Porque el Señor es juez y no hace distinción de personas: Yo ya estoy a punto de ser derramado como una libación, y el momento de mi partida se aproxima: Y refiriéndose a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, dijo también esta parábola: "Inclina tu oído, Señor, escúchame, que soy humilde y pobre." (Sal 85,1) El Señor no inclina su oído al rico sino al pobre y miserable, al que es humilde y confiesa sus faltas, al que implora la misericordia. No se inclina al satisfecho que se jacta y se envanece como si nada le faltara y que dijo: "Dios mío, te doy gracias porque no soy como el resto de los hombres,... ni como ese publicano." (Lc 18,11) El rico fariseo exhibía sus méritos, el pobre publicano confesaba sus pecados. |
domingo, 27 de octubre de 2013
Evangelio del Día
domingo, 20 de octubre de 2013
Evangelio del Día
Después vinieron los amalecitas y atacaron a Israel en Refidim. Pero tú permanece fiel a la doctrina que aprendiste y de la que estás plenamente convencido: tú sabes de quiénes la has recibido. Después Jesús les enseñó con una parábola que era necesario orar siempre sin desanimarse: "Todas mis ansias están en tu presencia" (Sal. 37,10)... Tu deseo, es tu oración; si tu deseo es continuo, tu oración también es continua. Por eso el apóstol Pablo dijo: "orar sin cesar" (1Te 5,17). ¿Puede decirlo porque, sin tregua, doblamos la rodilla, prosternamos nuestro cuerpo, o elevamos las manos hacia Dios? Si decimos que rezamos sólo en estas condiciones, no creo que pudiéramos hacerlo sin tregua. |
domingo, 13 de octubre de 2013
Evangelio del Día
Entonces bajó y se sumergió siete veces en el Jordán, conforme a la palabra del hombre de Dios; así su carne se volvió como la de un muchacho joven y quedó limpio. Acuérdate de Jesucristo, que resucitó de entre los muertos y es descendiente de David. Esta es la Buena Noticia que yo predico, Mientras se dirigía a Jerusalén, Jesús pasaba a través de Samaría y Galilea. La meditación sobre el amor de Dios, me ha impresionado fuertemente considerando los bienes que recibo de Dios desde el primer momento de mi vida hasta hoy. ¡Cuánta bondad! ¡Cuánto desvelo! ¡Cuánta providencia para el cuerpo y para el alma! ¡Cuánta paciencia! ¡Cuánta dulzura!... Me parece que Dios me ha hecho penetrar y ver claramente esta verdad: primero, que él está en todas las criaturas; segundo, que todo lo que hay de bueno en ellas es él; tercero, que es él quien nos hace todo el bien que de ellas recibimos. Y me parece ver a este rey de gloria y majestad dedicado a calentar nuestras vestiduras, a refrescarnos con el aire, a alimentarnos con la comida, a alegrarnos con los sonidos y en los objetos agradables, a producir en mí todos los movimientos necesarios para vivir y actuar. ¡Qué maravilla! |
domingo, 6 de octubre de 2013
Evangelio del Día
¿Hasta cuándo, Señor, pediré auxilio sin que tú escuches, clamaré hacia ti: "¡Violencia", sin que tú salves? Por eso te recomiendo que reavives el don de Dios que has recibido por la imposición de mis manos. Los Apóstoles dijeron al Señor: "Auméntanos la fe". Encontrar la bondad de Dios tanto en las cosas más pequeñas y ordinarias como en las más grandes, es tener una fe nada común, sino grande y extraordinaria. Contentarse con el momento presente es saborear y adorar la voluntad de Dios en todo lo que hay que hacer y sufrir, en las cosas que por su sucesión constituyen el momento presente. Las almas sencillas, gracias a su fe viva, adoran a Dios en los momentos más humillantes; nada se esconde a su mirada de fe... Nada los desconcierta ni les disgusta. |
