domingo, 31 de marzo de 2013

¡RESUCITÓ!,¡ALELUYA!

EL EVANGELIO DEL DÍA


www.evangeliodeldia.org
«Señor, ¿a quién iremos? Tu tienes palabras de Vida eterna.»  Jn 6, 68

 

Queridos amigos,
Queridos suscriptores del Evangelio del Día:

La Resurrección de Jesús es la verdad culminante de nuestra fe en Cristo; está estrechamente ligada al misterio de la Encarnación del Hijo de Dios y es cumplimiento del designio eterno de Dios. Con su muerte Cristo nos libera del pecado, por su Resurrección nos da acceso a una nueva vida. La cruz que triunfa vence a la muerte y al pecado y nos otorga la redención. (Catecismo de la Iglesia Católica § 638, 653-655).

 

Recordemos la homilía de nuestro Santo Padre Francisco el 14 de marzo :

« Quisiera que todos, después de estos días de gracia, tengamos el valor, precisamente el valor, de caminar en presencia del Señor, con la cruz del Señor; de edificar la Iglesia sobre la sangre del Señor, derramada en la cruz; y de confesar la única gloria: Cristo crucificado. Y así la Iglesia avanzará. »

 

Queridos suscriptores:
¡Les deseamos una santa y feliz fiesta de Pascua!

 

… y estamos muy contentos de anunciarles la extensión del servicio EVANGELIZO a la versión gaélica : soiscealanlae.org. El gaélico es el idioma oficial de Irlanda.

 

El Equipo Hispanohablante del Evangelio del Día, un servicio de Evangelizo.org:
Marco, Martín y Asunción, Roberto, Hna. Cristina, Hna. Marián, Hna. Teresa, Hna. Virtudes y Blandine.


INFORMACIONES
* El Evangelio del Día se puede recibir en Iphone, Android y otros móviles. aquí.
* El Evangelio del Día es accesible también en las redes sociales (
Facebook)
* El Evangelio del Día existe y se desarrolla en nuevos idiomas gracias a su generosidad grande y espontánea. En este momento se prepara la versión china, hebrea, coreana, estonia, turca y rusa. Puede ayudarnos
directamente en línea desde el sitio, en euros o dólares. Gracias.
* También nos puede ayudar con sus iniciativas: para saber lo que necesitamos, vaya a la página
Ayudarnos.
* Para contestar, utilice
el formulario de contacto.

 

Evangelio del Día

domingo 31 Marzo 2013
Domingo de Pascua de la Resurrección del Señor

San Benjamin Ergol ,  San Amós (Profeta)



Leer el comentario del Evangelio por
Beato John Henry Newman : Este es el día

Lecturas

Hechos 10,34a.37-43.


Entonces Pedro, tomando la palabra, dijo: "Verdaderamente, comprendo que Dios no hace acepción de personas,
Ustedes ya saben qué ha ocurrido en toda Judea, comenzando por Galilea, después del bautismo que predicaba Juan:
cómo Dios ungió a Jesús de Nazaret con el Espíritu Santo, llenándolo de poder. El pasó haciendo el bien y curando a todos los que habían caído en poder del demonio, porque Dios estaba con él.
Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en el país de los judíos y en Jerusalén. Y ellos lo mataron, suspendiéndolo de un patíbulo.
Pero Dios lo resucitó al tercer día y le concedió que se manifestara,
no a todo el pueblo, sino a testigos elegidos de antemano por Dios: a nosotros, que comimos y bebimos con él, después de su resurrección.
Y nos envió a predicar al pueblo, y atestiguar que él fue constituido por Dios Juez de vivos y muertos.
Todos los profetas dan testimonio de él, declarando que los que creen en él reciben el perdón de los pecados, en virtud de su Nombre".


Pablo a los Colosenses 3,1-4.


Ya que ustedes han resucitado con Cristo, busquen los bienes del cielo donde Cristo está sentado a la derecha de Dios.
Tengan el pensamiento puesto en las cosas celestiales y no en las de la tierra.
Porque ustedes están muertos, y su vida está desde ahora oculta con Cristo en Dios.
Cuando se manifieste Cristo, que es nuestra vida, entonces ustedes también aparecerán con él, llenos de gloria.


Juan 20,1-9.


El primer día de la semana, de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que la piedra había sido sacada.
Corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les dijo: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto".
Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro.
Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió más rápidamente que Pedro y llegó antes.
Asomándose al sepulcro, vio las vendas en el suelo, aunque no entró.
Después llegó Simón Pedro, que lo seguía, y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo,
y también el sudario que había cubierto su cabeza; este no estaba con las vendas, sino enrollado en un lugar aparte.
Luego entró el otro discípulo, que había llegado antes al sepulcro: él también vio y creyó.
Todavía no habían comprendido que, según la Escritura, él debía resucitar de entre los muertos.


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por

Beato John Henry Newman (1801-1890), teólogo, fundador del Oratorio en Inglaterra
Sermón "La dificultad en realizar los privilegios sagrados", PPS, t. 6, n°8

Este es el día

"Este es el día en que actuó el Señor, sea nuestra alegría y nuestro
gozo" (Sal. 117,24)... Como cristianos nacimos para el Reino de Dios desde
nuestra más tierna infancia... pero, aun siendo conscientes de esta verdad
y creyendo plenamente, tenemos muchas dificultades en acoger este
privilegio y pasamos largo tiempo en comprenderlo. Nadie, por supuesto, lo
comprende plenamente... Y hasta en este gran día, este día entre los días,
donde Cristo resucita de entre los muertos... nosotros estamos como recién
nacidos... a los que les faltan ojos para ver y un corazón para comprender
quiénes somos verdaderamente... Este es el dia de Pascua, repitámoslo una y
otra vez, con un respeto profundo y una gran alegría. Como los niños cuando
dicen: " Ha llegado la primavera " o " mirad el mar ", para expresar la
idea..., digamos: " he aquí el día entre los días, el día real (Ap. 1,10
griego), el día del Señor. He aquí el día en que el Cristo ha resucitado de
entre los muertos, el día que nos trae la salvación". Este es el día que
nos trae lo más grande que podemos comprender. Es el día de nuestro
descanso, nuestro verdadero sábado; Cristo ha entrado en su descanso (He
4), y nosotros con Él. Este día nos conduce, en prefiguración, a través de
la tumba y las puertas de la muerte, hasta el tiempo del descanso en el
seno de Abraham (Hech. 3,20; Lc 16,22). Estamos bastante cansados de la
oscuridad, el cansancio, la tristeza y el remordimiento. Estamos bastante
cansados de este mundo agotador. Estamos cansados de sus ruidos y su jaleo;
su mejor música, es sólo un ruido. Pero ahora reina el silencio, y es un
silencio que habla...: tal es nuestra suerte en lo sucesivo. Hoy es el
comienzo de días tranquilos y serenos, en los que podemos escuchar a
Cristo, con su " voz dulce y tranquila " (1R 19,12), porque el mundo ya no
habla más. Despojémonos de este mundo, y revistámonos de Cristo (Ef.
4,22; Rm 13,14)... ¡Esforcémonos en desvestirnos así, para revestirnos de
cosas invisibles e imperecederas! Esforcémonos en crecer en gracia y en el
conocimiento de nuestro Señor y Salvador, día a día, año tras año, hasta
que nos lleve con Él... en el Reino de su Padre y nuestro Padre, de su Dios
y nuestro Dios (Jn 20,17).




Puede modificar su suscripción en cualquier momento : www.evangeliodeldia.org


domingo, 24 de marzo de 2013

Evangelio del Día

domingo 24 Marzo 2013
Domingo de Ramos en la Pasión del Señor

Santa Catalina de Suecia



Lecturas

Isaías 50,4-7.


El mismo Señor me ha dado una lengua de discípulo, para que yo sepa reconfortar al fatigado con una palabra de aliento. Cada mañana, él despierta mi oído para que yo escuche como un discípulo.
El Señor abrió mi oído y yo no me resistí ni me volví atrás.
Ofrecí mi espalda a los que me golpeaban y mis mejillas, a los que me arrancaban la barba; no retiré mi rostro cuando me ultrajaban y escupían.
Pero el Señor viene en mi ayuda: por eso, no quedé confundido; por eso, endurecí mi rostro como el pedernal, y sé muy bien que no seré defraudado.


Pablo a los Filipenses 2,6-11.


El, que era de condición divina, no consideró esta igualdad con Dios como algo que debía guardar celosamente:
al contrario, se anonadó a sí mismo, tomando la condición de servidor y haciéndose semejante a los hombres. Y presentándose con aspecto humano,
se humilló hasta aceptar por obediencia la muerte y muerte de cruz.
Por eso, Dios lo exaltó y le dio el Nombre que está sobre todo nombre,
para que al nombre de Jesús, se doble toda rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos,
y toda lengua proclame para gloria de Dios Padre: "Jesucristo es el Señor".


Lucas 22,14-71.23,1-56.


Llegada la hora, Jesús se sentó a la mesa con los Apóstoles y les dijo:
"He deseado ardientemente comer esta Pascua con ustedes antes de mi Pasión,
porque les aseguro que ya no la comeré más hasta que llegue a su pleno cumplimiento en el Reino de Dios".
Y tomando una copa, dio gracias y dijo: "Tomen y compártanla entre ustedes.
Porque les aseguro que desde ahora no beberé más del fruto de la vid hasta que llegue el Reino de Dios".
Luego tomó el pan, dio gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: "Esto es mi Cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía".
Después de la cena hizo lo mismo con la copa, diciendo: "Esta copa es la Nueva Alianza sellada con mi Sangre, que se derrama por ustedes.
La mano del traidor está sobre la mesa, junto a mí.
Porque el Hijo del hombre va por el camino que le ha sido señalado, pero ¡ay de aquel que lo va a entregar!".
Entonces comenzaron a preguntarse unos a otros quién de ellos sería el que iba a hacer eso.
Y surgió una discusión sobre quién debía ser considerado como el más grande.
Jesús les dijo: "Los reyes de las naciones dominan sobre ellas, y los que ejercen el poder sobre el pueblo se hacen llamar bienhechores.
Pero entre ustedes no debe ser así. Al contrario, el que es más grande, que se comporte como el menor, y el que gobierna, como un servidor.
Porque, ¿quién es más grande, el que está a la mesa o el que sirve? ¿No es acaso el que está a la mesa? Y sin embargo, yo estoy entre ustedes como el que sirve.
Ustedes son los que han permanecido siempre conmigo en medio de mis pruebas.
Por eso yo les confiero la realeza, como mi Padre me la confirió a mí.
Y en mi Reino, ustedes comerán y beberán en mi mesa, y se sentarán sobre tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.
Simón, Simón, mira que Satanás ha pedido poder para zarandearlos como el trigo,
pero yo he rogado por ti, para que no te falte la fe. Y tú, después que hayas vuelto, confirma a tus hermanos".
"Señor, le dijo Pedro, estoy dispuesto a ir contigo a la cárcel y a la muerte".
Pero Jesús replicó: "Yo te aseguro, Pedro, que hoy, antes que cante el gallo, habrás negado tres veces que me conoces".
Después les dijo: "Cuando los envié sin bolsa, ni alforja, ni sandalia, ¿les faltó alguna cosa?".
"Nada", respondieron. El agregó: "Pero ahora el que tenga una bolsa, que la lleve; el que tenga una alforja, que la lleve también; y el que no tenga espada, que venda su manto para comprar una.
Porque les aseguro que debe cumplirse en mí esta palabra de la Escritura: Fue contado entre los malhechores. Ya llega a su fin todo lo que se refiere a mí".
"Señor, le dijeron, aquí hay dos espadas". El les respondió: "Basta".
En seguida Jesús salió y fue como de costumbre al monte de los Olivos, seguido de sus discípulos.
Cuando llegaron, les dijo: "Oren, para no caer en la tentación".
Después se alejó de ellos, más o menos a la distancia de un tiro de piedra, y puesto de rodillas, oraba:
"Padre, si quieres, aleja de mí este cáliz. Pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya".
Entonces se le apareció un ángel del cielo que lo reconfortaba.
En medio de la angustia, él oraba más intensamente, y su sudor era como gotas de sangre que corrían hasta el suelo.
Después de orar se levantó, fue hacia donde estaban sus discípulos y los encontró adormecidos por la tristeza.
Jesús les dijo: "¿Por qué están durmiendo? Levántense y oren para no caer en la tentación".
Todavía estaba hablando, cuando llegó una multitud encabezada por el que se llamaba Judas, uno de los Doce. Este se acercó a Jesús para besarlo.
Jesús le dijo: "Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del hombre?".
Los que estaban con Jesús, viendo lo que iba a suceder, le preguntaron: "Señor, ¿usamos la espada?".
Y uno de ellos hirió con su espada al servidor del Sumo Sacerdote, cortándole la oreja derecha.
Pero Jesús dijo: "Dejen, ya está". Y tocándole la oreja, lo curó.
Después dijo a los sumos sacerdotes, a los jefes de la guardia del Templo y a los ancianos que habían venido a arrestarlo: "¿Soy acaso un ladrón para que vengan con espadas y palos?
Todos los días estaba con ustedes en el Templo y no me arrestaron. Pero esta es la hora de ustedes y el poder de las tinieblas".
Después de arrestarlo, lo condujeron a la casa del Sumo Sacerdote. Pedro lo seguía de lejos.
Encendieron fuego en medio del patio, se sentaron alrededor de él y Pedro se sentó entre ellos.
Una sirvienta que lo vio junto al fuego, lo miró fijamente y dijo: "Este también estaba con él".
Pedro lo negó, diciendo: "Mujer, no lo conozco".
Poco después, otro lo vio y dijo: "Tú también eres uno de aquellos". Pero Pedro respondió: "No, hombre, no lo soy".
Alrededor de una hora más tarde, otro insistió, diciendo: "No hay duda de que este hombre estaba con él; además, él también es galileo".
"Hombre, dijo Pedro, no sé lo que dices". En ese momento, cuando todavía estaba hablando, cantó el gallo.
El Señor, dándose vuelta, miró a Pedro. Este recordó las palabras que el Señor le había dicho: "Hoy, antes que cante el gallo, me habrás negado tres veces".
Y saliendo afuera, lloró amargamente.
Los hombres que custodiaban a Jesús lo ultrajaban y lo golpeaban;
y tapándole el rostro, le decían: "Profetiza, ¿quién te golpeó?".
Y proferían contra él toda clase de insultos.
Cuando amaneció, se reunió el Consejo de los ancianos del pueblo, junto con los sumos sacerdotes y los escribas. Llevaron a Jesús ante el tribunal
y le dijeron: "Dinos si eres el Mesías". El les dijo: "Si yo les respondo, ustedes no me creerán,
y si los interrogo, no me responderán.
Pero en adelante, el Hijo del hombre se sentará a la derecha de Dios todopoderoso".
Todos preguntaron: "¿Entonces eres el Hijo de Dios?". Jesús respondió: "Tienen razón, yo lo soy".
Ellos dijeron: "¿Acaso necesitamos otro testimonio? Nosotros mismos lo hemos oído de su propia boca".
Después se levantó toda la asamblea y lo llevaron ante Pilato.
Y comenzaron a acusarlo, diciendo: "Hemos encontrado a este hombre incitando a nuestro pueblo a la rebelión, impidiéndole pagar los impuestos al Emperador y pretendiendo ser el rey Mesías".
Pilato lo interrogó, diciendo: "¿Eres tú el rey de los judíos?". "Tú lo dices", le respondió Jesús.
Pilato dijo a los sumos sacerdotes y a la multitud: "No encuentro en este hombre ningún motivo de condena".
Pero ellos insistían: "Subleva al pueblo con su enseñanza en toda la Judea. Comenzó en Galilea y ha llegado hasta aquí".
Al oír esto, Pilato preguntó si ese hombre era galileo.
Y habiéndose asegurado de que pertenecía a la jurisdicción de Herodes, se lo envió. En esos días, también Herodes se encontraba en Jerusalén.
Herodes se alegró mucho al ver a Jesús. Hacía tiempo que deseaba verlo, por lo que había oído decir de él, y esperaba que hiciera algún prodigio en su presencia.
Le hizo muchas preguntas, pero Jesús no le respondió nada.
Entre tanto, los sumos sacerdotes y los escribas estaban allí y lo acusaban con vehemencia.
Herodes y sus guardias, después de tratarlo con desprecio y ponerlo en ridículo, lo cubrieron con un magnífico manto y lo enviaron de nuevo a Pilato.
Y ese mismo día, Herodes y Pilato, que estaban enemistados, se hicieron amigos.
Pilato convocó a los sumos sacerdotes, a los jefes y al pueblo,
y les dijo: "Ustedes me han traído a este hombre, acusándolo de incitar al pueblo a la rebelión. Pero yo lo interrogué delante de ustedes y no encontré ningún motivo de condena en los cargos de que lo acusan;
ni tampoco Herodes, ya que él lo ha devuelto a este tribunal. Como ven, este hombre no ha hecho nada que merezca la muerte.
Después de darle un escarmiento, lo dejaré en libertad".

Pero la multitud comenzó a gritar: "¡Qué muera este hombre! ¡Suéltanos a Barrabás!".
A Barrabás lo habían encarcelado por una sedición que tuvo lugar en la ciudad y por homicidio.
Pilato volvió a dirigirles la palabra con la intención de poner en libertad a Jesús.
Pero ellos seguían gritando: "¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!".
Por tercera vez les dijo: "¿Qué mal ha hecho este hombre? No encuentro en él nada que merezca la muerte. Después de darle un escarmiento, lo dejaré en libertad".
Pero ellos insistían a gritos, reclamando que fuera crucificado, y el griterío se hacía cada vez más violento.
Al fin, Pilato resolvió acceder al pedido del pueblo.
Dejó en libertad al que ellos pedían, al que había sido encarcelado por sedición y homicidio, y a Jesús lo entregó al arbitrio de ellos.
Cuando lo llevaban, detuvieron a un tal Simón de Cirene, que volvía del campo, y lo cargaron con la cruz, para que la llevara detrás de Jesús.
Lo seguían muchos del pueblo y un buen número de mujeres, que se golpeaban el pecho y se lamentaban por él.
Pero Jesús, volviéndose hacia ellas, les dijo: "¡Hijas de Jerusalén!, no lloren por mí; lloren más bien por ustedes y por sus hijos.
Porque se acerca el tiempo en que se dirá: ¡Felices las estériles, felices los senos que no concibieron y los pechos que no amamantaron!
Entonces se dirá a las montañas: ¡Caigan sobre nosotros!, y a los cerros: ¡Sepúltennos!
Porque si así tratan a la leña verde, ¿qué será de la leña seca?".
Con él llevaban también a otros dos malhechores, para ser ejecutados.
Cuando llegaron al lugar llamado "del Cráneo", lo crucificaron junto con los malhechores, uno a su derecha y el otro a su izquierda.
Jesús decía: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen". Después se repartieron sus vestiduras, sorteándolas entre ellos.
El pueblo permanecía allí y miraba. Sus jefes, burlándose, decían: "Ha salvado a otros: ¡que se salve a sí mismo, si es el Mesías de Dios, el Elegido!".
También los soldados se burlaban de él y, acercándose para ofrecerle vinagre,
le decían: "Si eres el rey de los judíos, ¡sálvate a ti mismo!".
Sobre su cabeza había una inscripción: "Este es el rey de los judíos".
Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo: "¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros".
Pero el otro lo increpaba, diciéndole: "¿No tienes temor de Dios, tú que sufres la misma pena que él?
Nosotros la sufrimos justamente, porque pagamos nuestras culpas, pero él no ha hecho nada malo".
Y decía: "Jesús, acuérdate de mí cuando vengas a establecer tu Reino".
El le respondió: "Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso".
Era alrededor del mediodía. El sol se eclipsó y la oscuridad cubrió toda la tierra hasta las tres de la tarde.
El velo del Templo se rasgó por el medio.
Jesús, con un grito, exclamó: "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu". Y diciendo esto, expiró.
Cuando el centurión vio lo que había pasado, alabó a Dios, exclamando: "Realmente este hombre era un justo".
Y la multitud que se había reunido para contemplar el espectáculo, al ver lo sucedido, regresaba golpeándose el pecho.
Todos sus amigos y las mujeres que lo habían acompañado desde Galilea permanecían a distancia, contemplando lo sucedido.
Llegó entonces un miembro del Consejo, llamado José, hombre recto y justo,
que había disentido con las decisiones y actitudes de los demás. Era de Arimatea, ciudad de Judea, y esperaba el Reino de Dios.
Fue a ver a Pilato para pedirle el cuerpo de Jesús.
Después de bajarlo de la cruz, lo envolvió en una sábana y lo colocó en un sepulcro cavado en la roca, donde nadie había sido sepultado.
Era el día de la Preparación, y ya comenzaba el sábado.
Las mujeres que habían venido de Galilea con Jesús siguieron a José, observaron el sepulcro y vieron cómo había sido sepultado.
Después regresaron y prepararon los bálsamos y perfumes, pero el sábado observaron el descanso que prescribía la Ley.


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.




Puede modificar su suscripción en cualquier momento : www.evangeliodeldia.org


domingo, 17 de marzo de 2013

Evangelio del Día

domingo 17 Marzo 2013
Domingo de la quinta semana de Cuaresma

San Patricio Bretaña



Leer el comentario del Evangelio por
Beato Juan Pablo II : "El que esté sin pecado, que tire la primera piedra"

Lecturas

Isaías 43,16-21.


Así habla el Señor, el que abrió un camino a través del mar y un sendero entre las aguas impetuosas;
el que hizo salir carros de guerra y caballos, todo un ejército de hombres aguerridos; ellos quedaron tendidos, no se levantarán, se extinguieron, se consumieron como una mecha.
No se acuerden de las cosas pasadas, no piensen en las cosas antiguas;
yo estoy por hacer algo nuevo: ya está germinando, ¿no se dan cuenta? Sí, pondré un camino en el desierto y ríos en la estepa.
Me glorificarán las fieras salvajes, los chacales y los avestruces; porque haré brotar agua en el desierto y ríos en la estepa, para dar de beber a mi Pueblo, mi elegido,
el Pueblo que yo me formé para que pregonara mi alabanza.


Pablo a los Filipenses 3,8-14.


Más aún, todo me parece una desventaja comparado con el inapreciable conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por él he sacrificado todas las cosas, a las que considero como desperdicio, con tal de ganar a Cristo
y estar unido a él, no con mi propia justicia -la que procede de la Ley- sino con aquella que nace de la fe en Cristo, la que viene de Dios y se funda en la fe.
Así podré conocerlo a él, conocer el poder de su resurrección y participar de sus sufrimientos, hasta hacerme semejante a él en la muerte,
a fin de llegar, si es posible, a la resurrección de entre los muertos.
Esto no quiere decir que haya alcanzado la meta ni logrado la perfección, pero sigo mi carrera con la esperanza de alcanzarla, habiendo sido yo mismo alcanzado por Cristo Jesús.
Hermanos, yo no pretendo haberlo alcanzado. Digo solamente esto: olvidándome del camino recorrido, me lanzo hacia adelante
y corro en dirección a la meta, para alcanzar el premio del llamado celestial que Dios me ha hecho en Cristo Jesús.


Juan 8,1-11.


Jesús fue al monte de los Olivos.
Al amanecer volvió al Templo, y todo el pueblo acudía a él. Entonces se sentó y comenzó a enseñarles.
Los escribas y los fariseos le trajeron a una mujer que había sido sorprendida en adulterio y, poniéndola en medio de todos,
dijeron a Jesús: "Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio.
Moisés, en la Ley, nos ordenó apedrear a esta clase de mujeres. Y tú, ¿qué dices?".
Decían esto para ponerlo a prueba, a fin de poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, comenzó a escribir en el suelo con el dedo.
Como insistían, se enderezó y les dijo: "El que no tenga pecado, que arroje la primera piedra".
E inclinándose nuevamente, siguió escribiendo en el suelo.
Al oír estas palabras, todos se retiraron, uno tras otro, comenzando por los más ancianos. Jesús quedó solo con la mujer, que permanecía allí,
e incorporándose, le preguntó: "Mujer, ¿dónde están tus acusadores? ¿Alguien te ha condenado?".
Ella le respondió: "Nadie, Señor". "Yo tampoco te condeno, le dijo Jesús. Vete, no peques más en adelante".


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por

Beato Juan Pablo II (1920-2005), papa
Encíclica "Dives in misericordia", §2 (trad. © copyright Librería Editrice Vaticana rev.)

"El que esté sin pecado, que tire la primera piedra"

"A Dios nadie lo ha visto", escribe San Juan para dar mayor relieve a
la verdad, según la cual "precisamente el Hijo unigénito que está en el
seno del Padre, ése le ha dado a conocer" (Jn 1,18)... Revelada en Cristo,
la verdad acerca de Dios como "Padre de la misericordia", (2Co 1,3) nos
permite "verlo" especialmente cercano al hombre, sobre todo cuando sufre,
cuando está amenazado en el núcleo mismo de su existencia y de su dignidad.
Debido a esto, en la situación actual de la Iglesia y del mundo, muchos
hombres y muchos ambientes guiados por un vivo sentido de fe se dirigen, yo
diría casi espontáneamente, a la misericordia de Dios. Ellos son
ciertamente impulsados a hacerlo por Cristo mismo, el cual, mediante su
Espíritu, actúa en lo íntimo de los corazones humanos. En efecto, revelado
por El, el misterio de Dios "Padre de la misericordia" constituye, en el
contexto de las actuales amenazas contra el hombre, como una llamada
singular dirigida a la Iglesia. En la presente Encíclica deseo acoger
esta llamada; deseo recurrir al lenguaje eterno —y al mismo tiempo
incomparable por su sencillez y profundidad— de la revelación y de la fe,
para expresar precisamente con él una vez más, ante Dios y ante los
hombres, las grandes preocupaciones de nuestro tiempo. En efecto, la
revelación y la fe nos enseñan no tanto a meditar en abstracto el misterio
de Dios, como "Padre de la misericordia", cuanto a recurrir a esta misma
misericordia en el nombre de Cristo y en unión con El ¿No ha dicho quizá
Cristo que nuestro Padre, que "ve en secreto"(Mt 6,4), espera, se diría
que continuamente, que nosotros, recurriendo a El en toda necesidad,
escrutemos cada vez más su misterio: el misterio del Padre y de su amor?
Deseo pues que estas consideraciones hagan más cercano a todos tal
misterio y que sean al mismo tiempo una vibrante llamada de la Iglesia a la
misericordia, de la que el hombre y el mundo contemporáneo tienen tanta
necesidad. Y tienen necesidad, aunque con frecuencia no lo saben.




Puede modificar su suscripción en cualquier momento : www.evangeliodeldia.org


domingo, 10 de marzo de 2013

Evangelio del Día

domingo 10 Marzo 2013
Domingo de la cuarta semana de Cuaresma

Santos mártires de Sebaste,  San Melitón



Leer el comentario del Evangelio por
San Juan María Vianney : "Estaba perdido y lo hemos encontrado"

Lecturas

Josue 5,9a.10-12.


Entonces el Señor dijo a Josué: "Hoy he quitado de encima de ustedes el oprobio de Egipto". Y aquel lugar se llamó Guilgal hasta el día de hoy.
Los israelitas acamparon en Guilgal, y el catorce del mes, por la tarde, celebraron la Pascua en la llanura de Jericó.
Al día siguiente de la Pascua, comieron de los productos del país - pan sin levadura y granos tostados - ese mismo día.
El maná dejó de caer al día siguiente, cuando comieron los productos del país. Ya no hubo más maná para los israelitas, y aquel año comieron los frutos de la tierra de Canaán.


San Pablo a los Corintios 2 5,17-21.


El que vive en Cristo es una nueva criatura: lo antiguo ha desaparecido, un ser nuevo se ha hecho presente.
Y todo esto procede de Dios, que nos reconcilió con él por intermedio de Cristo y nos confió el ministerio de la reconciliación.
Porque es Dios el que estaba en Cristo, reconciliando al mundo consigo, no teniendo en cuenta los pecados de los hombres, y confiándonos la palabra de la reconciliación.
Nosotros somos, entonces, embajadores de Cristo, y es Dios el que exhorta a los hombres por intermedio nuestro. Por eso, les suplicamos en nombre de Cristo: Déjense reconciliar con Dios.
A aquel que no conoció el pecado, Dios lo identificó con el pecado en favor nuestro, a fin de que nosotros seamos justificados por él.


Lucas 15,1-3.11-32.


Todos los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharlo.
Los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: "Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos".
Jesús les dijo entonces esta parábola:
Jesús dijo también: "Un hombre tenía dos hijos.
El menor de ellos dijo a su padre: 'Padre, dame la parte de herencia que me corresponde'. Y el padre les repartió sus bienes.
Pocos días después, el hijo menor recogió todo lo que tenía y se fue a un país lejano, donde malgastó sus bienes en una vida licenciosa.
Ya había gastado todo, cuando sobrevino mucha miseria en aquel país, y comenzó a sufrir privaciones.
Entonces se puso al servicio de uno de los habitantes de esa región, que lo envió a su campo para cuidar cerdos.
El hubiera deseado calmar su hambre con las bellotas que comían los cerdos, pero nadie se las daba.
Entonces recapacitó y dijo: '¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, y yo estoy aquí muriéndome de hambre!
Ahora mismo iré a la casa de mi padre y le diré: Padre, pequé contra el Cielo y contra ti;
ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros'.
Entonces partió y volvió a la casa de su padre. Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió profundamente; corrió a su encuentro, lo abrazó y lo besó.
El joven le dijo: 'Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; no merezco ser llamado hijo tuyo'.
Pero el padre dijo a sus servidores: 'Traigan en seguida la mejor ropa y vístanlo, pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies.
Traigan el ternero engordado y mátenlo. Comamos y festejemos,
porque mi hijo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y fue encontrado'. Y comenzó la fiesta.
El hijo mayor estaba en el campo. Al volver, ya cerca de la casa, oyó la música y los coros que acompañaban la danza.
Y llamando a uno de los sirvientes, le preguntó que significaba eso.
El le respondió: 'Tu hermano ha regresado, y tu padre hizo matar el ternero engordado, porque lo ha recobrado sano y salvo'.
El se enojó y no quiso entrar. Su padre salió para rogarle que entrara,
pero él le respondió: 'Hace tantos años que te sirvo sin haber desobedecido jamás ni una sola de tus órdenes, y nunca me diste un cabrito para hacer una fiesta con mis amigos.
¡Y ahora que ese hijo tuyo ha vuelto, después de haber gastado tus bienes con mujeres, haces matar para él el ternero engordado!'.
Pero el padre le dijo: 'Hijo mío, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo.
Es justo que haya fiesta y alegría, porque tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado'".


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por

San Juan María Vianney (1786-1859), sacerdote, cura de Ars
1er sermón sobre la misericordia de Dios, 3er domingo después de Pentecostés

"Estaba perdido y lo hemos encontrado"

"Hice mal en abandonar a mi padre que me quería tanto; derroché todos
mis bienes llevando una mala vida; estoy totalmente destrozado y muy sucio,
¿podrá reconocerme mi padre como su hijo? Me echaré a sus pies, los regaré
con mis lágrimas; le pediré que me trate como a uno de sus jornaleros "...
Su padre, que seguía llorando después de su pérdida, viéndole venir de
lejos, olvidó su edad avanzada, la mala vida de este hijo y se echó a su
cuello para abrazarlo. Este pobre hijo, totalmente asombrado por el amor de
su padre, exclama: "no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de
tus jornaleros. - no, no, hijo mio, exclama el padre, todo está olvidado,
pensemos sólo en regocijarnos. Que le traigan el mejor vestido...; que
se eche la casa por la ventana y alegrémonos; porque mi hijo estaba muerto
y ha resucitado, estuvo perdido y lo hemos encontrado".¡Bella imagen,
hermanos mios, de la grandeza de la misericordia de Dios para los pecadores
más miserables!... ¡Oh Dios mio, el pecado es algo horrible! ¿Cómo podemos
cometerlo? Pero con todo lo miserables que somos, en cuanto tomamos la
resolución de convertirnos, las entrañas de su misericordia se mueven a
compasión. Este Salvador misericordioso corre, por su gracia, al encuentro
de los pecadores, los abraza colmándolos de los consuelos más deliciosos...
¡Oh delicioso encuentro! ¡Qué felices seríamos si tuviéramos la dicha de
comprenderlo! Pero por desgracia, no correspondemos a la gracia, y
entonces, estos momentos felices desaparecen. Jesucristo le dice al
pecador por boca de sus ministros: "cuantos habéis sido bautizados en
Cristo, os hebéis revestido de Cristo, de su justicia, sus virtudes y sus
méritos" (cf Ga 3,27). He aquí, mis Hermanos míos, así nos trata Jesucristo
cuando tenemos la dicha de dejar el pecado para entregarnos a él. ¡Oh, qué
motivo de confianza para un pecador, que aunque es culpable, sabe que la
misericordia de Dios es infinita!




Puede modificar su suscripción en cualquier momento : www.evangeliodeldia.org


domingo, 3 de marzo de 2013

Evangelio del Día

domingo 03 Marzo 2013
Tercer Domingo de Cuaresma

Santa Cunegunda Emperatriz



Leer el comentario del Evangelio por
San Asterio de Amasía : Imitar la paciencia de Dios

Lecturas

Exodo 3,1-8a.13-15.


Moisés, que apacentaba las ovejas de su suegro Jetró, el sacerdote de Madián, llevó una vez el rebaño más allá del desierto y llegó a la montaña de Dios, al Horeb.
Allí se le apareció el Angel del Señor en una llama de fuego, que salía de en medio de la zarza. Al ver que la zarza ardía sin consumirse,
Moisés pensó: "Voy a observar este grandioso espectáculo. ¿Por qué será que la zarza no se consume?".
Cuando el Señor vio que él se apartaba del camino para mirar, lo llamó desde la zarza, diciendo: "¡Moisés, Moisés!". "Aquí estoy", respondió el.
Entonces Dios le dijo: "No te acerques hasta aquí. Quítate las sandalias, porque el suelo que estás pisando es una tierra santa".
Luego siguió diciendo: "Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob". Moisés se cubrió el rostro porque tuvo miedo de ver a Dios.
El Señor dijo: "Yo he visto la opresión de mi pueblo, que está en Egipto, y he oído los gritos de dolor, provocados por sus capataces. Sí, conozco muy bien sus sufrimientos.
Por eso he bajado a librarlo del poder de los egipcios y a hacerlo subir, desde aquel país, a una tierra fértil y espaciosa, a una tierra que mana leche y miel, al país de los cananeos, los hititas, los amorreos, los perizitas, los jivitas y los jebuseos.
Moisés dijo a Dios: "Si me presento ante los israelitas y les digo que el Dios de sus padres me envió a ellos, me preguntarán cuál es su nombre. Y entonces, ¿qué les responderé?".
Dios dijo a Moisés: "Yo soy el que soy". Luego añadió: "Tú hablarás así a los israelitas: "Yo soy" me envió a ustedes".
Y continuó diciendo a Moisés: "Tu hablarás así a los israelitas: El Señor, el Dios de sus padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob, es el que me envía. Este es mi nombre para siempre y así será invocado en todos los tiempos futuros.


1 Corintios 10,1-6.10-12.


Porque no deben ignorar, hermanos, que todos nuestros padres fueron guiados por la nube y todos atravesaron el mar;
y para todos, la marcha bajo la nube y el paso del mar, fue un bautismo que los unió a Moisés.
También todos comieron la misma comida y bebieron la misma bebida espiritual.
En efecto, bebían el agua de una roca espiritual que los acompañaba, y esa roca era Cristo.
A pesar de esto, muy pocos de ellos fueron agradables a Dios, porque sus cuerpos quedaron tendidos en el desierto.
Todo esto aconteció simbólicamente para ejemplo nuestro, a fin de que no nos dejemos arrastrar por los malos deseos, como lo hicieron nuestros padres.
No nos rebelemos contra Dios, como algunos de ellos, por lo cual murieron víctimas del Angel exterminador.
Todo esto les sucedió simbólicamente, y está escrito para que nos sirva de lección a los que vivimos en el tiempo final.
Por eso, el que se cree muy seguro, ¡cuídese de no caer!


Lucas 13,1-9.


En ese momento se presentaron unas personas que comentaron a Jesús el caso de aquellos galileos, cuya sangre Pilato mezcló con la de las víctimas de sus sacrificios.
El les respondió: "¿Creen ustedes que esos galileos sufrieron todo esto porque eran más pecadores que los demás?
Les aseguro que no, y si ustedes no se convierten, todos acabarán de la misma manera.
¿O creen que las dieciocho personas que murieron cuando se desplomó la torre de Siloé, eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén?
Les aseguro que no, y si ustedes no se convierten, todos acabarán de la misma manera".
Les dijo también esta parábola: "Un hombre tenía una higuera plantada en su viña. Fue a buscar frutos y no los encontró.
Dijo entonces al viñador: 'Hace tres años que vengo a buscar frutos en esta higuera y no los encuentro. Córtala, ¿para qué malgastar la tierra?'.
Pero él respondió: 'Señor, déjala todavía este año; yo removeré la tierra alrededor de ella y la abonaré.
Puede ser que así dé frutos en adelante. Si no, la cortarás'".


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por

San Asterio de Amasía (?-c 400), obispo
Homilía nº 13, sobre la conversión; PG 40, 356-357, 361 (trad. 1er jueves cuaresma rev.)

Imitar la paciencia de Dios

Si queréis pareceros a Dios, vosotros que habéis sido creados a su
imagen y semejanza, imitad vuestro modelo. Sois cristianos y este nombre
significa 'amigos de los hombres': Imitad el amor de Cristo. Considerad los
tesoros de su bondad... ¿Cómo acogía a los que se acercaron a él? Les
concedía fácilmente el perdón de sus pecados, los libraba al instante,
inmediatamente, de sus sufrimientos... Imitemos la actitud pastoral del
Maestro...

Contemplo en las parábolas el pastor de las cien ovejas (Lc 15,4ss) Una
de entre ella se ha descarriado y separado del rebaño. El pastor no se
quedó con aquellas que estaban en el buen camino. Se fue a la busca de la
descarriada, bajando a los barrancos y precipicios, escalando las cimas
rocosas, afrontando intrépido los desiertos hasta que la encontró. Y
habiéndola encontrado, sin golpearla ni empujarla violentamente hacia el
rebaño, se la echa a los hombros lleno de alegría y la conduce entre sus
compañeras, más contenta por ella que por todas las demás.

Comprendamos, pues, la realidad escondida bajo estas imágenes... Son
ejemplos que nos enseñan misterios sagrados. No desesperemos fácilmente de
las personas, no dejemos en el abandono a los que están el peligro.
Busquemos ardientemente aquel que está amenazado, reconduciéndolo al buen
camino, alegrémonos de su regreso introduciéndolo de nuevo a la comunidad
de los creyentes.   




Puede modificar su suscripción en cualquier momento : www.evangeliodeldia.org