domingo, 31 de enero de 2016

Evangelio del Día


domingo 31 Enero 2016

Cuarto domingo del tiempo ordinario

San Juan Bosco

Leer el comentario del Evangelio por
San Cirilo de Alejandría : "Pero Jesús se abrió paso entre ellos y se alejaba"

Jeremías 1,4-5.17-19.

La palabra del Señor llegó a mí en estos términos:
"Antes de formarte en el vientre materno, yo te conocía; antes de que salieras del seno, yo te había consagrado, te había constituido profeta para las naciones".
En cuanto a ti, cíñete la cintura, levántate y diles todo lo que yo te ordene. No te dejes intimidar por ellos, no sea que te intimide yo delante de ellos.
Mira que hoy hago de ti una plaza fuerte, una columna de hierro, una muralla de bronce, frente a todo el país: frente a los reyes de Judá y a sus jefes, a sus sacerdotes y al pueblo del país.
Ellos combatirán contra ti, pero no te derrotarán, porque yo estoy contigo para librarte -oráculo del Señor-".


1 Corintios 12,31.13,1-13.

Hermanos:
Aspiren a los dones más perfectos. Y ahora voy a mostrarles un camino más perfecto todavía.
Aunque yo hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, soy como una campana que resuena o un platillo que retiñe.
Aunque tuviera el don de la profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, aunque tuviera toda la fe, una fe capaz de trasladar montañas, si no tengo amor, no soy nada.
Aunque repartiera todos mis bienes para alimentar a los pobres y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, no me sirve para nada.
El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece,
no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tiene en cuenta el mal recibido,
no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad.
El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
El amor no pasará jamás. Las profecías acabarán, el don de lenguas terminará, la ciencia desaparecerá;
porque nuestra ciencia es imperfecta y nuestras profecías, limitadas.
Cuando llegue lo que es perfecto, cesará lo que es imperfecto.
Mientras yo era niño, hablaba como un niño, sentía como un niño, razonaba como un niño,
pero cuando me hice hombre, dejé a un lado las cosas de niño. Ahora vemos como en un espejo, confusamente; después veremos cara a cara. Ahora conozco todo imperfectamente; después conoceré como Dios me conoce a mí.
En una palabra, ahora existen tres cosas: la fe, la esperanza y el amor, pero la más grande de todas es el amor.


Lucas 4,21-30.

Entonces comenzó a decirles: "Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír".
Todos daban testimonio a favor de él y estaban llenos de admiración por las palabras de gracia que salían de su boca. Y decían: "¿No es este el hijo de José?".
Pero él les respondió: "Sin duda ustedes me citarán el refrán: 'Médico, cúrate a ti mismo'. Realiza también aquí, en tu patria, todo lo que hemos oído que sucedió en Cafarnaún".
Después agregó: "Les aseguro que ningún profeta es bien recibido en su tierra.
Yo les aseguro que había muchas viudas en Israel en el tiempo de Elías, cuando durante tres años y seis meses no hubo lluvia del cielo y el hambre azotó a todo el país.
Sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda de Sarepta, en el país de Sidón.
También había muchos leprosos en Israel, en el tiempo del profeta Eliseo, pero ninguno de ellos fue curado, sino Naamán, el sirio".
Al oír estas palabras, todos los que estaban en la sinagoga se enfurecieron
y, levantándose, lo empujaron fuera de la ciudad, hasta un lugar escarpado de la colina sobre la que se levantaba la ciudad, con intención de despeñarlo.
Pero Jesús, pasando en medio de ellos, continuó su camino.



Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por :

San Cirilo de Alejandría (380-444), obispo y doctor de la Iglesia
Sobre el profeta Isaías, 5,5; PG 70, 1352

"Pero Jesús se abrió paso entre ellos y se alejaba"

Cristo ha querido que el mundo le siguiera y así conducir a Dios Padre todos los habitantes de la tierra... Los venidos del paganismo, enriquecidos por la fe de Cristo, se han beneficiado del tesoro divino de la proclamación que trae la salvación. Por ella han llegado a ser partícipes del Reino de los cielos y compañeros de los santos, herederos de las realidades inexpresables (Ef 2,19.3.6)... Cristo promete la curación y el perdón de los pecados a los que tiene roto el corazón, y devuelve la vista a los ciegos. ¿Cómo no van a ser ciegos los que no reconocen a aquél que es el Dios verdadero? ¿No está su corazón privado de la luz divina y espiritual?. Es a ellos a quienes el Padre envía la luz del verdadero conocimiento de Dios. Llamados por la fe, lo han conocido; más aún, han sido conocidos por él. Habiendo sido hijos de la noche y de las tinieblas, han llegado a ser hijos de la luz (Ef 5,8) porque el día les ha iluminado, el Sol de justicia ha amanecido para ellos (Ml 3,20), y la estrella de la mañana se les ha aparecido en todo su esplendor (Ap 22,16).

Sin embargo, nada se opone a que apliquemos todo lo que acabamos de decir a los descendientes de Israel. En efecto, también ellos tenían el corazón destrozado, eran pobres y estaban como encarcelados y llenos de tinieblas... Pero Cristo ha venido a anunciar la gracia de su venida, precisamente a los hijos de Israel antes que a los otros, y proclamar juntamente el año de gracia del Señor (Lc 4,19) y el día de la recompensa.

El año de gracia es aquel en que Cristo ha sido crucificado por nosotros. Porque es entonces cuando hemos llegado a ser agradables a Dios Padre. Y es por él que damos fruto tal como él mismo nos lo enseñó: "Os aseguro, que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere da mucho fruto" (Jn 12,24). Y dice más todavía: "Cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí" (Jn 12,32). Realmente, él volvió a la vida al tercer día después de haber triturado con sus pies el poder de la muerte. Después dijo a sus santos discípulos: "Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos de todos los pueblos" (Mt 28,18-19).







domingo, 24 de enero de 2016

Evangelio del Día


domingo 24 Enero 2016

Tercer domingo del tiempo ordinario

San Francisco de Sales, Beata Paula Gambara Costa

Leer el comentario del Evangelio por
Orígenes : "Esta palabra de la Escritura...se ha cumplido hoy"

Nehemías 8,2-4a.5-6.8-10.

El sacerdote Esdras trajo la Ley ante la Asamblea, compuesta por los hombres, las mujeres y por todos los que podían entender lo que se leía. Era el primer día del séptimo mes.
Luego, desde el alba hasta promediar el día, leyó el libro en la plaza que está ante la puerta del Agua, en presencia de los hombres, de las mujeres y de todos los que podían entender. Y todo el pueblo seguía con atención la lectura del libro de la Ley.
Esdras, el escriba, estaba de pie sobre una tarima de madera que habían hecho para esa ocasión. Junto a él, a su derecha, estaban Matitías, Semá, Anaías, Urías, Jilquías y Maaseías, y a su izquierda Pedaías, Misael, Malquías, Jasúm, Jasbadaná, Zacarías y Mesulám.
Esdras abrió el libro a la vista de todo el pueblo - porque estaba más alto que todos - y cuando lo abrió, todo el pueblo se puso de pie.
Esdras bendijo al Señor, el Dios grande y todo el pueblo, levantando las manos, respondió: "¡Amén! ¡Amén!". Luego se inclinaron y se postraron delante del Señor con el rostro en tierra.
Ellos leían el libro de la Ley de Dios, con claridad, e interpretando el sentido, de manera que se comprendió la lectura.
Entonces Nehemías, el gobernador, Esdras, el sacerdote escriba, y los levitas que instruían al pueblo, dijeron a todo el pueblo: "Este es un día consagrado al Señor, su Dios: no estén tristes ni lloren". Porque todo el pueblo lloraba al oír las palabras de la Ley.
Después añadió: "Ya pueden retirarse; coman bien, beban un buen vino y manden una porción al que no tiene nada preparado, porque este es un día consagrado a nuestro Señor. No estén tristes, porque la alegría en el Señor es la fortaleza de ustedes".


1 Corintios 12,12-30.

Hermanos:
Así como el cuerpo tiene muchos miembros, y sin embargo, es uno, y estos miembros, a pesar de ser muchos, no forman sino un solo cuerpo, así también sucede con Cristo.
Porque todos hemos sido bautizados en un solo Espíritu para formar un solo Cuerpo -judíos y griegos, esclavos y hombres libres- y todos hemos bebido de un mismo Espíritu.
El cuerpo no se compone de un solo miembro sino de muchos.
Si el pie dijera: "Como no soy mano, no formo parte del cuerpo", ¿acaso por eso no seguiría siendo parte de él?
Y si el oído dijera: "Ya que no soy ojo, no formo parte del cuerpo", ¿acaso dejaría de ser parte de él?
Si todo el cuerpo fuera ojo, ¿dónde estaría el oído? Y si todo fuera oído, ¿dónde estaría el olfato?
Pero Dios ha dispuesto a cada uno de los miembros en el cuerpo, según un plan establecido.
Porque si todos fueran un solo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo?
De hecho, hay muchos miembros, pero el cuerpo es uno solo.
El ojo no puede decir a la mano: "No te necesito", ni la cabeza, a los pies: "No tengo necesidad de ustedes".
Más aún, los miembros del cuerpo que consideramos más débiles también son necesarios,
y los que consideramos menos decorosos son los que tratamos más decorosamente. Así nuestros miembros menos dignos son tratados con mayor respeto,
ya que los otros no necesitan ser tratados de esa manera. Pero Dios dispuso el cuerpo, dando mayor honor a los miembros que más lo necesitan,
a fin de que no haya divisiones en el cuerpo, sino que todos los miembros sean mutuamente solidarios.
¿Un miembro sufre? Todos los demás sufren con él. ¿Un miembro es enaltecido? Todos los demás participan de su alegría.
Ustedes son el Cuerpo de Cristo, y cada uno en particular, miembros de ese Cuerpo.
En la Iglesia, hay algunos que han sido establecidos por Dios, en primer lugar, como apóstoles; en segundo lugar, como profetas; en tercer lugar, como doctores. Después vienen los que han recibido el don de hacer milagros, el don de curar, el don de socorrer a los necesitados, el don de gobernar y el don de lenguas.
¿Acaso todos son apóstoles? ¿Todos profetas? ¿Todos doctores? ¿Todos hacen milagros?
¿Todos tienen el don de curar? ¿Todos tienen el don de lenguas o el don de interpretarlas?


Lucas 1,1-4.4,14-21.

Muchos han tratado de relatar ordenadamente los acontecimientos que se cumplieron entre nosotros,
tal como nos fueron transmitidos por aquellos que han sido desde el comienzo testigos oculares y servidores de la Palabra.
Por eso, después de informarme cuidadosamente de todo desde los orígenes, yo también he decidido escribir para ti, excelentísimo Teófilo, un relato ordenado,
a fin de que conozcas bien la solidez de las enseñanzas que has recibido.
Jesús volvió a Galilea con el poder el Espíritu y su fama se extendió en toda la región.
Enseñaba en las sinagogas y todos lo alababan.
Jesús fue a Nazaret, donde se había criado; el sábado entró como de costumbre en la sinagoga y se levantó para hacer la lectura.
Le presentaron el libro del profeta Isaías y, abriéndolo, encontró el pasaje donde estaba escrito:
El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la unción. El me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a dar la libertad a los oprimidos
y proclamar un año de gracia del Señor.
Jesús cerró el Libro, lo devolvió al ayudante y se sentó. Todos en la sinagoga tenían los ojos fijos en él.
Entonces comenzó a decirles: "Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír".



Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por :

Orígenes (c. 185-253), presbítero y teólogo
Homilía 32 sobre Lc 2; SC 87, pag. 387

"Esta palabra de la Escritura...se ha cumplido hoy"

Cuando leéis: "Enseñaba en las sinagogas y todo el mundo hablaba bien de él." (Lc 4,15) no penséis que aquella gente era especialmente afortunada porque oía a Cristo, ni que vosotros estáis privados de estas enseñanzas. Si la Escritura es la verdad, Dios no ha hablado sólo en las asambleas de los judíos de entonces, sino que habla hoy todavía en nuestra asamblea. Y no sólo aquí, entre nosotros, sino en otras reuniones y en el mundo entero, Jesús enseña y busca los instrumentos para transmitir su doctrina. Rogad por mí para que me encuentre dispuesto y apto para cantar sus alabanzas.

Del mismo modo que Dios encontró a los profetas, Isaías, Jeremías, Ezequiel, Daniel en tiempos en que los hombres estaban privados de las profecías, asimismo Jesús busca instrumentos para transmitir su palabra y "enseñar a los pueblos en sus sinagogas, y todos hablaban bien de él." Hoy Jesús es glorificado por muchos más que en aquel tiempo en que fue conocido sólo por la gente de su provincia.







domingo, 17 de enero de 2016

Evangelio del Día


domingo 17 Enero 2016

Segundo domingo del tiempo ordinario

Santa Rosalina Frejus

Leer el comentario del Evangelio por
San Máximo de Turín : El agua cambiada en vino

Isaías 62,1-5.

Por amor a Sión no me callaré, por amor a Jerusalén no descansaré, hasta que irrumpa su justicia como una luz radiante y su salvación, como una antorcha encendida.
Las naciones contemplarán tu justicia y todos los reyes verán tu gloria; y tú serás llamada con un nombre nuevo, puesto por la boca del Señor.
Serás una espléndida corona en la mano del Señor, una diadema real en las palmas de tu Dios.
No te dirán más "¡Abandonada!", sino que te llamarán "Mi deleite", y a tu tierra "Desposada". Porque el Señor pone en ti su deleite y tu tierra tendrá un esposo.
Como un joven se casa con una virgen, así te desposará el que te reconstruye; y como la esposa es la alegría de su esposo, así serás tú la alegría de tu Dios.


1 Corintios 12,4-11.

Ciertamente, hay diversidad de dones, pero todos proceden del mismo Espíritu.
Hay diversidad de ministerios, pero un solo Señor.
Hay diversidad de actividades, pero es el mismo Dios el que realiza todo en todos.
En cada uno, el Espíritu se manifiesta para el bien común.
El Espíritu da a uno la sabiduría para hablar; a otro, la ciencia para enseñar, según el mismo Espíritu;
a otro, la fe, también en el mismo Espíritu. A este se le da el don de curar, siempre en ese único Espíritu;
a aquel, el don de hacer milagros; a uno, el don de profecía; a otro, el don de juzgar sobre el valor de los dones del Espíritu; a este, el don de lenguas; a aquel, el don de interpretarlas.
Pero en todo esto, es el mismo y único Espíritu el que actúa, distribuyendo sus dones a cada uno en particular como él quiere.


Juan 2,1-11.

Tres días después se celebraron unas bodas en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí.
Jesús también fue invitado con sus discípulos.
Y como faltaba vino, la madre de Jesús le dijo: "No tienen vino".
Jesús le respondió: "Mujer, ¿qué tenemos que ver nosotros? Mi hora no ha llegado todavía".
Pero su madre dijo a los sirvientes: "Hagan todo lo que él les diga".
Había allí seis tinajas de piedra destinadas a los ritos de purificación de los judíos, que contenían unos cien litros cada una.
Jesús dijo a los sirvientes: "Llenen de agua estas tinajas". Y las llenaron hasta el borde.
"Saquen ahora, agregó Jesús, y lleven al encargado del banquete". Así lo hicieron.
El encargado probó el agua cambiada en vino y como ignoraba su origen, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo
y le dijo: "Siempre se sirve primero el buen vino y cuando todos han bebido bien, se trae el de inferior calidad. Tú, en cambio, has guardado el buen vino hasta este momento".
Este fue el primero de los signos de Jesús, y lo hizo en Caná de Galilea. Así manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en él.



Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por :

San Máximo de Turín (¿-c. 420), obispo
CC Sermón 65, p. 273 -74; PL 17, 624-626

El agua cambiada en vino

Cambiando el agua que llenaba las tinajas, en vino, el Salvador ha hecho dos cosas: ha provisto a los invitados a las bodas de una bebida y ha hecho el signo de que, por el bautismo, los hombres quedarían llenos del Espíritu Santo. El mismo Señor lo ha declarado en otra parte, diciendo: "¡A odres nuevos, vino nuevo!" (Mt 9,17). En efecto, los odres nuevos significan la pureza del bautismo, el vino, la gracia del Espíritu Santo .

Catecúmenos, prestad una particular atención. Vuestro espíritu que todavía no conoce a la Trinidad se parece al aguan fría. Es necesario calentarla con el calor del sacramento del bautismo, como se hace con un vino, para transformar un líquido pobre y sin valor en gracia preciosa y rica. Como el vino, adquirimos buen sabor y aroma de dulzura; entonces podremos decir con el apóstol Pablo: "Para Dios somos el buen olor de Cristo" (2Co 2,15). El catecúmeno, antes de su bautismo, se parece al agua que duerme, fría y sin color..., inútil, incapaz de dar energía. conservada durante largo tiempo, el agua se altera, corrompe, se vuelve fétida... El Señor ha dicho: "el que no nazca de nuevo del agua y del Espíritu, no puede entrar en el Reino de los cielos" (Jn 3,5).

El fiel bautizado se parece a un vino vigoroso y rojo. Todas las cosas de la creación con el tiempo se estropean, tan sólo el vino mejora envejeciendo.  Pierde cada día de su aspereza, y adquiere una textura llena de suavidad, de un rico sabor. Igualmente el cristiano, a medida que pasa el tiempo pierde la aspereza de su vida pecadora, adquiere la sabiduría y la benevolencia de la Trinidad divina.







domingo, 10 de enero de 2016

Evangelio del Día


domingo 10 Enero 2016



Santa Francisca de Sales, Beato Gregorio X

Leer el comentario del Evangelio por
San Cirilo de Alejandría : "Entonces se abrieron los cielos. El Espíritu Santo descendió sobre Jesús"

Isaías 40,1-5.9-11.

¡Consuelen, consuelen a mi Pueblo, dice su Dios!
Hablen al corazón de Jerusalén y anúncienle que su tiempo de servicio se ha cumplido, que su culpa está paga, que ha recibido de la mano del Señor doble castigo por todos sus pecados.
Una voz proclama: ¡Preparen en el desierto el camino del Señor, tracen en la estepa un sendero para nuestro Dios!
¡Que se rellenen todos los valles y se aplanen todas las montañas y colinas; que las quebradas se conviertan en llanuras y los terrenos escarpados, en planicies!
Entonces se revelará la gloria del Señor y todos los hombres la verán juntamente, porque ha hablado la boca del Señor.
Súbete a una montaña elevada, tú que llevas la buena noticia a Sión; levanta con fuerza tu voz, tú que llevas la buena noticia a Jerusalén. Levántala sin temor, di a las ciudades de Judá: "¡Aquí está su Dios!".
Ya llega el Señor con poder y su brazo le asegura el dominio: el premio de su victoria lo acompaña y su recompensa lo precede.
Como un pastor, él apacienta su rebaño, lo reúne con su brazo; lleva sobre su pecho a los corderos y guía con cuidado a las que han dado a luz.


San Pablo a Tito 2,11-14.3,4-7.

La gracia de Dios, que es fuente de salvación para todos los hombres, se ha manifestado.
Ella nos enseña a rechazar la impiedad y los deseos mundanos, para vivir en la vida presente con sobriedad, justicia y piedad,
mientras aguardamos la feliz esperanza y la Manifestación de la gloria de nuestro gran Dios y Salvador, Cristo Jesús.
El se entregó por nosotros, a fin de librarnos de toda iniquidad, purificarnos y crear para sí un Pueblo elegido y lleno de celo en la práctica del bien.
Pero cuando se manifestó la bondad de Dios, nuestro Salvador, y su amor a los hombres,
no por las obras de justicia que habíamos realizado, sino solamente por su misericordia, él nos salvó, haciéndonos renacer por el bautismo y renovándonos por el Espíritu Santo.
Y derramó abundantemente ese Espíritu sobre nosotros por medio de Jesucristo, nuestro Salvador,
a fin de que, justificados por su gracia, seamos en esperanza herederos de la Vida eterna.


Lucas 3,15-16.21-22.

Como el pueblo estaba a la expectativa y todos se preguntaban si Juan no sería el Mesías,
él tomó la palabra y les dijo: "Yo los bautizo con agua, pero viene uno que es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de desatar la correa de sus sandalias; él los bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego.
Todo el pueblo se hacía bautizar, y también fue bautizado Jesús. Y mientras estaba orando, se abrió el cielo
y el Espíritu Santo descendió sobre él en forma corporal, como una paloma. Se oyó entonces una voz del cielo: "Tú eres mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta toda mi predilección".



Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por :

San Cirilo de Alejandría (380-444), obispo y doctor de la Iglesia
Comentario sobre el evangelio de Juan 5,2

"Entonces se abrieron los cielos. El Espíritu Santo descendió sobre Jesús"

Si se afirma que Cristo recibió el Espíritu Santo, hay que entenderlo en cuanto hombre y porque convenía así a la humanidad. Sin duda, él es el Hijo de Dios Padre, engendrado de su misma sustancia antes de la encarnación y antes de todos los tiempos. No obstante, no experimentó ninguna tristeza al oír la voz del Padre: "Tú eres mi hijo, yo te engendrado hoy."

Aquel que es Dios, engendrado antes de todos los siglos, es engendrado hoy, como lo dice el Padre. Esto significa que el Padre nos acoge en él como hijos adoptivos, porque toda la humanidad se encuentra asumida en Cristo hombre. En este sentido se puede afirmar que el Padre, aunque su Hijo ya poseía el Espíritu Santo, se lo da de nuevo para que nosotros pudiéramos participar de este Espíritu, gracias al Hijo. Cristo no recibió el Espíritu para su propio provecho, sino para provecho nuestro que estamos incorporados a él. Es por gracia de Cristo que nos vienen todos los bienes.







domingo, 3 de enero de 2016

Evangelio del Día


domingo 03 Enero 2016

Domingo segundo después de Navidad

Santísimo Nombre de Jesús

Leer el comentario del Evangelio por
San Máximo de Turín : «Nacido antes de todos los siglos..., tomó carne de la Virgen María» (Credo)

Eclesiástico 24,1-2.8-12.

La sabiduría hace el elogio de sí misma
y se gloría en medio de su pueblo,
abre la boca en la asamblea del Altísimo
y se gloría delante de su Poder.
«El Creador de todas las cosas me dio una orden,
el que me creó me hizo instalar mi carpa.
Él me dijo: "Levanta tu carpa en Jacob
y fija tu herencia en Israel".
El me creó antes de los siglos, desde el principio,
y por todos los siglos no dejaré de existir.
Ante Él, ejercí el ministerio en la Morada santa,
y así me he establecido en Sión;
Él me hizo reposar asimismo en la Ciudad predilecta,
y en Jerusalén se ejerce mi autoridad.
Yo eché raíces en un Pueblo glorioso,
en la porción del Señor, en su herencia».


San Pablo a los Efesios 1,3-6.15-18.

Bendito sea Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en Cristo con toda clase de bienes espirituales en el cielo,
y nos ha elegido en él, antes de la creación del mundo, para que fuéramos santos e irreprochables en su presencia, por el amor.
El nos predestinó a ser sus hijos adoptivos por medio de Jesucristo, conforme al beneplácito de su voluntad,
para alabanza de la gloria de su gracia, que nos dio en su Hijo muy querido.
Por eso, habiéndome enterado de la fe que ustedes tienen en el Señor Jesús y del amor que demuestran por todos los hermanos,
doy gracias sin cesar por ustedes recordándolos siempre en mis oraciones
Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, les conceda un espíritu de sabiduría y de revelación que les permita conocerlo verdaderamente.
Que él ilumine sus corazones, para que ustedes puedan valorar la esperanza a la que han sido llamados, los tesoros de gloria que encierra su herencia entre los santos,


Juan 1,1-18.

Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios.
Al principio estaba junto a Dios.
Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe.
En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la percibieron.
Apareció un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan.
Vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él.
El no era la luz, sino el testigo de la luz.
La Palabra era la luz verdadera que, al venir a este mundo, ilumina a todo hombre.
Ella estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de ella, y el mundo no la conoció.
Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron.
Pero a todos los que la recibieron, a los que creen en su Nombre, les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios.
Ellos no nacieron de la sangre, ni por obra de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino que fueron engendrados por Dios.
Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos visto su gloria, la gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de él, al declarar: "Este es aquel del que yo dije: El que viene después de mí me ha precedido, porque existía antes que yo".
De su plenitud, todos nosotros hemos participado y hemos recibido gracia sobre gracia:
porque la Ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo.
Nadie ha visto jamás a Dios; el que lo ha revelado es el Hijo único, que está en el seno del Padre.



Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por :

San Máximo de Turín (¿-c. 420), obispo
Sermón 10, sobre la Natividad del Señor, PL 57,24

«Nacido antes de todos los siglos..., tomó carne de la Virgen María» (Credo)

Leemos, queridos hermanos, que en Cristo hay dos nacimientos; tanto el uno como el otro son expresión de un poder divino que nos sobrepasa absolutamente. Por un lado, Dios engendra a su Hijo a partir de él mismo; por el otro, una virgen lo concibió por intervención de Dios... Por un lado, nace para crear la vida; por el otro, para quitar la muerte. Allí, nace de su Padre; aquí, nace a través de los hombres. Por ser engendrado por el Padre, es el origen del hombre; por su nacimiento humano, libera al hombre. Ni una ni otra forma de nacimiento se pueden expresar propiamente y al mismo tiempo son inseparables...

Cuando enseñamos que hay dos nacimientos en Cristo, no queremos decir que el Hijo de Dios nace dos veces, sino que afirmamos la dualidad de naturaleza en un solo y único Hijo de Dios. Por una parte, nace lo que ya existía; por otra parte se produce lo que todavía no existía. El bienaventurado evangelista Juan lo afirma con estas palabras: «En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios y la Palabra era Dios», y también: «La Palabra se hizo carne».

Así pues, Dios que estaba junto a Dios salió de él, y la carne de Dios que no estaba en él salió de una mujer. Así el Verbo se hizo carne, no de manera que Dios quede diluido en el hombre, sino para que el hombre sea gloriosamente elevado en Dios. Por eso Dios no nació dos veces, sino que hubo dos géneros de nacimientos – a saber el de Dios y el del hombre- por los cuales el Hijo único del Padre ha querido ser al mismo tiempo Dios y hombre en una sola persona: «¿Quién podría contar su nacimiento?» (Is 53,8 Vulg)