Moisés habló al pueblo, diciendo: Todo lo que es bueno y perfecto es un don de lo alto y desciende del Padre de los astros luminosos, en quien no hay cambio ni sombra de declinación. Los fariseos con algunos escribas llegados de Jerusalén se acercaron a Jesús, La vida interior es primordial... La vida activa es la consecuencia de la vida interior y no tiene valor más que si depende de ella. Quisiéramos hacerlo todo lo mejor posible, con perfección. Pero si no está ligada a la vida interior no sirve para nada. Todo el valor de nuestra vida y de nuestra actividad depende de la vida interior, la vida del amor de Dios y de la Virgen Maria, la Inmaculada, no son teorías ni dulzuras, sino la práctica de un amor que consiste en la unión de nuestra voluntad a la voluntad de la Inmaculada. |
domingo, 30 de agosto de 2015
Evangelio del Día
domingo, 23 de agosto de 2015
Evangelio del Día
Josué reunió en Siquém a todas las tribus de Israel, y convocó a los ancianos de Israel, a sus jefes, a sus jueces y a sus escribas, y ellos se presentaron delante del Señor. Sométanse los unos a los otros, por consideración a Cristo. Después de oírlo, muchos de sus discípulos decían: "¡Es duro este lenguaje! ¿Quién puede escucharlo?". Quien se alimenta de Cristo en la Eucaristía no tiene que esperar el más allá para recibir la vida eterna: la posee ya en la tierra como primicia de la plenitud futura, que abarcará al hombre en su totalidad. En efecto, en la Eucaristía recibimos también la garantía de la resurrección corporal al final del mundo: « El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día » (Jn 6, 54). Esta garantía de la resurrección futura proviene de que la carne del Hijo del hombre, entregada como comida, es su cuerpo en el estado glorioso del resucitado. Con la Eucaristía se asimila, por decirlo así, el « secreto » de la resurrección. Por eso san Ignacio de Antioquía definía con acierto el Pan eucarístico « fármaco de inmortalidad, antídoto contra la muerte ». |
domingo, 16 de agosto de 2015
Evangelio del Día
La Sabiduría edificó su casa, talló sus siete columnas, Cuiden mucho su conducta y no procedan como necios, sino como personas sensatas Jesús dijo a los judíos: El sacrificio celestial instituido por Cristo es, verdaderamente, la herencia que nos legó con su testamento nuevo; la noche en que iba a ser entregado para ser crucificado nos dejó como una prenda de su presencia. Es el viático para nuestro viaje, nuestro alimento en el camino de la vida hasta que, dejando este mundo, lleguemos al término de ésa. Por eso el Señor dijo: «Si no coméis la carne del Hijo del Hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros». |
domingo, 9 de agosto de 2015
Evangelio del Día
Luego caminó un día entero por el desierto, y al final se sentó bajo una retama. Entonces se deseó la muerte y exclamó: "¡Basta ya, Señor! ¡Quítame la vida, porque yo no valgo más que mis padres!". No entristezcan al Espíritu Santo de Dios, que los ha marcado con un sello para el día de la redención. Los judíos murmuraban de él, porque había dicho: "Yo soy el pan bajado del cielo". Es admirable que Dios haya hecho llover el maná para nuestros padres y que se hayan saciado cada día con pan del cielo. Es porque se ha dicho: «El hombre ha comido el pan de los ángeles» (Sl 77,25). Sin embargo todos los que comieron de este pan en el desierto murieron. Y por el contrario, este alimento que recibes, este pan vivo bajado del cielo, da el alimento de la vida eterna, y quienquiera que lo coma no morirá jamás. Es el Cuerpo de Cristo... |
domingo, 2 de agosto de 2015
Evangelio del Día
En el desierto, los israelitas comenzaron a protestar contra Moisés y Aarón. Les digo y les recomiendo en nombre del Señor: no procedan como los paganos, que se dejan llevar por la frivolidad de sus pensamientos Cuando la multitud se dio cuenta de que Jesús y sus discípulos no estaban allí, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús. La Iglesia vive de la Eucaristía. Esta verdad no expresa solamente una experiencia cotidiana de fe, sino que encierra en síntesis el núcleo del misterio de la Iglesia. Ésta experimenta con alegría cómo se realiza continuamente, en múltiples formas, la promesa del Señor: « He aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo » (Mt 28, 20); en la sagrada Eucaristía, por la transformación del pan y el vino en el cuerpo y en la sangre del Señor, se alegra de esta presencia con una intensidad única. Desde que, en Pentecostés, la Iglesia, Pueblo de la Nueva Alianza, ha empezado su peregrinación hacia la patria celeste, este divino Sacramento ha marcado sus días, llenándolos de confiada esperanza. |
