domingo 24 Febrero 2013
Domingo de la primera semana de Cuaresma
San Modesto Tréveris
Leer el comentario del Evangelio por
San León I el Magno : «La gloria de la cruz»
Lecturas
Génesis 15,5-12.17-18.
Luego lo llevó afuera y continuó diciéndole: "Mira hacia el cielo y si puedes, cuenta las estrellas". Y añadió: "Así será tu descendencia".
Abrám creyó en el Señor, y el Señor se lo tuvo en cuenta para su justificación.
Entonces el Señor le dijo: "Yo soy el Señor que te hice salir de Ur de los caldeos para darte en posesión esta tierra".
"Señor, respondió Abrám, ¿cómo sabré que la voy a poseer?".
El Señor le respondió: "Tráeme una ternera, una cabra y un carnero, todos ellos de tres años, y también una tórtola y un pichón de paloma".
El trajo todos estos animales, los cortó por la mitad y puso cada mitad una frente a otra, pero no dividió los pájaros.
Las aves de rapiña se abalanzaron sobre los animales muertos, pero Abrám los espantó.
Al ponerse el sol, Abrám cayó en un profundo sueño, y lo invadió un gran temor, una densa oscuridad.
Cuando se puso el sol y estuvo completamente oscuro, un horno humeante y una antorcha encendida pasaron en medio de los animales descuartizados.
Aquel día, el Señor hizo una alianza con Abrám diciendo: "Yo he dado esta tierra a tu descendencia desde el Torrente de Egipto hasta el Gran Río, el río Eufrates:
Pablo a los Filipenses 3,17-21.4,1.
Sigan mi ejemplo, hermanos, y observen atentamente a los que siguen el ejemplo que yo les he dado.
Porque ya les advertí frecuentemente y ahora les repito llorando: hay muchos que se portan como enemigos de la cruz de Cristo.
Su fin es la perdición, su dios es el vientre, su gloria está en aquello que los cubre de vergüenza, y no aprecian sino las cosas de la tierra.
En cambio, nosotros somos ciudadanos del cielo, y esperamos ardientemente que venga de allí como Salvador el Señor Jesucristo.
El transformará nuestro pobre cuerpo mortal, haciéndolo semejante a su cuerpo glorioso, con el poder que tiene para poner todas las cosas bajo su dominio.
Por eso, hermanos míos muy queridos, a quienes tanto deseo ver, ustedes que son mi alegría y mi corona, amados míos, perseveren firmemente en el Señor.
Lucas 9,28b-36.
Unos ocho días después de decir esto, Jesús tomó a Pedro, Juan y Santiago, y subió a la montaña para orar.
Mientras oraba, su rostro cambió de aspecto y sus vestiduras se volvieron de una blancura deslumbrante.
Y dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías,
que aparecían revestidos de gloria y hablaban de la partida de Jesús, que iba a cumplirse en Jerusalén.
Pedro y sus compañeros tenían mucho sueño, pero permanecieron despiertos, y vieron la gloria de Jesús y a los dos hombres que estaban con él.
Mientras estos se alejaban, Pedro dijo a Jesús: "Maestro, ¡qué bien estamos aquí! Hagamos tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías". El no sabía lo que decía.
Mientras hablaba, una nube los cubrió con su sombra y al entrar en ella, los discípulos se llenaron de temor.
Desde la nube se oyó entonces una voz que decía: "Este es mi Hijo, el Elegido, escúchenlo".
Y cuando se oyó la voz, Jesús estaba solo. Los discípulos callaron y durante todo ese tiempo no dijeron a nadie lo que habían visto.
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por
San León I el Magno ( ?- c 461), doctor de la Iglesia
Sermón 51, 2-3, 5-8 : PL 54, 310-313, SC 74 bis
«La gloria de la cruz»
El Señor descubre su gloria en presencia de testigos escogidos, e hizo
resplandecer de tal manera aquel cuerpo suyo común a todos, que su rostro
se volvió semejante a la claridad del sol y sus vestiduras aparecieron
blancas como la nieve. En su transfiguración, se trataba, sobre todo, de
alejar de los corazones de sus discípulos el escándalo de la cruz, y hacer
que la ignominia voluntaria de su muerte no pudiera desconcertar a estos
antes quienes sería descubierto la excelencia de su dignidad escondida.
Pero con no menor vista se estaba fundamentando la esperanza de la
santa Iglesia, ya que el cuerpo de Cristo, en su totalidad, podría
comprender cual habría de ser su transformación, y sus miembros podrían
contar con la promesa de su participación en aquel honor que brillaba en la
cabeza de antemano.
"Este es mi Hijo amado,...escuchadle". Escuchadle, a él que abre el
camino del cielo, por el suplicio de la cruz, vosotros preparar las
enseñanzas para subir al Reino. ¿Por qué teméis, ser redimidos? ¿Por qué,
heridos, teméis, ser curados? Qué más voluntad hace falta que el querer de
Cristo. Arrojad el temor carnal y armaos de la constancia que inspira la
fe. Pues no conviene que dudéis en la pasión del Salvador que, con su
auxilio, vosotros no temeréis en vuestra propia muerte...
En estos tres apóstoles, la Iglesia entera ha aprendido todo lo que
vieron sus ojos y oyeron sus oídos (cf 1Jn 1,1). Por tanto la fe de todos
ellos se vuelva más firme por la predicación del santo Evangelio, y hace
que nadie enrojezca ante la cruz de Cristo, por la cual el mundo ha sido
rescatado.
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domingo, 24 de febrero de 2013
Evangelio del Día
Evangelio del Día
domingo 24 Febrero 2013
Domingo de la primera semana de Cuaresma
San Modesto Tréveris
Leer el comentario del Evangelio por
San León I el Magno : «La gloria de la cruz»
Lecturas
Génesis 15,5-12.17-18.
Luego lo llevó afuera y continuó diciéndole: "Mira hacia el cielo y si puedes, cuenta las estrellas". Y añadió: "Así será tu descendencia".
Abrám creyó en el Señor, y el Señor se lo tuvo en cuenta para su justificación.
Entonces el Señor le dijo: "Yo soy el Señor que te hice salir de Ur de los caldeos para darte en posesión esta tierra".
"Señor, respondió Abrám, ¿cómo sabré que la voy a poseer?".
El Señor le respondió: "Tráeme una ternera, una cabra y un carnero, todos ellos de tres años, y también una tórtola y un pichón de paloma".
El trajo todos estos animales, los cortó por la mitad y puso cada mitad una frente a otra, pero no dividió los pájaros.
Las aves de rapiña se abalanzaron sobre los animales muertos, pero Abrám los espantó.
Al ponerse el sol, Abrám cayó en un profundo sueño, y lo invadió un gran temor, una densa oscuridad.
Cuando se puso el sol y estuvo completamente oscuro, un horno humeante y una antorcha encendida pasaron en medio de los animales descuartizados.
Aquel día, el Señor hizo una alianza con Abrám diciendo: "Yo he dado esta tierra a tu descendencia desde el Torrente de Egipto hasta el Gran Río, el río Eufrates:
Pablo a los Filipenses 3,17-21.4,1.
Sigan mi ejemplo, hermanos, y observen atentamente a los que siguen el ejemplo que yo les he dado.
Porque ya les advertí frecuentemente y ahora les repito llorando: hay muchos que se portan como enemigos de la cruz de Cristo.
Su fin es la perdición, su dios es el vientre, su gloria está en aquello que los cubre de vergüenza, y no aprecian sino las cosas de la tierra.
En cambio, nosotros somos ciudadanos del cielo, y esperamos ardientemente que venga de allí como Salvador el Señor Jesucristo.
El transformará nuestro pobre cuerpo mortal, haciéndolo semejante a su cuerpo glorioso, con el poder que tiene para poner todas las cosas bajo su dominio.
Por eso, hermanos míos muy queridos, a quienes tanto deseo ver, ustedes que son mi alegría y mi corona, amados míos, perseveren firmemente en el Señor.
Lucas 9,28b-36.
Unos ocho días después de decir esto, Jesús tomó a Pedro, Juan y Santiago, y subió a la montaña para orar.
Mientras oraba, su rostro cambió de aspecto y sus vestiduras se volvieron de una blancura deslumbrante.
Y dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías,
que aparecían revestidos de gloria y hablaban de la partida de Jesús, que iba a cumplirse en Jerusalén.
Pedro y sus compañeros tenían mucho sueño, pero permanecieron despiertos, y vieron la gloria de Jesús y a los dos hombres que estaban con él.
Mientras estos se alejaban, Pedro dijo a Jesús: "Maestro, ¡qué bien estamos aquí! Hagamos tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías". El no sabía lo que decía.
Mientras hablaba, una nube los cubrió con su sombra y al entrar en ella, los discípulos se llenaron de temor.
Desde la nube se oyó entonces una voz que decía: "Este es mi Hijo, el Elegido, escúchenlo".
Y cuando se oyó la voz, Jesús estaba solo. Los discípulos callaron y durante todo ese tiempo no dijeron a nadie lo que habían visto.
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por
San León I el Magno ( ?- c 461), doctor de la Iglesia
Sermón 51, 2-3, 5-8 : PL 54, 310-313, SC 74 bis
«La gloria de la cruz»
El Señor descubre su gloria en presencia de testigos escogidos, e hizo
resplandecer de tal manera aquel cuerpo suyo común a todos, que su rostro
se volvió semejante a la claridad del sol y sus vestiduras aparecieron
blancas como la nieve. En su transfiguración, se trataba, sobre todo, de
alejar de los corazones de sus discípulos el escándalo de la cruz, y hacer
que la ignominia voluntaria de su muerte no pudiera desconcertar a estos
antes quienes sería descubierto la excelencia de su dignidad escondida.
Pero con no menor vista se estaba fundamentando la esperanza de la
santa Iglesia, ya que el cuerpo de Cristo, en su totalidad, podría
comprender cual habría de ser su transformación, y sus miembros podrían
contar con la promesa de su participación en aquel honor que brillaba en la
cabeza de antemano.
"Este es mi Hijo amado,...escuchadle". Escuchadle, a él que abre el
camino del cielo, por el suplicio de la cruz, vosotros preparar las
enseñanzas para subir al Reino. ¿Por qué teméis, ser redimidos? ¿Por qué,
heridos, teméis, ser curados? Qué más voluntad hace falta que el querer de
Cristo. Arrojad el temor carnal y armaos de la constancia que inspira la
fe. Pues no conviene que dudéis en la pasión del Salvador que, con su
auxilio, vosotros no temeréis en vuestra propia muerte...
En estos tres apóstoles, la Iglesia entera ha aprendido todo lo que
vieron sus ojos y oyeron sus oídos (cf 1Jn 1,1). Por tanto la fe de todos
ellos se vuelva más firme por la predicación del santo Evangelio, y hace
que nadie enrojezca ante la cruz de Cristo, por la cual el mundo ha sido
rescatado.
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domingo, 17 de febrero de 2013
Evangelio del Día
domingo 17 Febrero 2013
Primer Domingo de Cuaresma
Santos Fundadores Siervos de la Virgen María
Leer el comentario del Evangelio por
San Rafael Arnáiz Barón : El Hijo de Dios rechaza la tentación y obedece la voluntad de su Padre
Lecturas
Deuteronomio 26,4-10.
El sacerdote tomará la canasta que tú le entregues, la depositará ante el altar,
y tú pronunciarás estas palabras en presencia del Señor, tu Dios: "Mi padre era un arameo errante que bajó a Egipto y se refugió allí con unos pocos hombres, pero luego se convirtió en una nación grande, fuerte y numerosa.
Los egipcios nos maltrataron, nos oprimieron y nos impusieron una dura servidumbre.
Entonces pedimos auxilio al Señor, el Dios de nuestros padres, y él escuchó nuestra voz. El vio nuestra miseria, nuestro cansancio y nuestra opresión,
y nos hizo salir de Egipto con el poder de su mano y la fuerza de su brazo, en medio de un gran terror, de signos y prodigios.
El nos trajo a este lugar y nos dio esta tierra que mana leche y miel.
Por eso ofrezco ahora las primicias de los frutos del suelo que tú, Señor, me diste". Tu depositarás las primicias ante el Señor, tu Dios, y te postrarás delante de él.
San Pablo a los Romanos 10,8-13.
¿Pero qué es lo que dice la justicia?: La palabra está cerca de ti, en tu boca y en tu corazón, es decir la palabra de la fe que nosotros predicamos.
Porque si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvado.
Con el corazón se cree para alcanzar la justicia, y con la boca se confiesa para obtener la salvación.
Así lo afirma la Escritura: El que cree en él, no quedará confundido.
Porque no hay distinción entre judíos y los que no lo son: todos tienen el mismo Señor, que colma de bienes a quienes lo invocan.
Ya que todo el que invoque el nombre del Señor se salvará.
Lucas 4,1-13.
Jesús, lleno del Espíritu Santo, regresó de las orillas del Jordán y fue conducido por el Espíritu al desierto,
donde fue tentado por el demonio durante cuarenta días. No comió nada durante esos días, y al cabo de ellos tuvo hambre.
El demonio le dijo entonces: "Si tú eres Hijo de Dios, manda a esta piedra que se convierta en pan".
Pero Jesús le respondió: "Dice la Escritura: El hombre no vive solamente de pan".
Luego el demonio lo llevó a un lugar más alto, le mostró en un instante todos los reinos de la tierra
y le dijo: "Te daré todo este poder y el esplendor de estos reinos, porque me han sido entregados, y yo los doy a quien quiero.
Si tú te postras delante de mí, todo eso te pertenecerá".
Pero Jesús le respondió: "Está escrito: Adorarás al Señor, tu Dios, y a él solo rendirás culto".
Después el demonio lo condujo a Jerusalén, lo puso en la parte más alta del Templo y le dijo: "Si tú eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo,
porque está escrito: El dará órdenes a sus ángeles para que ellos te cuiden.
Y también: Ellos te llevarán en sus manos para que tu pie no tropiece con ninguna piedra".
Pero Jesús le respondió: "Está escrito: No tentarás al Señor, tu Dios".
Una vez agotadas todas las formas de tentación, el demonio se alejó de él, hasta el momento oportuno.
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por
San Rafael Arnáiz Barón (1911-1938), monje trapense español
Escritos Espirituales, 15/12/1936
El Hijo de Dios rechaza la tentación y obedece la voluntad de su Padre
Yo también alguna vez allá en el mundo, corría por las carreteras de
España, ilusionado de poner el marcador del automóvil a 120 km por hora...
¡Qué estupidez! Cuando me di cuenta de que el horizonte se me acababa,
sufrí la decepción del que goza la libertad de la tierra... pues la tierra
es pequeña y, además, se acaba con rapidez. Horizontes pequeños y limitados
rodean al hombre, y para el que tiene un alma sedienta de horizontes
infinitos... los de la tierra no le bastan... le ahogan. No hay mundo
bastante para él, y sólo encuentra lo que busca en la grandeza e inmensidad
de Dios. ¡Hombres libres que recorréis el planeta! No os envidio vuestra
vida sobre el mundo. Encerrado en un convento, y a los pies de un
crucifijo, tengo libertad infinita, tengo un cielo..., tengo a Dios. ¡Qué
suerte tan grande es tener un corazón enamorado de El!... ¡Pobre hermano
Rafael!... Sigue esperando... sigue esperando con esa dulce serenidad que
da la esperanza cierta. Sigue quieto, clavado, prisionero de tu Dios, a los
pies de su Sagrario. Escucha el lejano alboroto que hacen los hombres al
gozar breves días su libertad por el mundo. Escucha de lejos sus voces, sus
risas, sus llantos, sus guerras... Escucha y medita un momento. Medita en
un Dios infinito... en el Dios que hizo la tierra y los hombres, el dueño
absoluto de cielos y tierras, de ríos y mares; el que en un instante, con
sólo quererlo, con sólo pensarlo, creó de la nada todo cuanto existe.
Medita un momento en la vida de Cristo y verás que en ella no hay
libertades, ni ruido, ni voces... Verás al Hijo de Dios, sometido al
hombre. Verás a Jesús obediente, sumiso, y que con serena paz, sólo tiene
por ley de su vida cumplir la voluntad de su Padre. Y, por último,
contempla a Cristo clavado en Cruz... ¡Á qué hablar de libertades!
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domingo, 10 de febrero de 2013
Evangelio del Día
domingo 10 Febrero 2013
Quinto Domingo del tiempo ordinario
Santa Escolástica
Leer el comentario del Evangelio por
Beato John Henry Newman : "Te llama por tu nombre"
Lecturas
Isaías 6,1-2a.3-8.
El año de la muerte del rey Ozías, yo vi al Señor sentado en un trono elevado y excelso, y las orlas de su manto llenaban el Templo.
Unos serafines estaban de pie por encima de él. Cada uno tenía seis alas: con dos se cubrían el rostro, y con dos se cubrían los pies, y con dos volaban.
Y uno gritaba hacia el otro: "¡Santo, santo, santo es el Señor de los ejércitos! Toda la tierra está llena de su gloria".
Los fundamentos de los umbrales temblaron al clamor de su voz, y la Casa se llenó de humo.
Yo dije: "¡Ay de mí, estoy perdido! Porque soy un hombre de labios impuros, y habito en medio de un pueblo de labios impuros; ¡y mis ojos han visto al Rey, el Señor de los ejércitos!".
Uno de los serafines voló hacia mí, llevando en su mano una brasa que había tomado con unas tenazas de encima del altar.
El le hizo tocar mi boca, y dijo: "Mira: esto ha tocado tus labios; tu culpa ha sido borrada y tu pecado ha sido expiado".
Yo oí la voz del Señor que decía: "¿A quién enviaré y quién irá por nosotros?". Yo respondí: "¡Aquí estoy: envíame!".
1 Corintios 15,1-11.
Hermanos, les recuerdo la Buena Noticia que yo les he predicado, que ustedes han recibido y a la cual permanecen fieles.
Por ella son salvados, si la conservan tal como yo se la anuncié; de lo contrario, habrán creído en vano.
Les he trasmitido en primer lugar, lo que yo mismo recibí: Cristo murió por nuestros pecados, conforme a la Escritura.
Fue sepultado y resucitó al tercer día, de acuerdo con la Escritura.
Se apareció a Pedro y después a los Doce.
Luego se apareció a más de quinientos hermanos al mismo tiempo, la mayor parte de los cuales vive aún, y algunos han muerto.
Además, se apareció a Santiago y de nuevo a todos los Apóstoles.
Por último, se me apareció también a mí, que soy como el fruto de un aborto.
Porque yo soy el último de los Apóstoles, y ni siquiera merezco ser llamado Apóstol, ya que he perseguido a la Iglesia de Dios.
Pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia no fue estéril en mí, sino que yo he trabajado más que todos ellos, aunque no he sido yo, sino la gracia de Dios que está conmigo.
En resumen, tanto ellos como yo, predicamos lo mismo, y esto es lo que ustedes han creído.
Lucas 5,1-11.
En una oportunidad, la multitud se amontonaba alrededor de Jesús para escuchar la Palabra de Dios, y él estaba de pie a la orilla del lago de Genesaret.
Desde allí vio dos barcas junto a la orilla del lago; los pescadores habían bajado y estaban limpiando las redes.
Jesús subió a una de las barcas, que era de Simón, y le pidió que se apartara un poco de la orilla; después se sentó, y enseñaba a la multitud desde la barca.
Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: "Navega mar adentro, y echen las redes".
Simón le respondió: "Maestro, hemos trabajado la noche entera y no hemos sacado nada, pero si tú lo dices, echaré las redes".
Así lo hicieron, y sacaron tal cantidad de peces, que las redes estaban a punto de romperse.
Entonces hicieron señas a los compañeros de la otra barca para que fueran a ayudarlos. Ellos acudieron, y llenaron tanto las dos barcas, que casi se hundían.
Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús y le dijo: "Aléjate de mí, Señor, porque soy un pecador".
El temor se había apoderado de él y de los que lo acompañaban, por la cantidad de peces que habían recogido;
y lo mismo les pasaba a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, compañeros de Simón. Pero Jesús dijo a Simón: "No temas, de ahora en adelante serás pescador de hombres".
Ellos atracaron las barcas a la orilla y, abandonándolo todo, lo siguieron.
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por
Beato John Henry Newman (1801-1890), teólogo, fundador del Oratorio en Inglaterra
Sermón: "La providencia de Dios en el pensamiento y en la vida" PPS vol. 3, n°9
"Te llama por tu nombre"
Dios te mira, quien quiera que fueras. Dios te llama por tu nombre. Te
ve y te comprende, él que te hizo. Todo lo que hay en ti le es conocido;
todos tus sentimientos y tus pensamientos, tus inclinaciones, tus gustos,
tu fuerza y tu debilidad. Te ve en los días de alegría y en los tiempos de
pena. Se interesa por todas tus angustias y tus recuerdos, todos tus
ímpetus y los desánimos de tu espíritu. Dios te abraza y te sostiene; te
levanta o te deja descansar en el suelo. Contempla tu rostro cuando lloras
y cuando ríes, en la salud y en la enfermedad. Mira tus manos y tus pies,
escucha tu voz, el latido de tu corazón y hasta tu aliento...
Eres un ser humano rescatado y santificado, su hijo adoptivo; te hizo
el don de una parte de la gloria y la bendición que emanan eternamente del
Padre sobre el Hijo único. Has sido escogido para ser suyo... ¿Qué es el
hombre, que somos, que soy, para que el Hijo de Dios tuviera por mí una
preocupación tan grande? ¿Quién soy para que me... ascendiera a la
naturaleza de un ángel, transformando la sustancia original de mi alma, me
hubiera rehecho - yo que soy un pecador desde mi juventud - y para que
hiciera de mi corazón su morada, de mí su templo?
(Referencias bíblicas: Jn 10,3; Mt 10,30; Sal. 8,5; cf Gn 8,21, Sal. 50,7;
1Co 3,16)
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domingo, 3 de febrero de 2013
Evangelio del Día
domingo 03 Febrero 2013
Cuarto Domingo del tiempo ordinario
San Blás Sebaste, San Oscar
Leer el comentario del Evangelio por
San Agustín : "Pasando en medio de ellos, seguía su camino"
Lecturas
Jeremías 1,4-5.17-19.
La palabra del Señor llegó a mí en estos términos:
"Antes de formarte en el vientre materno, yo te conocía; antes de que salieras del seno, yo te había consagrado, te había constituido profeta para las naciones".
En cuanto a ti, cíñete la cintura, levántate y diles todo lo que yo te ordene. No te dejes intimidar por ellos, no sea que te intimide yo delante de ellos.
Mira que hoy hago de ti una plaza fuerte, una columna de hierro, una muralla de bronce, frente a todo el país: frente a los reyes de Judá y a sus jefes, a sus sacerdotes y al pueblo del país.
Ellos combatirán contra ti, pero no te derrotarán, porque yo estoy contigo para librarte -oráculo del Señor-".
1 Corintios 12,31.13,1-13.
Ustedes, por su parte, aspiren a los dones más perfectos. Y ahora voy a mostrarles un camino más perfecto todavía.
Aunque yo hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, soy como una campana que resuena o un platillo que retiñe.
Aunque tuviera el don de la profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, aunque tuviera toda la fe, una fe capaz de trasladar montañas, si no tengo amor, no soy nada.
Aunque repartiera todos mis bienes para alimentar a los pobres y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, no me sirve para nada.
El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece,
no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tiene en cuenta el mal recibido,
no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad.
El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
El amor no pasará jamás. Las profecías acabarán, el don de lenguas terminará, la ciencia desaparecerá;
porque nuestra ciencia es imperfecta y nuestras profecías, limitadas.
Cuando llegue lo que es perfecto, cesará lo que es imperfecto.
Mientras yo era niño, hablaba como un niño, sentía como un niño, razonaba como un niño,
pero cuando me hice hombre, dejé a un lado las cosas de niño. Ahora vemos como en un espejo, confusamente; después veremos cara a cara. Ahora conozco todo imperfectamente; después conoceré como Dios me conoce a mí.
En una palabra, ahora existen tres cosas: la fe, la esperanza y el amor, pero la más grande de todas es el amor.
Lucas 4,21-30.
Entonces comenzó a decirles: "Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír".
Todos daban testimonio a favor de él y estaban llenos de admiración por las palabras de gracia que salían de su boca. Y decían: "¿No es este el hijo de José?".
Pero él les respondió: "Sin duda ustedes me citarán el refrán: 'Médico, cúrate a ti mismo'. Realiza también aquí, en tu patria, todo lo que hemos oído que sucedió en Cafarnaún".
Después agregó: "Les aseguro que ningún profeta es bien recibido en su tierra.
Yo les aseguro que había muchas viudas en Israel en el tiempo de Elías, cuando durante tres años y seis meses no hubo lluvia del cielo y el hambre azotó a todo el país.
Sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda de Sarepta, en el país de Sidón.
También había muchos leprosos en Israel, en el tiempo del profeta Eliseo, pero ninguno de ellos fue curado, sino Naamán, el sirio".
Al oír estas palabras, todos los que estaban en la sinagoga se enfurecieron
y, levantándose, lo empujaron fuera de la ciudad, hasta un lugar escarpado de la colina sobre la que se levantaba la ciudad, con intención de despeñarlo.
Pero Jesús, pasando en medio de ellos, continuó su camino.
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por
San Agustín (354-430), obispo de Hipona (África del Norte) y doctor de la Iglesia
Sermón Delbeau 61, 14-18
"Pasando en medio de ellos, seguía su camino"
Un médico vino entre nosotros para devolvernos la salud: nuestro Señor
Jesucristo. Encontró ceguera en nuestro corazón, y prometió la luz "ni el
ojo vio, ni el oído oyó, ni el hombre puede pensar lo que Dios ha preparado
para los que lo aman" (1Co 2,9). La humildad de Jesucristo es el remedio a
tu orgullo. No te burles de quien te dará la curación; sé humilde, tú por
el que Dios se hizo humilde. En efecto, Él sabía que el remedio de la
humildad te curaría, él que conoce bien tu enfermedad y sabe cómo curarla.
Mientras que no podías correr a casa del médico, el médico en persona vino
a tu casa... Viene, quiere socorrerte, sabe lo que necesitas. Dios vino
con humildad para que el hombre pueda justamente imitarle; Si permaneciera
por encima de ti, ¿cómo habrías podido imitarlo? Y, sin imitarlo, ¿cómo
podrías ser curado? Vino con humildad, porque conocía la naturaleza de la
medicina que debía administrarte: un poco amarga, por cierto, pero
saludable. Y tú, continúas burlándote de él, él que te tiende la copa, y te
dices: "¿pero de qué género es mi Dios? ¡Nació, sufrió, ha sido cubierto de
escupitajos, coronado de espinas, clavado sobre la cruz!" ¡Alma
desgraciada! Ves la humildad del médico y no ves el cáncer de tu orgullo,
es por eso que la humildad no te gusta... A menudo pasa que los enfermos
mentales acaban por agredir a sus médicos. En este caso, el médico
misericordioso no sólo no se enfada contra el que le golpeó, sino que
intenta cuidarle... Nuestro médico, Él, no temió perder su vida en manos de
enfermos alcanzados por locura: hizo de su propia muerte un remedio para
ellos. En efecto, murió y resucitó.
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