domingo, 30 de agosto de 2015

Evangelio del Día


domingo 30 Agosto 2015

Vigésimo segundo Domingo del tiempo ordinario

Beato Alfredo Ildefonso Schuster, Beata María de los Ángeles Ginard Marti

Leer el comentario del Evangelio por
San Maximiliano Mª Kolbe : «Su corazón está lejos de mí»

Deuteronomio 4,1-2.6-8.

Moisés habló al pueblo, diciendo:
"Y ahora, Israel, escucha los preceptos y las leyes que yo les enseño para que las pongan en práctica. Así ustedes vivirán y entrarán a tomar posesión de la tierra que les da el Señor, el Dios de sus padres.
No añadan ni quiten nada de lo que yo les ordeno. Observen los mandamientos del Señor, su Dios, tal como yo se los prescribo.
Obsérvenlos y pónganlos en práctica, porque así serán sabios y prudentes a los ojos de los pueblos, que al oir todas estas leyes, dirán: "¡Realmente es un pueblo sabio y prudente esta gran nación!".
¿Existe acaso una nación tan grande que tenga sus dioses cerca de ella, como el Señor, nuestro Dios, está cerca de nosotros siempre que lo invocamos?.
¿Y qué gran nación tiene preceptos y costumbres tan justas como esta Ley que hoy promulgo en presencia de ustedes?.


Santiago 1,17-18.21b-22.27.

Todo lo que es bueno y perfecto es un don de lo alto y desciende del Padre de los astros luminosos, en quien no hay cambio ni sombra de declinación.
El ha querido engendrarnos por su Palabra de verdad, para que seamos como las primicias de su creación.
Dejen de lado, entonces, toda impureza y todo resto de maldad, y reciban con docilidad la Palabra sembrada en ustedes, que es capaz de salvarlos.
Pongan en práctica la Palabra y no se contenten sólo con oírla, de manera que se engañen a ustedes mismos.
La religiosidad pura y sin mancha delante de Dios, nuestro Padre, consiste en ocuparse de los huérfanos y de las viudas cuando están necesitados, y en no contaminarse con el mundo.


Marcos 7,1-8.14-15.21-23.

Los fariseos con algunos escribas llegados de Jerusalén se acercaron a Jesús,
y vieron que algunos de sus discípulos comían con las manos impuras, es decir, sin lavar.
Los fariseos, en efecto, y los judíos en general, no comen sin lavarse antes cuidadosamente las manos, siguiendo la tradición de sus antepasados;
y al volver del mercado, no comen sin hacer primero las abluciones. Además, hay muchas otras prácticas, a las que están aferrados por tradición, como el lavado de los vasos, de las jarras y de la vajilla de bronce.
Entonces los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús: "¿Por qué tus discípulos no proceden de acuerdo con la tradición de nuestros antepasados, sino que comen con las manos impuras?".
El les respondió: "¡Hipócritas! Bien profetizó de ustedes Isaías, en el pasaje de la Escritura que dice: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí.
En vano me rinde culto: las doctrinas que enseñan no son sino preceptos humanos.
Ustedes dejan de lado el mandamiento de Dios, por seguir la tradición de los hombres".
Y Jesús, llamando otra vez a la gente, les dijo: "Escúchenme todos y entiéndanlo bien.
Ninguna cosa externa que entra en el hombre puede mancharlo; lo que lo hace impuro es aquello que sale del hombre.
Porque es del interior, del corazón de los hombres, de donde provienen las malas intenciones, las fornicaciones, los robos, los homicidios,
los adulterios, la avaricia, la maldad, los engaños, las deshonestidades, la envidia, la difamación, el orgullo, el desatino.
Todas estas cosas malas proceden del interior y son las que manchan al hombre".



Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por :

San Maximiliano Mª Kolbe (1894-1941), franciscano, mártir
Conversaciones espirituales inéditas

«Su corazón está lejos de mí»

La vida interior es primordial... La vida activa es la consecuencia de la vida interior y no tiene valor más que si depende de ella. Quisiéramos hacerlo todo lo mejor posible, con perfección. Pero si no está ligada a la vida interior no sirve para nada. Todo el valor de nuestra vida y de nuestra actividad depende de la vida interior, la vida del amor de Dios y de la Virgen Maria, la Inmaculada, no son teorías ni dulzuras, sino la práctica de un amor que consiste en la unión de nuestra voluntad a la voluntad de la Inmaculada.


Ante todo y por encima de todo, debemos profundizar en la vida interior. Si se trata verdaderamente de la vida espiritual, son necesarios los medios sobrenaturales. La oración, la oración y solamente la oración es necesaria para mantener la vida interior y su desarrollo; es necesario el recogimiento interior.


No estemos inquietos por las cosas sin necesidad, sino que, suavemente y en la paz, procuremos guardar el recogimiento del espíritu y estar disponibles a la gracia de Dios. Es para eso que nos ayuda el silencio.







domingo, 23 de agosto de 2015

Evangelio del Día


domingo 23 Agosto 2015

Vigésimo primer Domingo del tiempo ordinario

Santa Rosa de Lima

Leer el comentario del Evangelio por
San Juan Pablo II : "El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna" (Jn 6,54)

Josue 24,1-2a.15-17.18b.

Josué reunió en Siquém a todas las tribus de Israel, y convocó a los ancianos de Israel, a sus jefes, a sus jueces y a sus escribas, y ellos se presentaron delante del Señor.
Entonces Josué dijo a todo el pueblo: "Así habla el Señor, el Dios de Israel: Sus antepasados, Téraj, el padre de Abraham y de Najor, vivían desde tiempos antiguos al otro lado del Río, y servían a otros dioses.
Y si no están dispuestos a servir al Señor, elijan hoy a quién quieren servir: si a los dioses a quienes sirvieron sus antepasados al otro lado del Río, o a los dioses de los amorreos, en cuyo país ustedes ahora habitan. Yo y mi familia serviremos al Señor".
El pueblo respondió: "Lejos de nosotros abandonar al Señor para servir a otros dioses.
Porque el Señor, nuestro Dios, es el que nos hizo salir de Egipto, de ese lugar de esclavitud, a nosotros y a nuestros padres, y el que realizó ante nuestros ojos aquellos grandes prodigios. El nos protegió en todo el camino que recorrimos y en todos los pueblos por donde pasamos.
Además, el Señor expulsó delante de nosotros a todos esos pueblos y a los amorreos que habitaban en el país. Por eso, también nosotros serviremos al Señor, ya que él es nuestro Dios.


San Pablo a los Efesios 5,21-32.

Sométanse los unos a los otros, por consideración a Cristo.
Las mujeres deben respetar a su marido como al Señor,
porque el varón es la cabeza de la mujer, como Cristo es la Cabeza y el Salvador de la Iglesia, que es su Cuerpo.
Así como la Iglesia está sometida a Cristo, de la misma manera las mujeres deben respetar en todo a su marido.
Maridos, amen a su esposa, como Cristo amó a la Iglesia y se entregó por ella,
para santificarla. El la purificó con el bautismo del agua y la palabra,
porque quiso para sí una Iglesia resplandeciente, sin mancha ni arruga y sin ningún defecto, sino santa e inmaculada.
Del mismo modo, los maridos deben amar a su mujer como a su propio cuerpo. El que ama a su esposa se ama a sí mismo.
Nadie menosprecia a su propio cuerpo, sino que lo alimenta y lo cuida. Así hace Cristo por la Iglesia,
por nosotros, que somos los miembros de su Cuerpo.
Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su mujer, y los dos serán una sola carne.
Este es un gran misterio: y yo digo que se refiere a Cristo y a la Iglesia.


Juan 6,60-69.

Después de oírlo, muchos de sus discípulos decían: "¡Es duro este lenguaje! ¿Quién puede escucharlo?".
Jesús, sabiendo lo que sus discípulos murmuraban, les dijo: "¿Esto los escandaliza?
¿Qué pasará, entonces, cuando vean al Hijo del hombre subir donde estaba antes?
El Espíritu es el que da Vida, la carne de nada sirve. Las palabras que les dije son Espíritu y Vida.
Pero hay entre ustedes algunos que no creen". En efecto, Jesús sabía desde el primer momento quiénes eran los que no creían y quién era el que lo iba a entregar.
Y agregó: "Por eso les he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede".
Desde ese momento, muchos de sus discípulos se alejaron de él y dejaron de acompañarlo.
Jesús preguntó entonces a los Doce: "¿También ustedes quieren irse?".
Simón Pedro le respondió: "Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna.
Nosotros hemos creído y sabemos que eres el Santo de Dios".



Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por :

San Juan Pablo II (1920-2005), papa
Carta Encíclica Ecclesia de Eucharistia, 18-19 (trad. © copyright Libreria Editrice Vaticana)

"El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna" (Jn 6,54)

Quien se alimenta de Cristo en la Eucaristía no tiene que esperar el más allá para recibir la vida eterna: la posee ya en la tierra como primicia de la plenitud futura, que abarcará al hombre en su totalidad. En efecto, en la Eucaristía recibimos también la garantía de la resurrección corporal al final del mundo: « El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día » (Jn 6, 54). Esta garantía de la resurrección futura proviene de que la carne del Hijo del hombre, entregada como comida, es su cuerpo en el estado glorioso del resucitado. Con la Eucaristía se asimila, por decirlo así, el « secreto » de la resurrección. Por eso san Ignacio de Antioquía definía con acierto el Pan eucarístico « fármaco de inmortalidad, antídoto contra la muerte ».

La tensión escatológica suscitada por la Eucaristía expresa y consolida la comunión con la Iglesia celestial. No es casualidad que en las anáforas orientales y en las plegarias eucarísticas latinas se recuerde siempre con veneración a la gloriosa siempre Virgen María, Madre de Jesucristo, nuestro Dios y Señor, a los ángeles, a los santos apóstoles, a los gloriosos mártires y a todos los santos. Es un aspecto de la Eucaristía que merece ser resaltado: mientras nosotros celebramos el sacrificio del Cordero, nos unimos a la liturgia celestial, asociándonos con la multitud inmensa que grita: « La salvación es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero » (Ap 7, 10). La Eucaristía es verdaderamente un resquicio del cielo que se abre sobre la tierra. Es un rayo de gloria de la Jerusalén celestial, que penetra en las nubes de nuestra historia y proyecta luz sobre nuestro camino.







domingo, 16 de agosto de 2015

Evangelio del Día


domingo 16 Agosto 2015

Vigésimo Domingo del tiempo ordinario

San Roque Enfermero

Leer el comentario del Evangelio por
San Gaudencio de Brescia : « El que come mi carne y bebe mi sangre, habita en mí y yo en él»

Proverbios 9,1-6.

La Sabiduría edificó su casa, talló sus siete columnas,
inmoló sus víctimas, mezcló su vino, y también preparó su mesa.
Ella envió a sus servidoras a proclamar sobre los sitios más altos de la ciudad:
"El que sea incauto, que venga aquí". Y al falto de entendimiento, le dice:
"Vengan, coman de mi pan, y beban del vino que yo mezclé.
Abandonen la ingenuidad, y vivirán, y sigan derecho por el camino de la inteligencia".


San Pablo a los Efesios 5,15-20.

Cuiden mucho su conducta y no procedan como necios, sino como personas sensatas
que saben aprovechar bien el momento presente, porque estos tiempos son malos.
No sean irresponsables, sino traten de saber cuál es la voluntad del Señor.
No abusen del vino que lleva al libertinaje; más bien, llénense del Espíritu Santo.
Cuando se reúnan, reciten salmos, himnos y cantos espirituales, cantando y celebrando al Señor de todo corazón.
Siempre y por cualquier motivo, den gracias a Dios, nuestro Padre, en nombre de nuestro Señor Jesucristo.


Juan 6,51-58.

Jesús dijo a los judíos:
"Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo".
Los judíos discutían entre sí, diciendo: "¿Cómo este hombre puede darnos a comer su carne?".
Jesús les respondió: "Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida en ustedes.
El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.
Porque mi carne es la verdadera comida y mi sangre, la verdadera bebida.
El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él.
Así como yo, que he sido enviado por el Padre que tiene Vida, vivo por el Padre, de la misma manera, el que me come vivirá por mí.
Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron sus padres y murieron. El que coma de este pan vivirá eternamente".



Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por :

San Gaudencio de Brescia (¿-c. 406), obispo
Homilía pascual; PG 98, 346

« El que come mi carne y bebe mi sangre, habita en mí y yo en él»

El sacrificio celestial instituido por Cristo es, verdaderamente, la herencia que nos legó con su testamento nuevo; la noche en que iba a ser entregado para ser crucificado nos dejó como una prenda de su presencia. Es el viático para nuestro viaje, nuestro alimento en el camino de la vida hasta que, dejando este mundo, lleguemos al término de ésa. Por eso el Señor dijo: «Si no coméis la carne del Hijo del Hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros».

Quiso que todos sus favores permanecieran entre nosotros; quiso que las almas rescatadas con su preciosa sangre fueran siempre santificadas según la imagen de su propia Pasión. Por eso dio orden a sus fieles discípulos, que puso como los primeros presbíteros de su Iglesia, que celebraran para siempre estos misterios de vida eterna... Por eso todo el pueblo de los fieles debería tener cada día ante sus ojos la representación de la Pasión de Cristo; teniéndola en nuestras manos, recibiéndola en nuestra boca y en nuestro corazón, conservaremos un recuerdo imborrable de nuestra redención.

Precisa que el pan sea hecho con harina de muchos granos de trigo, mezclada con agua y el fuego culmine su obra en ella. Se encuentra, pues, en ella una imagen semejante al cuerpo de Cristo porque nosotros sabemos que Cristo, con todos los hombres, forma un solo cuerpo que el Espíritu Santo ha llevado a su plenitud... De la misma manera, el vino de su sangre se saca de muchos racimos, es decir, de racimos de la viña por él plantada, exprimidos bajo el lagar de la cruz; derramado en el corazón de sus fieles borbotea en él por su propio poder.

Este es el sacrificio de la Pascua que lleva la salvación a todos los que han sido liberados de la esclavitud de Egipto y del Faraón, es decir, del demonio. Recibidlo unidos a nosotros, con toda la avidez de un corazón religioso.







domingo, 9 de agosto de 2015

Evangelio del Día


domingo 09 Agosto 2015

Decimonoveno Domingo del tiempo ordinario

Santa Edith Stein

Leer el comentario del Evangelio por
San Ambrosio : «Yo soy el pan vivo»

1 Reyes 19,4-8.

Luego caminó un día entero por el desierto, y al final se sentó bajo una retama. Entonces se deseó la muerte y exclamó: "¡Basta ya, Señor! ¡Quítame la vida, porque yo no valgo más que mis padres!".
Se acostó y se quedó dormido bajo la retama. Pero un ángel lo tocó y le dijo: "¡Levántate, come!".
El miró y vio que había a su cabecera una galleta cocida sobre piedras calientes y un jarro de agua. Comió, bebió y se acostó de nuevo.
Pero el Angel del Señor volvió otra vez, lo tocó y le dijo: "¡Levántate, come, porque todavía te queda mucho por caminar!".
Elías se levantó, comió y bebió, y fortalecido por ese alimento caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta la montaña de Dios, el Horeb.


San Pablo a los Efesios 4,30-32.5,1-2.

No entristezcan al Espíritu Santo de Dios, que los ha marcado con un sello para el día de la redención.
Eviten la amargura, los arrebatos, la ira, los gritos, los insultos y toda clase de maldad.
Por el contrario, sean mutuamente buenos y compasivos, perdonándose los unos a los otros como Dios los ha perdonado en Cristo.
Traten de imitar a Dios, como hijos suyos muy queridos.
Practiquen el amor, a ejemplo de Cristo, que nos amó y se entregó por nosotros, como ofrenda y sacrificio agradable a Dios.


Juan 6,41-51.

Los judíos murmuraban de él, porque había dicho: "Yo soy el pan bajado del cielo".
Y decían: "¿Acaso este no es Jesús, el hijo de José? Nosotros conocemos a su padre y a su madre. ¿Cómo puede decir ahora: 'Yo he bajado del cielo'?"
Jesús tomó la palabra y les dijo: "No murmuren entre ustedes.
Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me envió; y yo lo resucitaré en el último día.
Está escrito en el libro de los Profetas: Todos serán instruidos por Dios. Todo el que oyó al Padre y recibe su enseñanza, viene a mí.
Nadie ha visto nunca al Padre, sino el que viene de Dios: sólo él ha visto al Padre.
Les aseguro que el que cree, tiene Vida eterna.
Yo soy el pan de Vida.
Sus padres, en el desierto, comieron el maná y murieron.
Pero este es el pan que desciende del cielo, para que aquel que lo coma no muera.
Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo".



Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por :

San Ambrosio (c. 340-397), obispo de Milán y doctor de la Iglesia
De los misterios, 48-49, 58

«Yo soy el pan vivo»

Es admirable que Dios haya hecho llover el maná para nuestros padres y que se hayan saciado cada día con pan del cielo. Es porque se ha dicho: «El hombre ha comido el pan de los ángeles» (Sl 77,25). Sin embargo todos los que comieron de este pan en el desierto murieron. Y por el contrario, este alimento que recibes, este pan vivo bajado del cielo, da el alimento de la vida eterna, y quienquiera que lo coma no morirá jamás. Es el Cuerpo de Cristo...


Aquel maná era del cielo, este de más arriba de los cielos; aquel era un don del cielo, este  es del Señor de los cielos; aquel estaba sujeto a la corrupción si se guardaba hasta el día siguiente, este no conoce la corrupción. Para los Hebreos el agua ha brotado de la roca, para ti la sangre brota de Cristo. El agua les ha calmado la sed por un momento, a ti la sangre te lava para siempre. Los Hebreos bebieron y siguieron teniendo sed. Tú, una vez que hayas bebido, ya nunca más tendrás sed (Jn 4,14). Aquello era la prefiguración, esta es la verdad plena...


Era «sombra de lo venidero» (Col 2,17). Escucha eso que se manifestó a nuestros padres: «En el desierto bebieron de la roca espiritual que los seguía; y la roca era Cristo» (1Co 10,4)... Tú has conocido la realización, has visto la plena luz, la verdad prefigurada, el Cuerpo del Creador más bien que el maná del cielo... Eso que comemos y bebemos, lo expresa así en otra parte el Espíritu Santo: «Gustad y ved qué bueno es el Señor, dichoso el que se acoge a él» (Sl 33,9).







domingo, 2 de agosto de 2015

Evangelio del Día


domingo 02 Agosto 2015

Decimooctavo Domingo del tiempo ordinario

San Pedro Julián Eymard

Leer el comentario del Evangelio por
San Juan Pablo II : "Yo soy el pan de la vida"

Exodo 16,2-4.12-15.

En el desierto, los israelitas comenzaron a protestar contra Moisés y Aarón.
"Ojalá el Señor nos hubiera hecho morir en Egipto, les decían, cuando nos sentábamos delante de las ollas de carne y comíamos pan hasta saciarnos. Porque ustedes nos han traído a este desierto para matar de hambre a toda esta asamblea".
Entonces el Señor dijo a Moisés: "Yo haré caer pan para ustedes desde lo alto del cielo, y el pueblo saldrá cada día a recoger su ración diaria. Así los pondré a prueba, para ver si caminan o no de acuerdo con mi ley.
"Yo escuché las protestas de los israelitas. Por eso, háblales en estos términos: "A la hora del crepúsculo ustedes comerán carne, y por la mañana se hartarán de pan. Así sabrán que yo, el Señor, soy su Dios".
Efectivamente, aquella misma tarde se levantó una bandada de codornices que cubrieron el campamento; y a la mañana siguiente había una capa de rocío alrededor de él.
Cuando esta se disipó, apareció sobre la superficie del desierto una cosa tenue y granulada, fina como la escarcha sobre la tierra.
Al verla, los israelitas se preguntaron unos a otros: "¿Qué es esto?". Porque no sabían lo que era. Entonces Moisés les explicó: "Este es el pan que el Señor les ha dado como alimento.


San Pablo a los Efesios 4,17.20-24.

Les digo y les recomiendo en nombre del Señor: no procedan como los paganos, que se dejan llevar por la frivolidad de sus pensamientos
Pero no es eso lo que ustedes aprendieron de Cristo,
si es que de veras oyeron predicar de él y fueron enseñados según la verdad que reside en Jesús.
De él aprendieron que es preciso renunciar a la vida que llevaban, despojándose del hombre viejo, que se va corrompiendo por la seducción de la concupiscencia,
para renovarse en lo más íntimo de su espíritu
y revestirse del hombre nuevo, creado a imagen de Dios en la justicia y en la verdadera santidad.


Juan 6,24-35.

Cuando la multitud se dio cuenta de que Jesús y sus discípulos no estaban allí, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús.
Al encontrarlo en la otra orilla, le preguntaron: "Maestro, ¿cuándo llegaste?".
Jesús les respondió: "Les aseguro que ustedes me buscan, no porque vieron signos, sino porque han comido pan hasta saciarse.
Trabajen, no por el alimento perecedero, sino por el que permanece hasta la Vida eterna, el que les dará el Hijo del hombre; porque es él a quien Dios, el Padre, marcó con su sello".
Ellos le preguntaron: "¿Qué debemos hacer para realizar las obras de Dios?".
Jesús les respondió: "La obra de Dios es que ustedes crean en aquel que él ha enviado".
Y volvieron a preguntarle: "¿Qué signos haces para que veamos y creamos en ti? ¿Qué obra realizas?
Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como dice la Escritura: Les dio de comer el pan bajado del cielo".
Jesús respondió: "Les aseguro que no es Moisés el que les dio el pan del cielo; mi Padre les da el verdadero pan del cielo;
porque el pan de Dios es el que desciende del cielo y da Vida al mundo".
Ellos le dijeron: "Señor, danos siempre de ese pan".
Jesús les respondió: "Yo soy el pan de Vida. El que viene a mí jamás tendrá hambre; el que cree en mí jamás tendrá sed.



Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por :

San Juan Pablo II (1920-2005), papa
Carta Encíclica Ecclesia de Eucharistia, 1

"Yo soy el pan de la vida"

La Iglesia vive de la Eucaristía. Esta verdad no expresa solamente una experiencia cotidiana de fe, sino que encierra en síntesis el núcleo del misterio de la Iglesia. Ésta experimenta con alegría cómo se realiza continuamente, en múltiples formas, la promesa del Señor: « He aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo » (Mt 28, 20); en la sagrada Eucaristía, por la transformación del pan y el vino en el cuerpo y en la sangre del Señor, se alegra de esta presencia con una intensidad única. Desde que, en Pentecostés, la Iglesia, Pueblo de la Nueva Alianza, ha empezado su peregrinación hacia la patria celeste, este divino Sacramento ha marcado sus días, llenándolos de confiada esperanza.


Con razón ha proclamado el Concilio Vaticano II que el Sacrificio eucarístico es «fuente y cima de toda la vida cristiana».(LG.11)  «La sagrada Eucaristía, en efecto, contiene todo el bien espiritual de la Iglesia, es decir, Cristo mismo, nuestra Pascua y Pan de Vida, que da la vida a los hombres por medio del Espíritu Santo ».(PO5) Por tanto la mirada de la Iglesia se dirige continuamente a su Señor, presente en el Sacramento del altar, en el cual descubre la plena manifestación de su inmenso amor.