malos de entre los justos,
para arrojarlos en el horno ardiente. Allí habrá llanto y rechinar de dientes.
¿Comprendieron todo esto?". "Sí", le respondieron.
Entonces agregó: "Todo escriba convertido en discípulo del Reino de los Cielos se parece a un dueño de casa que saca de sus reservas lo nuevo y lo viejo".



Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por :

Santo Tomás de Aquino (1225-1274), dominico, teólogo, doctor de la Iglesia
Homilía sobre el Credo

"El reino de Dios se parece a un tesoro escondido en el campo..."

Es lógico que la meta de todos nuestros deseos, es decir, la vida eterna, sea mencionado en el Credo, al final de todo lo que se nos propone creer: "Y la vida eterna. Amén." En la vida eterna está la unión del hombre con Dios.. la alabanza perfecta..., y el cumplimiento de todos nuestros deseos, porque cada uno de los bienaventurados poseerá aún más de lo que puede desear y esperar. En esta vida, nadie puede cumplir todos sus deseos. Nunca nada creado podrá satisfacer al hombre perfectamente. Sólo Dios satisface infinitamente. Por esto, sólo en Dios tenemos descanso, como lo dice San Agustín: " Nos has hecho par Ti, Señor, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti."

Ya que en la patria celeste los santos poseerán a Dios perfectamente, es evidente que no sólo su deseo será colmado sino que desbordarán de gloria. Por esto dice el Señor: "Entra en el gozo de tu Señor." (Mt 25,21) Y San Agustín dice a este propósito: "No todo el gozo entrará en los que se alegrarán. En cambio, ellos entrarán del todo en el gozo eterno." En un salmo se dice: "Quisiera contemplarte en tu santuario, ver tu poder y tu gloria." (Sal 62,3) y en otro: "el Señor te dará lo que desea tu corazón. (Sal 37,4)"... Cuando uno desea las delicias verdaderas es aquí donde se encuentra la delectación suprema y perfecta porque consistirá en el bien supremo que es Dios mismo: "A tu derecha delicias por siempre." (Sal 15,11)







domingo, 23 de julio de 2017

Evangelio del Día


domingo 23 Julio 2017

Decimosexto Domingo del tiempo ordinario

Santa Brígida de Suecia

Leer el comentario del Evangelio por
Homilía atribuida a San Macario de Egipto : «Un enemigo lo ha hecho»

Sabiduría 12,13.16-19.

Fuera de ti, no hay otro Dios que cuide de todos,
a quien tengas que probar que tus juicios no son injustos;
Porque tu fuerza es el principio de tu justicia,
y tu dominio sobre todas las cosas te hace indulgente con todos.
Tú muestras tu fuerza cuando alguien no cree
en la plenitud de tu poder,
y confundes la temeridad de aquellos que la conocen.
Pero, como eres dueño absoluto de tu fuerza,
juzgas con serenidad y nos gobiernas con gran indulgencia,
porque con sólo quererlo puedes ejercer tu poder.
Al obrar así, tú enseñaste a tu pueblo
que el justo debe ser amigo de los hombres
y colmaste a tus hijos de una feliz esperanza,
porque, después del pecado, das lugar al arrepentimiento.


San Pablo a los Romanos 8,26-27.

Hermanos:
El Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad porque no sabemos orar como es debido; pero el Espíritu intercede por nosotros con gemidos inefables.
Y el que sondea los corazones conoce el deseo del Espíritu y sabe que su intercesión en favor de los santos está de acuerdo con la voluntad divina.


Mateo 13,24-43.


Jesús propuso a la gente otra parábola:
"El Reino de los Cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo;
pero mientras todos dormían vino su enemigo, sembró cizaña en medio del trigo y se fue.
Cuando creció el trigo y aparecieron las espigas, también apareció la cizaña.
Los peones fueron a ver entonces al propietario y le dijeron: 'Señor, ¿no habías sembrado buena semilla en tu campo? ¿Cómo es que ahora hay cizaña en él?'.
El les respondió: 'Esto lo ha hecho algún enemigo'. Los peones replicaron: '¿Quieres que vayamos a arrancarla?'.
'No, les dijo el dueño, porque al arrancar la cizaña, corren el peligro de arrancar también el trigo.
Dejen que crezcan juntos hasta la cosecha, y entonces diré a los cosechadores: Arranquen primero la cizaña y átenla en manojos para quemarla, y luego recojan el trigo en mi granero'".
También les propuso otra parábola: "El Reino de los Cielos se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su campo.
En realidad, esta es la más pequeña de las semillas, pero cuando crece es la más grande de las hortalizas y se convierte en un arbusto, de tal manera que los pájaros del cielo van a cobijarse en sus ramas".
Después les dijo esta otra parábola: "El Reino de los Cielos se parece a un poco de levadura que una mujer mezcla con gran cantidad de harina, hasta que fermenta toda la masa".
Todo esto lo decía Jesús a la muchedumbre por medio de parábolas, y no les hablaba sin parábolas,
para que se cumpliera lo anunciado por el Profeta: Hablaré en parábolas, anunciaré cosas que estaban ocultas desde la creación del mundo.
Entonces, dejando a la multitud, Jesús regresó a la casa; sus discípulos se acercaron y le dijeron: "Explícanos la parábola de la cizaña en el campo".
El les respondió: "El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre;
el campo es el mundo; la buena semilla son los que pertenecen al Reino; la cizaña son los que pertenecen al Maligno,
y el enemigo que la siembra es el demonio; la cosecha es el fin del mundo y los cosechadores son los ángeles.
Así como se arranca la cizaña y se la quema en el fuego, de la misma manera sucederá al fin del mundo.
El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y estos quitarán de su Reino todos los escándalos y a los que hicieron el mal,
y los arrojarán en el horno ardiente: allí habrá llanto y rechinar de dientes.
Entonces los justos resplandecerán como el sol en el Reino de su Padre. ¡El que tenga oídos, que oiga!"



Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por :

Homilía atribuida a San Macario de Egipto (¿-390), monje
Homilías espirituales, nº 51

«Un enemigo lo ha hecho»

     Os escribo, amados hermanos, para que sepáis que desde el día en que Adán fue creado hasta el fin del mundo, el Maligno, sin descanso alguno hará la guerra a los santos (Ap 13,7)... Sin embargo son ahora pocos los que se dan cuenta que el devastador de las almas cohabita con ellos en su cuerpo, muy cerca del alma. Están atribulados y no hay en la tierra nadie que pueda confortarlos. Por eso miran al cielo y ponen en él su esperanza con el fin de recibir algo dentro de ellos mismos. Y por esta fuerza, y gracias a la armadura del Espíritu (Ef 6,13), vencerán. En efecto, reciben del cielo una fuerza que permanece oculta a los ojos de la carne. Mientras buscarán a Dios con todo su corazón, la fuerza de Dios en todo momento, secretamente, vendrá en su ayuda... Precisamente porque tocan con su propio dedo su debilidad, porque se sienten incapaces de vencer, piden ardientemente la armadura de Dios, y revestidos con las armas del Espíritu para el combate (Ef 6,13), salen victoriosos...

Sabed pues, hermanos muy amados, que a todos aquellos que han preparado su alma para que sea una buena tierra por la semilla celestial, el enemigo se apresura a sembrar en ellos su cizaña... Sabed también que los que no buscan el Señor con todo su corazón no son tentados por Satán de manera tan evidente; es más bien escondidamente y por medio de la astucia que intena alejarlos de Dios.

Pero ahora, hermanos, sed valientes y no temáis. No os dejéis asustar por las imaginaciones que suscita el enemigo. En la oración no os entreguéis a una agitación confusa, multiplicando gritos fuera de lugar, sino que acoged la gracia del Señor por la contrición y el arrepentimiento... Sed valientes, reconfortaos mutuamente, aguantad, preocupaos de vuestras almas, perseverad celosamente en la oración... Porque todos los que buscan a Dios en verdad recibirán una fuerza divina en su alma, y todos éstos, al recibir esta unción celestial, sentirán en sus almas el sabor y la dulzura del mundo venidero. Que la paz del Señor, la que han gozado todos los santos padres y les ha preservado de toda tentación, permanezca siempre con vosotros.







domingo, 16 de julio de 2017

Evangelio del Día


domingo 16 Julio 2017

Decimoquinto Domingo del tiempo ordinario

Virgen Del Carmen

Leer el comentario del Evangelio por
Santa Teresa de Ávila : «Las preocupaciones del mundo y las seducciones de las riquezas ahogan la Palabra»

Isaías 55,10-11.

Así habla el Señor:
Así como la lluvia y la nieve descienden del cielo
y no vuelven a él sin haber empapado la tierra,
sin haberla fecundado y hecho germinar,
para que dé la semilla al sembrador
y el pan al que come,
así sucede con la palabra que sale de mi boca:
ella no vuelve a mí estéril,
sino que realiza todo lo que yo quiero
y cumple la misión que yo le encomendé.


San Pablo a los Romanos 8,18-23.

Hermanos:
Yo considero que los sufrimientos del tiempo presente no pueden compararse con la gloria futura que se revelará en nosotros.
En efecto, toda la creación espera ansiosamente esta revelación de los hijos de Dios.
Ella quedó sujeta a la vanidad, no voluntariamente, sino por causa de quien la sometió, pero conservando una esperanza.
Porque también la creación será liberada de la esclavitud de la corrupción para participar de la gloriosa libertad de los hijos de Dios.
Sabemos que la creación entera, hasta el presente, gime y sufre dolores de parto.
Y no sólo ella: también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente anhelando que se realice la redención de nuestro cuerpo.


Mateo 13,1-23.

Aquel día, Jesús salió de la casa y se sentó a orillas del mar.
Una gran multitud se reunió junto a él, de manera que debió subir a una barca y sentarse en ella, mientras la multitud permanecía en la costa.
Entonces él les habló extensamente por medio de parábolas. Les decía: "El sembrador salió a sembrar.
Al esparcir las semillas, algunas cayeron al borde del camino y los pájaros las comieron.
Otras cayeron en terreno pedregoso, donde no había mucha tierra, y brotaron en seguida, porque la tierra era poco profunda;
pero cuando salió el sol, se quemaron y, por falta de raíz, se secaron.
Otras cayeron entre espinas, y estas, al crecer, las ahogaron.
Otras cayeron en tierra buena y dieron fruto: unas cien, otras sesenta, otras treinta.
¡El que tenga oídos, que oiga!".
Los discípulos se acercaron y le dijeron: "¿Por qué les hablas por medio de parábolas?".
El les respondió: "A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no.
Porque a quien tiene, se le dará más todavía y tendrá en abundancia, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene.
Por eso les hablo por medio de parábolas: porque miran y no ven, oyen y no escuchan ni entienden.
Y así se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dice: Por más que oigan, no comprenderán, por más que vean, no conocerán,
Porque el corazón de este pueblo se ha endurecido, tienen tapados sus oídos y han cerrado sus ojos, para que sus ojos no vean, y sus oídos no oigan, y su corazón no comprenda, y no se conviertan, y yo no los cure.
Felices, en cambio, los ojos de ustedes, porque ven; felices sus oídos, porque oyen.
Les aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que ustedes ven y no lo vieron; oír lo que ustedes oyen, y no lo oyeron."
Escuchen, entonces, lo que significa la parábola del sembrador.
Cuando alguien oye la Palabra del Reino y no la comprende, viene el Maligno y arrebata lo que había sido sembrado en su corazón: este es el que recibió la semilla al borde del camino.
El que la recibe en terreno pedregoso es el hombre que, al escuchar la Palabra, la acepta en seguida con alegría,
pero no la deja echar raíces, porque es inconstante: en cuanto sobreviene una tribulación o una persecución a causa de la Palabra, inmediatamente sucumbe.
El que recibe la semilla entre espinas es el hombre que escucha la Palabra, pero las preocupaciones del mundo y la seducción de las riquezas la ahogan, y no puede dar fruto.
Y el que la recibe en tierra fértil es el hombre que escucha la Palabra y la comprende. Este produce fruto, ya sea cien, ya sesenta, ya treinta por uno".



Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por :

Santa Teresa de Ávila (1515-1582), carmelita descalza y doctora de la Iglesia
Exclamaciones, N.º 8

«Las preocupaciones del mundo y las seducciones de las riquezas ahogan la Palabra»

¡Oh Señor, Dios mío, y cómo tenéis palabras de vida adonde todos los mortales hallarán lo que desean, si lo quisiéremos buscar! Mas ¡qué maravilla, Dios mío, que olvidemos vuestras palabras con la locura y enfermedad que causan nuestras malas obras! ¡Oh Dios mío, Dios, Dios hacedor de todo lo criado! ¿Y qué es lo criado, si Vos, Señor, quisiéreis criar más? Sois todopoderoso; son incomprensibles vuestras obras. Pues haced, Señor, que no se aparten de mi pensamiento vuestras palabras.

Decís Vos: "Venid a mí todos los que trabajáis y estáis cargados, que yo os consolaré" (Cf. Mt 11,28). ¿Qué más queremos, Señor? ¿Qué pedimos? ¿Qué buscamos? ¿Por qué están los del mundo perdidos, sino por buscar descanso? ¡Válgame Dios, oh, válgame Dios! ¿Qué es esto, Señor? ¡Oh, qué lástima! ¡Oh, qué gran ceguedad, que le busquemos en lo que es imposible hallarle!

Habed piedad, Criador, de estas vuestras criaturas. Mirad que no nos entendemos, ni sabemos lo que deseamos, ni atinamos lo que pedimos. Dadnos, Señor, luz; mirad que es más menester que al ciego que lo era de su nacimiento, que éste deseaba ver la luz y no podía. Ahora, Señor, no se quiere ver. ¡Oh, qué mal tan incurable! Aquí, Dios mío, se ha de mostrar vuestro poder, aquí vuestra misericordia. ¡Oh, qué recia cosa os pido, verdadero Dios mío, que queráis a quien no os quiere, que abráis a quien no os llama, que deis salud a quien gusta de estar enfermo y anda procurando la enfermedad! Vos decís, Señor mío, que venís a buscar los pecadores (Mt 9,13); éstos, Señor, son los verdaderos pecadores. No miréis nuestra ceguedad, mi Dios, sino a la mucha sangre que derramó vuestro Hijo por nosotros. Resplandezca vuestra misericordia en tan crecida maldad; mirad, Señor, que somos hechura vuestra. Válganos vuestra bondad y misericordia.







domingo, 9 de julio de 2017

Evangelio del Día


domingo 09 Julio 2017

Decimocuarto Domingo del tiempo ordinario

San Nicolás Pieck

Leer el comentario del Evangelio por
Santa Teresa Benedicta de la Cruz: "Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra"

Zacarías 9,9-10.

Así habla el Señor:
¡Alégrate mucho, hija de Sión! ¡
Grita de júbilo, hija de Jerusalén!
Mira que tu Rey viene hacia ti;
él es justo y victorioso,
es humilde y está montado sobre un asno,
sobre la cría de un asna.
El suprimirá los carros de Efraím
y los caballos de Jerusalén;
el arco de guerra será suprimido
y proclamará la paz a las naciones.
Su dominio se extenderá de un mar hasta el otro,
y desde el Río hasta los confines de la tierra.


San Pablo a los Romanos 8,9.11-13.

Hermanos:
Ustedes no están animados por la carne sino por el espíritu, dado que el Espíritu de Dios habita en ustedes. El que no tiene el Espíritu de Cristo no puede ser de Cristo.
Y si el Espíritu de aquel que resucitó a Jesús habita en ustedes, el que resucitó a Cristo Jesús también dará vida a sus cuerpos mortales, por medio del mismo Espíritu que habita en ustedes.
Hermanos, nosotros no somos deudores de la carne, para vivir de una manera carnal.
Si ustedes viven según la carne, morirán. Al contrario, si hacen morir las obras de la carne por medio del Espíritu, entonces vivirán.


Mateo 11,25-30.

Jesús dijo:
"Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños.
Sí, Padre, porque así lo has querido.
Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, así como nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar."
Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré.
Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio.
Porque mi yugo es suave y mi carga liviana."



Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por :

Santa Teresa Benedicta de la Cruz, Edith Stein, (1891-1942), carmelita descalza, mártir, copatrona de Europa
 La oración de la Iglesia

"Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra"

Cuando Jesús tomó el cáliz, dio gracias; aquí podemos pensar en las palabras de bendición que están contenidas en una acción de gracias al Creador. También sabemos que Cristo acostumbraba a dar gracias cuando, frente a un milagro, elevaba los ojos al cielo. El daba gracias al Padre porque sabía que le escuchaba. Cristo da gracias por la fuerza divina que lleva en sí mismo y a través de la cual puede presentar a los ojos de los hombres el poder infinito del Creador. El da gracias por la obra de salvación que ha venido a realizar, y también a través de ella, que en sí misma es glorificación de la divinidad trinitaria, porque por esa obra de salvación se renueva y embellece la imagen y semejanza divina de la creación que había sido deformada por el pecado.

De esta manera podemos interpretar la ofrenda perpetua de Cristo -en la Cruz, en la Eucaristía y en la gloria eterna del cielo- como una única acción de gracias al Creador, como una acción de gracias por la creación, la salvación y el acabamiento final. Cristo se ofrece a sí mismo en nombre el mundo creado, cuyo modelo es El mismo y al cual ha descendido para transformarlo desde dentro y para conducirlo a la perfección. El invita también a toda la creación a unírsele en el ofrecimiento de acción de gracias debido al Creador.







domingo, 2 de julio de 2017

Evangelio del Día


domingo 02 Julio 2017

Décimotercer Domingo del tiempo ordinario

Beato Pedro de Luxemburgo

Leer el comentario del Evangelio por
Santa Teresa Benedicta de la Cruz: "Si alguno quiere venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, cargue con su cruz, y me siga."

2 Reyes 4,8-11.14-16a.

Un día, Eliseo pasó por Sunám. Había allí una mujer pudiente, que le insistió para que se quedara a comer. Desde entonces, cada vez que pasaba, él iba a comer allí.
Ella dijo a su marido: "Mira, me he dado cuenta de que ese que pasa siempre por nuestra casa es un santo hombre de Dios.
Vamos a construirle una pequeña habitación en la terraza; le pondremos allí una cama, una mesa, una silla y una lámpara, y así, cuando él venga, tendrá donde alojarse".
Un día Eliseo llegó por allí, se retiró a la habitación de arriba y se acostó.
Pero Eliseo insistió: "Entonces, ¿qué se puede hacer por ella?". Guejazí respondió: "Lamentablemente, no tiene un hijo y su marido es viejo".
"Llámala", dijo Eliseo. Cuando la llamó, ella se quedó junto a la puerta,
y Eliseo le dijo: "El año próximo, para esta misma época, tendrás un hijo en tus brazos". Ella exclamó: "No, señor, por favor; tú eres un hombre de Dios, no engañes a tu servidora".


San Pablo a los Romanos 6,3-4.8-11.

Hermanos:
¿No saben ustedes que todos los que fuimos bautizados en Cristo Jesús, nos hemos sumergido en su muerte?
Por el bautismo fuimos sepultados con él en la muerte, para que así como Cristo resucitó por la gloria del Padre, también nosotros llevemos una Vida nueva.
Pero si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él.
Sabemos que Cristo, después de resucitar, no muere más, porque la muerte ya no tiene poder sobre él.
Al morir, él murió al pecado, una vez por todas; y ahora que vive, vive para Dios.
Así también ustedes, considérense muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús.


Mateo 10,37-42.

El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; y el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí.
El que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí.
El que encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la encontrará.
El que los recibe a ustedes, me recibe a mí; y el que me recibe, recibe a aquel que me envió.
El que recibe a un profeta por ser profeta, tendrá la recompensa de un profeta; y el que recibe a un justo por ser justo, tendrá la recompensa de un justo.
Les aseguro que cualquiera que dé de beber, aunque sólo sea un vaso de agua fresca, a uno de estos pequeños por ser mi discípulo, no quedará sin recompensa".



Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por :

Santa Teresa Benedicta de la Cruz, Edith Stein, (1891-1942), carmelita descalza, mártir, copatrona de Europa
Amor por la Cruz, 24 nov. 1934; OOCC. COEDITORES: Edit. De Espiritualidad; Edit. Monte Carmelo; Ediciones El Carmen. Vol. V, pag 623.

"Si alguno quiere venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, cargue con su cruz, y me siga."

    El Salvador no está solo en el camino de la cruz y no sólo  hay enemigos que le acosan, sino también hay hombres que le apoyan: como modelo de los seguidores de la cruz de todos los tiempos tenemos a la Madre de Dios; como tipo de aquellos que asumen el peso del sufrimiento impuesto y soportándolo reciben su bendición, tenemos a Simón de Cirene; como representante de aquellos que aman y se sienten impulsados a servir al Señor está Verónica. Cualquiera que a lo largo del tiempo haya aceptado un duro destino en memoria del Salvador sufriente, o haya asumido libremente sobre sí la expiación del pecado, ha expiado algo del inmenso peso de la culpa de la humanidad y ha ayudado con ello al Señor a llevar esta carga; o  mejor dicho, es Cristo-Cabeza quien expía el pecado en estos miembros de su cuerpo místico que se ponen a disposición de su obra de redención en cuerpo y alma.

     Podemos suponer que viendo a estos fieles que le habrían  seguido en el camino del dolor, fortaleció al Salvador en la noche del monte de los olivos. Y la fuerza de estos portadores de la cruz viene en su ayuda después de cada caída. Los justos de la Antigua Alianza le acompañan en el camino entre la primera y la segunda caída. Los discípulos y discípulas, que se reunieron en torno a El durante  su vida terrena, son los que le ayudan en el segundo tramo. Los amantes de la cruz que El suscitó y que nuevamente y siempre suscitará en la historia cambiante de la Iglesia militante, son sus aliados en el tiempo final. A ello hemos sido llamados también nosotros.