domingo, 30 de junio de 2013

Evangelio del Día


domingo 30 Junio 2013

Décimotercer Domingo del tiempo ordinario

Mártires de Roma

Leer el comentario del Evangelio por
Beato Juan XXIII : "Te seguiré adondequiera que vayas"

1 Reyes 19,16b.19-21.

Consagrarás a Jehú, hijo de Nimsi, como rey de Israel, y consagrarás a Eliseo, hijo de Safat, de Abel-Mejolá, como profeta en vez de ti.
Partió de allí Elías y encontró a Eliseo, hijo de Safat, quien estaba arando; tenía doce medias hectá reas de tierra para arar y estaba en la duodécima. Elías se le acercó y le tiró encima su manto.
Inmediatamente, dejando sus bueyes, Eliseo corrió tras Elías: «Permíteme, le dijo, que vaya a abrazar a mi padre y te seguiré». Pero Elías le respondió: «¡Puedes volverte, era algo sin importancia!»
Eliseo se alejó pero para tomar la yunta de bueyes y sacrificarlos; asó su carne con el yugo y se la sirvió a su gente, luego se levantó, salió tras Elías y entró a su servicio.


Pablo a los Gálatas 5,1.13-18.

Cristo nos liberó para ser libres. Manténganse, pues, firmes y no se sometan de nuevo al yugo de la esclavitud.
Nuestra vocación, hermanos, es la libertad. No hablo de esa libertad que encubre los deseos de la carne, sino del amor por el que nos hacemos esclavos unos de otros.
Pues la Ley entera se resume en una frase: Amarás al prójimo como a ti mismo.
Pero si se muerden y se devoran unos a otros, ¡cuidado!, que llegarán a perderse todos.
Por eso les digo: caminen según el espíritu y así no realizarán los deseos de la carne.
Pues los deseos de la carne se oponen al espíritu y los deseos del espíritu se oponen a la carne. Los dos se contraponen, de suerte que ustedes no pueden obrar como quisieran.
Pero si se dejan guiar por el Espíritu ya no están sometidos a la Ley.


Lucas 9,51-62.

Como ya se acercaba el tiempo en que sería llevado al cielo, Jesús emprendió resueltamente el camino a Jerusalén.
Envió mensajeros delante de él, que fueron y entraron en un pueblo samaritano para prepararle alojamiento.
Pero los samaritanos no lo quisieron recibir porque se dirigía a Jerusalén.
Al ver esto sus discípulos Santiago y Juan, le dijeron: «Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo que los consuma?»
Pero Jesús se volvió y los reprendió.
Y continuaron el camino hacia otra aldea.
Mientras iban de camino, alguien le dijo: «Maestro, te seguiré adondequiera que vayas.»
Jesús le contestó: «Los zorros tienen cuevas y las aves tienen nidos, pero el Hijo del Hombre ni siquiera tiene donde recostar la cabeza.»
Jesús dijo a otro: «Sígueme». El contestó: «Señor, deja que me vaya y pueda primero enterrar a mi padre.»
Jesús le dijo: «Sígueme, y deja que los muertos entierren a sus muertos. Tú vé a anunciar el Reino de Dios.»
Otro le dijo: «Te seguiré, Señor, pero antes déjame despedirme de mi familia.»
Jesús le contestó: «El que pone la mano en el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios.»



Extraído de la Biblia Latinoamericana.



Leer el comentario del Evangelio por :

Beato Juan XXIII (1881-1963), papa
Diario del alma, junio 1957( antes de su elección al Papado)

"Te seguiré adondequiera que vayas"

"En el atardecer, danos tu luz, Señor." Estamos en el atardecer. Estoy en los sesenta-y-seis años de mi vida que es un don magnífico del Padre celestial. Las dos terceras partes de mis contemporáneos han pasado ya a la otra vida. Así que yo también me tengo que preparar para el gran momento. El pensamiento de la muerte no me produce inquietud... Mi salud es excelente y todavía robusta, pero no me tengo que fiar. Me quiero preparar a poder responder: "Aquí estoy", a la llamada, tal vez inesperada. La vejez –que es otro gran don del Señor- tiene que ser para mí motivo de callada alegría interior y de abandono diario al Señor mismo, al que me dirijo como un niño hacia los brazos abiertos de su padre.

Mi ya larga y humilde vida se ha ido devanando como una madeja bajo el signo de la simplicidad y de la pureza. No me cuesta nada reconocer y repetir que no soy más ni valgo más que un pobre pordiosero. El Señor me hizo nacer en el seno de una familia pobre. El ha pensado en todo. Yo le he dejado hacer... Es verdad que "la voluntad de Dios es mi paz." Y mi esperanza está puesta totalmente en la misericordia de Jesús...

Pienso que el Señor me tiene reservado, para mi completa mortificación y purificación, para admitirme en su gozo eterno, alguna gran aflicción o pena, del cuerpo y del espíritu antes de que me muera. Bien, pues, lo acepto de todo corazón, que sirva todo para su mayor gloria y el bien de mi alma y de mis queridos hijos espirituales. Temo la debilidad de mi resistencia y le pido que me ayude ya que no tengo casi ninguna confianza en mí mismo, pero una total confianza en el Señor Jesús.

Hay dos puertas que dan al paraíso: la inocencia y la penitencia. ¿Quién puede pretender, oh hombre frágil, encontrar la primera abierta de par en par? Pero la segunda es acceso seguro. Jesús pasó por ella con su cruz cargado, expiando nuestros pecados. El nos invita a seguirlo.







domingo, 23 de junio de 2013

Evangelio del Día


domingo 23 Junio 2013

Duodécimo Domingo del tiempo ordinario

San José Cafasso

Leer el comentario del Evangelio por
Santa Teresa Benedicta de la Cruz [Édith Stein] : "Que coja su cruz cada día y me siga"

Zacarías 12,10-11.13,1.

Dispondré el ánimo de los descendientes de David y de los habitantes de Jerusalén para que vuelvan a mí con amor y confianza. Llorarán por aquel que ha sido traspasado, como se siente la muerte de un hijo único, y lo echarán de menos como se lamenta el fallecimiento del primer hijo.
La lamentación que habrá en ese día, en Jerusalén, será tan grande como la que se celebra para Hadad Rimón en la llanura de Meguido.
En aquel día habrá una fuente siempre corriendo para que los descendientes de David y los habitantes de Jerusalén se puedan lavar de sus pecados e impurezas.


Pablo a los Gálatas 3,26-29.

Ustedes están en Cristo Jesús, y todos son hijos de Dios gracias a la fe.
Todos se han revestido de Cristo, pues todos fueron entregados a Cristo por el bautismo.
Ya no hay diferencia entre judío y griego, entre esclavo y hombre libre; no se hace diferencia entre hombre y mujer, pues todos ustedes son uno solo en Cristo Jesús.
Y si ustedes son de Cristo, también son descendencia de Abrahán y herederos de la promesa.


Lucas 9,18-24.

Un día Jesús se había apartado un poco para orar, pero sus discípulos estaban con él. Entonces les preguntó: «Según el parecer de la gente, ¿quién soy yo?»
Ellos contestaron: «Unos dicen que eres Juan Bautista, otros que Elías, y otros que eres alguno de los profetas antiguos que ha resucitado.»
Entonces les preguntó: «Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?» Pedro respondió: «Tú eres el Cristo de Dios.»
Jesús les hizo esta advertencia: «No se lo digan a nadie».
Y les decía: «El Hijo del Hombre tiene que sufrir mucho y ser rechazado por las autoridades judías, por los jefes de los sacerdotes y por los maestros de la Ley. Lo condenarán a muerte, pero tres días después resucitará.»
También Jesús decía a toda la gente: «Si alguno quiere seguirme, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz de cada día y que me siga.
Les digo: el que quiera salvarse a sí mismo, se perderá; y el que pierda su vida por causa mía, se salvará.



Extraído de la Biblia Latinoamericana.



Leer el comentario del Evangelio por :

Santa Teresa Benedicta de la Cruz [Édith Stein] (1891-1942), carmelita, mártir, copatrona de Europa
"El amor a la Cruz" meditación del 24/11/1934

"Que coja su cruz cada día y me siga"

El peso de la cruz, que Cristo ha cargado, es la corrupción de la naturaleza humana con todas sus consecuencias de pecado y sufrimiento, con las cuales la castigada humanidad está abatida. Sustraer del mundo esa carga, ése es el sentido del vía crucis. No se trata, pues, de un recuerdo simplemente piadoso de los sufrimientos del Señor cuando alguien desea el sufrimiento. La expiación voluntaria es lo que nos une más profundamente y de un modo real y auténtico con el Señor. Y ésa nace de una unión ya existente con Cristo. Pues la naturaleza humana huya del sufrimiento… Sólo puede aspirar a la expiación quien tiene abiertos los ojos del espíritu al sentido sobrenatural de los acontecimientos del mundo; esto resulta posible sólo en los hombres en los que habita el Espíritu de Cristo… Ayudar a Cristo a llevar la cruz proporciona una alegría fuerte y pura… De ahí que la preferencia por el camino de la cruz no signifique ninguna repugnancia ante el hecho de que el Viernes Santo ya haya pasado y la obra de redención haya sido consumada. Solamente los redimidos, los hijos de la gracia, pueden ser portadores de la cruz de Cristo. El sufrimiento humano recibe fuerza expiatoria sólo si está unido al sufrimiento de la cabeza divina. Sufrir y ser felices en el sufrimiento, estar en la tierra, recorrer los sucios y ásperos caminos de esta tierra, y con todo reinar con Cristo a la derecha del Padre; reir y llorar con los hijos de este mundo, y con los coros de los ángeles cantar ininterrumpidamente alabanzas a Dios: ésta es la vida del cristiano hasta el día en que rompa el alba de la eternidad.







domingo, 16 de junio de 2013

Evangelio del Día


domingo 16 Junio 2013

Undécimo Domingo del tiempo ordinario

San  Regis

Leer el comentario del Evangelio por
San Ambrosio : "Tu fe te ha salvado. Vete en paz"

Samuel 2 12,7-10.13.

Entonces Natán dijo a David: «Ese hombre eres tú. Esto dice Yavé, el Dios de Israel: Te consagré como rey de Israel, te libré de las manos de Saúl,
te di la casa de tu señor y las mujeres de tu señor, te di la casa de Israel y la de Judá, y por si esto fuera poco, habría hecho mucho más por ti.
¿Por qué pues despreciaste la palabra de Yavé? ¿Por qué hiciste esa cosa tan mala a sus ojos de matar por la espada a Urías el hitita? Te apoderaste de su mujer y lo mataste por la espada de los amonitas.
Por eso, la espada ya no se apartará más de tu casa, porque me despreciaste y tomaste a la mujer de Urías el hitita para hacerla tu propia mujer.
David dijo a Natán: «¡Pequé contra Yavé!» Y Natán le respondió: «Yavé te perdona tu pecado, no morirás.


Pablo a los Gálatas 2,16.19-21.

Sin embargo hemos reconocido que nadie se convierte en justo por cumplir la Ley, sino por la fe que trae Cristo Jesús. Por eso hemos creído en Cristo Jesús, para ser hechos justos a través de la fe que trae Cristo, y no por las prácticas de la Ley. Porque el cumplimiento de la Ley no hará nunca de un mortal un justo.
En cuanto a mí, la misma Ley me llevó a morir a la Ley a fin de vivir para Dios. He sido crucificado con Cristo,
y ahora no vivo yo, es Cristo quien vive en mí. Lo que vivo en mi carne, lo vivo con la fe: ahí tengo al Hijo de Dios que me amó y se entregó por mí.
Esta es para mí la manera de no despreciar el don de Dios; pues si la verdadera rectitud es fruto de la Ley, quiere decir que Cristo murió inútilmente.


Lucas 7,36-50.8,1-3.

Un fariseo invitó a Jesús a comer. Entró en casa del fariseo y se reclinó en el sofá para comer.
En aquel pueblo había una mujer conocida como una pecadora; al enterarse de que Jesús estaba comiendo en casa del fariseo, tomó un frasco de perfume, se colocó detrás de él, a sus pies,
y se puso a llorar. Sus lágrimas empezaron a regar los pies de Jesús y ella trató de secarlos con su cabello. Luego le besaba los pies y derramaba sobre ellos el perfume.
Al ver esto el fariseo que lo había invitado, se dijo interiormente: «Si este hombre fuera profeta, sabría que la mujer que lo está tocando es una pecadora, conocería a la mujer y lo que vale.»
Pero Jesús, tomando la palabra, le dijo: «Simón, tengo algo que decirte.» Simón contestó: «Habla, Maestro.» Y Jesús le dijo:
«Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientas monedas y el otro cincuenta.
Como no te nían con qué pagarle, les perdonó la deuda a ambos. ¿Cuál de los dos lo querrá más?»
Simón le contestó: «Pienso que aquel a quien le perdonó más.» Y Jesús le dijo: «Has juzgado bien.»
Y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: «¿Ves a esta mujer? Cuando entré en tu casa, no me ofreciste agua para los pies, mientras que ella me ha lavado los pies con sus lágrimas y me los ha secado con sus cabellos.
Tú no me has recibido con un beso, pero ella, desde que entró, no ha dejado de cubrirme los pies de besos.
Tú no me ungiste la cabeza con aceite; ella, en cambio, ha derramado perfume sobre mis pies.
Por eso te digo que sus pecados, sus numerosos pecados, le quedan perdonados, por el mucho amor que ha manifestado. En cambio aquel al que se le perdona poco, demuestra poco amor.»
Jesús dijo después a la mujer: «Tus pecados te quedan perdonados».
Y los que estaban con él a la mesa empezaron a pensar: «¿Así que ahora pretende perdonar pecados?»
Pero de nuevo Jesús se dirigió a la mujer: «Tu fe te ha salvado, vete en paz.»
Jesús iba recorriendo ciudades y aldeas predicando y anunciando la Buena Nueva del Reino de Dios. Lo acompañaban los Doce
y también algunas mujeres a las que había curado de espíritus malos o de enfermedades: María, por sobrenombre Magdalena, de la que habían salido siete demonios;
Juana, mujer de un administrador de Herodes, llamado Cuza; Susana, y varias otras que los atendían con sus propios recursos.



Extraído de la Biblia Latinoamericana.



Leer el comentario del Evangelio por :

San Ambrosio (c. 340-397), obispo de Milán y doctor de la Iglesia
La Penitencia, II, 8; SC 179

"Tu fe te ha salvado. Vete en paz"

"No son los que están sanos los que tienen necesidad de médico,
sino los que están enfermos" (Mt 9,12). Enseña al médico tu herida de
manera que puedas ser curado. Aunque tú no se la enseñes, Él la conoce,
pero exige de ti que le hagas oír tu voz. Limpia tus llagas con tus
lágrimas. Es así como esta mujer de la que habla el evangelio se quitó
de encima su pecado y el mal olor de su extravío; es así como se ha
purificado de su falta, lavando con sus lágrimas los pies de Jesús.

¡Resérvame para mí también, oh Jesús, el poder lavar tus pies,
esos que has ensuciado mientras caminabas conmigo!... Pero ¿dónde
encontraré el agua viva con la que podré lavar tus pies? Si no tengo
agua, tengo mis lágrimas. ¡Haz que, lavándote los pies con ellas, yo
mismo me purifique! ¿Cómo lo haré para que puedas decir de mi: "Sus
numerosos pecados le han sido perdonados, porque ha amado mucho"?
Confieso que mi deuda es considerable y que se me ha "perdonado mucho",
a mi que he sido arrancado del ruido de las querellas de la plaza pública
y de las responsabilidades del gobierno, para ser llamado al sacerdocio.
Temo, por consiguiente, ser considerado como un ingrato si amo menos,
siendo así que se me ha perdonado mucho.

No puedo comparar a esta mujer con cualquiera otra, ya que, con justa
razón, sido preferida al fariseo Simón que recibía al Señor a comer.
Sin embargo, ella enseña, a todos los que quieren merecer el perdón, que
es besando los pies de Cristo y lavándolos con sus lágrimas,
enjugándolos con sus cabellos, y ungiéndolos con perfume, la manera de
obtenerlo... Si no podemos igualarla, el Señor Jesús sabe venir en ayuda
de los débiles. Allí donde nadie sabe preparar una comida, llevar un
perfume, traer consigo una fuente de agua viva (Jn 4,10), viene Él mismo.







domingo, 9 de junio de 2013

Evangelio del Día


domingo 09 Junio 2013

Décimo Domingo del tiempo ordinario

San Efrén (Nisibe)

Leer el comentario del Evangelio por
Concilio Vaticano II: El Señor se compadeció de ella y le dijo: "No llores."

1 Reyes 17,17-24.

Sucedió después que el hijo de la dueña de casa cayó enfermo; su enfermedad empeoró y exhaló el último suspiro.
Entonces ella dijo a Elías: «¿Por qué te has metido en mi vida, hombre de Dios? ¿Has venido a mi casa para poner delante de Dios todas mis faltas y para hacer morir a mi hijo?»
Le respondió: «Dame a tu hijo». Elías lo tomó de los brazos de esa mujer, subió al cuarto de arriba, donde se alojaba, y lo acostó en su cama.
Luego invocó a Yavé: «Yavé, Dios mío, dijo, ¿harás que recaiga la desgracia aun sobre esta viuda que me aloja, haciendo que muera su hijo?»
Entonces se tendió tres veces sobre el niño e invocó a Yavé: «Yavé, Dios mío, devuélvele a este niño el soplo de vida».
Yavé oyó la súplica de Elías y le volvió al niño la respiración: ¡estaba vivo!
Elías tomó al niño, lo bajó del cuarto alto a la casa y se lo devolvió a su madre. Elías le dijo: «Mira, tu hijo está vivo».
Entonces la mujer dijo a Elías: «¡Ahora sé que tú eres un hombre de Dios y cuando tú dices la palabra de Dios, es verdad!»


Pablo a los Gálatas 1,11-19.

Les recordaré, hermanos, que el Evangelio con el que los he evangelizado no es doctrina de hombres.
No lo recibí ni aprendí de hombre alguno, sino por una revelación de Cristo Jesús.
Ustedes han oído hablar de mi actuación anterior, cuando pertenecía a la comunidad judía, y saben con qué furor perseguía a la Iglesia de Dios y trataba de arrasarla.
Estaba más apegado a la religión judía que muchos compatriotas de mi edad y defendía con mayor fanatismo las tradiciones de mis padres.
Pero un día, a Aquel que me había escogido desde el seno de mi madre, por pura bondad le agradó llamarme
y revelar en mí a su Hijo para que lo proclamara entre los pueblos paganos. En ese momento no pedí consejos humanos,
ni tampoco subí a Jerusalén para ver a los que eran apóstoles antes que yo, sino que fui a Arabia, y de allí regresé después a Damasco.
Más tarde, pasados tres años, subí a Jerusalén para entrevistarme con Pedro y permanecí con él quince días.
Pero no vi a ningún otro apóstol fuera de Santiago, hermano del Señor.


Lucas 7,11-17.

Jesús se dirigió poco después a un pueblo llamado Naín, y con él iban sus discípulos y un buen número de personas.
Cuando llegó a la puerta del pueblo, sacaban a enterrar a un muerto: era el hijo único de su madre, que era viuda, y mucha gente del pueblo la acompañaba.
Al verla, el Señor se compadeció de ella y le dijo: «No llores.»
Después se acercó y tocó el féretro. Los que lo llevaban se detuvieron. Dijo Jesús entonces: «Joven, yo te lo mando, levántate.»
Se incorporó el muerto inmediatamente y se puso a hablar. Y Jesús se lo entregó a su madre.
Un santo temor se apoderó de todos y alababan a Dios, diciendo: «Es un gran profeta el que nos ha llegado. Dios ha visitado a su pueblo.»
Lo mismo se rumoreaba de él en todo el país judío y en sus alrededores.



Extraído de la Biblia Latinoamericana.



Leer el comentario del Evangelio por :

Concilio Vaticano II
Constitución pastoral «Gaudium et Spes» sobre la Iglesia en el mundo actual, § 22 - Copyright © Libreria Editrice Vaticana

El Señor se compadeció de ella y le dijo: "No llores."

    El que es "imagen de Dios invisible" (Col 1,15) es también el
hombre perfecto, que ha devuelto a la descendencia de Adán la semejanza
divina, deformada por el primer pecado. En él, la naturaleza humana
asumida, no absorbida, ha sido elevada también en nosotros a dignidad sin
igual. El Hijo de Dios con su encarnación se ha unido, en cierto modo, con
todo hombre. Trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de
hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre. Nacido
de la Virgen María, se hizo verdaderamente uno de los nuestros, semejantes
en todo a nosotros, excepto en el pecado.

    Cordero inocente, con la entrega libérrima de su sangre nos
mereció la vida. En El Dios nos reconcilió consigo y con nosotros y nos
liberó de la esclavitud del diablo y del pecado, por lo que cualquiera de
nosotros puede decir con el Apóstol: El Hijo de Dios "me amó y se
entregó a sí mismo por mí" (Gal 2,20). Padeciendo por nosotros, nos
dio ejemplo para seguir sus pasos y, además abrió el camino, con cuyo
seguimiento la vida y la muerte se santifican y adquieren nuevo sentido.

    El hombre cristiano, conformado con la imagen del Hijo, que es el
Primogénito entre muchos hermanos, recibe "las primicias del
Espíritu" (Rom 8,23)… Por medio de este Espíritu, que es "prenda de
la herencia" (Eph 1,14), se restaura internamente todo el hombre hasta
que llegue "la redención del cuerpo" (Rom 8,23). Si el Espíritu de
Aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el
que resucitó a Cristo Jesús de entre los muertos dará también vida a
vuestros cuerpos mortales por virtud de su Espíritu que habita en vosotros
(Rom 8,11)... Este es el gran misterio del hombre que la Revelación
cristiana esclarece a los fieles. Por Cristo y en Cristo se ilumina el
enigma del dolor y de la muerte, que fuera del Evangelio nos envuelve en
absoluta obscuridad. Cristo resucitó; con su muerte destruyó la muerte y
nos dio la vida, para que, hijos en el Hijo, clamemos en el Espíritu:
"Abba!,¡Padre!"







domingo, 2 de junio de 2013

Evangelio del Día

domingo 02 Junio 2013
Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo

Corpus Christi
Santa Blandina, Mártires de Lyon, San Jacques Berthieu



Leer el comentario del Evangelio por
San Agustín : "Sed lo que veis y recibid lo que sois"

Lecturas

Génesis 14,18-20.


Entonces Melquisedec, rey de Salem, trajo pan y vino, pues era sacerdote del «Dios Altísimo».
Melquisedec bendijo a Abram, diciendo: «Abram, bendito seas del Dios Altísimo, Creador del cielo y de la tierra.
Y bendito sea el Dios Altísimo, porque entregó a tus enemigos en tus manos.» Y Abram le dio la décima parte de todo lo que llevaba.


1 Corintios 11,23-26.


Yo he recibido del Señor lo que a mi vez les he transmitido. El Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó pan
y, después de dar gracias, lo partió diciendo: «Esto es mi cuerpo, que es entregado por ustedes; hagan esto en memoria mía.»
De igual manera, tomando la copa, después de haber cenado, dijo: «Esta copa es la Nueva Alianza en mi sangre. Todas las veces que la beban háganlo en memoria mía.»
Fíjense bien: cada vez que comen de este pan y beben de esta copa están proclamando la muerte del Señor hasta que venga.


Lucas 9,11b-17.


Pero la gente lo supo y partieron tras él. Jesús los acogió y volvió a hablarles del Reino de Dios mientras devolvía la salud a los que necesitaban ser atendidos.
El día comenzaba a declinar. Los Doce se acercaron para decirle: «Despide a la gente para que se busquen alojamiento y comida en las aldeas y pueblecitos de los alrededores, porque aquí estamos lejos de todo.»
Jesús les contestó: «Denles ustedes mismos de comer.» Ellos dijeron: «No tenemos más que cinco panes y dos pescados. ¿O desearías, tal vez, que vayamos nosotros a comprar alimentos para todo este gentío?»
De hecho había unos cinco mil hombres. Pero Jesús dijo a sus discípulos: «Hagan sentar a la gente en grupos de cincuenta.»
Así lo hicieron los discípulos, y todos se sentaron.
Jesús entonces tomó los cinco panes y los dos pescados, levantó los ojos al cielo, pronunció la bendición, los partió y se los entregó a sus discípulos para que los distribuyeran a la gente.
Todos comieron hasta saciarse. Después se recogieron los pedazos que habían sobrado, y llenaron doce canastos.


Extraído de la Biblia Latinoamericana.



Leer el comentario del Evangelio por

San Agustín (354-430), obispo de Hipona (África del Norte), doctor de la Iglesia
Sermón 272, A los nuevos bautizados, sobre el sacramento

"Sed lo que veis y recibid lo que sois"

Lo que veis en el altar de Dios..., es el pan y el cáliz: esto es lo
que vuestros ojos os indican. Pero es vuestra fe quien quiere ser
instruida, que ese pan es el cuerpo de Cristo, que ese cáliz es su sangre.
Esto supone una breve fórmula, que puede bastar a la fe. Pero la fe busca
instruirse... ¿Cómo este pan es su cuerpo, y este cáliz, o más bien su
contenido, puede ser su sangre? Hermanos míos esto es lo que se
llaman sacramentos: muestran una realidad y de ellos se deduce otra. Lo que
vemos es una apariencia corporal en tanto que lo que comprendemos es un
fruto espiritual. Si queréis comprender lo que es el cuerpo de Cristo,
escuchad al Apóstol, que dice a los fieles: "sois el cuerpo de Cristo, y
cada uno de vosotros, sois los miembros de ese cuerpo" (1 Co 12,17). Así
pues si sois vosotros el cuerpo de Cristo y sus miembros, es vuestro
misterio quien se encuentra en la mesa del Señor, es vuestro misterio lo
que recibís. A esto, lo que sois, responded: "Amén" y con esta
respuesta, lo suscribiréis. Se os dice: «el cuerpo de Cristo» y
respondéis "Amén". Sed pues miembros del cuerpo de Cristo para que
este Amén sea verdadero. ¿Por qué pues el cuerpo está en el pan?
Aquí aun, no decimos nada de nosotros mismos, escuchemos una vez más al
Apóstol, quien, hablando de este sacramento nos dice: "porque el pan es
uno, nosotros, siendo muchos, formamos un solo cuerpo" (1 Co 10,17)
¡Comprended esto y permaneced en la alegría: unidad, verdad, piedad,
caridad! "Un solo pan"; ¿quién es este pan único? "un solo cuerpo,
nosotros que somos muchos". Recordad que no se hace pan con un solo
grano, sino con muchos. Sed lo que veis, y recibid lo que sois.




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