domingo 31 Julio 2011
XVIII Domingo del Tiempo Ordinario A
San Ignacio de Loyola, San Fabio, África.
Leer el comentario del Evangelio por
Papa Benedicto XVI : "Dadles vosotros de comer"
Lecturas
Isaías 55,1-3.
¡Vengan a tomar agua, todos los sedientos, y el que no tenga dinero, venga también! Coman gratuitamente su ración de trigo, y sin pagar, tomen vino y leche.
¿Por qué gastan dinero en algo que no alimenta y sus ganancias, en algo que no sacia? Háganme caso, y comerán buena comida, se deleitarán con sabrosos manjares.
Presten atención y vengan a mí, escuchen bien y vivirán. Yo haré con ustedes una alianza eterna, obra de mi inquebrantable amor a David.
San Pablo a los Romanos 8,35.37-39.
¿Quién podrá entonces separarnos del amor de Cristo? ¿Las tribulaciones, las angustias, la persecución, el hambre, la desnudez, los peligros, la espada?
Pero en todo esto obtenemos una amplia victoria, gracias a aquel que nos amó.
Porque tengo la certeza de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los principados, ni lo presente ni lo futuro, ni los poderes espirituales,
ni lo alto ni lo profundo, ni ninguna otra criatura podrá separarnos jamás del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor.
Mateo 14,13-21.
Al enterarse de eso, Jesús se alejó en una barca a un lugar desierto para estar a solas. Apenas lo supo la gente, dejó las ciudades y lo siguió a pie.
Cuando desembarcó, Jesús vio una gran muchedumbre y, compadeciéndose de ella, curó a los enfermos.
Al atardecer, los discípulos se acercaron y le dijeron: "Este es un lugar desierto y ya se hace tarde; despide a la multitud para que vaya a las ciudades a comprarse alimentos".
Pero Jesús les dijo: "No es necesario que se vayan, denles de comer ustedes mismos".
Ellos respondieron: "Aquí no tenemos más que cinco panes y dos pescados".
"Tráiganmelos aquí", les dijo.
Y después de ordenar a la multitud que se sentara sobre el pasto, tomó los cinco panes y los dos pescados, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes, los dio a sus discípulos, y ellos los distribuyeron entre la multitud.
Todos comieron hasta saciarse y con los pedazos que sobraron se llenaron doce canastas.
Los que comieron fueron unos cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños.
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por
Papa Benedicto XVI
Sacramentum caritatis, 88
"Dadles vosotros de comer"
"El pan que yo daré es mi carne, para la vida del mundo" (Jn 6,51).
Con estas palabras el Señor revela el verdadero significado del don de su
propia vida por todos los hombres, mostrándonos así la profunda compasión
que siente hacia toda persona. En efecto, de muchas maneras y en diversos
pasajes, los evangelios nos narran los sentimientos de Jesús hacia los
hombres, particularmente hacia las personas que sufren y hacia los
pecadores. A través de un profundo sentimiento humano, expresa la intención
salvífica de Dios para toda persona humana con el fin de que alcance la
verdadera vida.
Toda celebración eucarística actualiza sacramentalmente el don que
Jesús ha hecho de su propia vida en la cruz, por nosotros y por el mundo
entero. Al mismo tiempo, en la eucaristía, Jesús hace de nosotros los
testigos de la compasión de Dios por cada uno de nuestros hermanos y
hermanas. Es alrededor del misterio eucarístico que nace el servicio de la
caridad hacia el prójimo, el cual "consiste precisamente en el hecho de que
yo amo también, en Dios y con Dios, a la persona que no aprecio e incluso
que ni tan sólo conozco." Esto no se puede dar si no es a partir del
encuentro íntimo con Dios, encuentro que llega a ser comunión de voluntad
hasta llegar a tocar al sentimiento. Es entonces que aprendo a mirar a esta
otra persona no sólo con mis ojos y mis sentimientos, sino según la mirada
de Jesucristo». De esta manera reconozco, en las personas a las que me
acerco, unos hermanos y hermanas por quienes el Señor ha dado su vida
amándolos "hasta el extremo" (Jn 13, 1).
Por consiguiente, cuando nuestras comunidades celebran la eucaristía,
deben hacerse cada vez más conscientes de que el sacrificio de Cristo es
para todos, y que la eucaristía urge a toda persona que cree en él a
hacerse "pan partido" por los demás y, por tanto, a comprometerse por un
mundo más justo y más fraterno. Reflexionando en la multiplicación de los
panes y los peces, debemos reconocer que, todavía hoy, Cristo continua
exhortando a sus discípulos a comprometerse personalmente: "Dadles vosotros
de comer". La vocación de cada uno de nosotros consiste realmente en ser,
con Jesús, pan partido para la vida del mundo.
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domingo, 31 de julio de 2011
Evangelio del Día
domingo, 24 de julio de 2011
Evangelio del Día
domingo 24 Julio 2011
XVII Domingo del Tiempo Ordinario A
San Francisco Solano
Leer el comentario del Evangelio por
Orígenes : La perla de gran valor
Lecturas
1 Reyes 3,5.7-12.
En Gabaón, el Señor se apareció a Salomón en un sueño, durante la noche. Dios le dijo: "Pídeme lo que quieras".
Y ahora, Señor, Dios mío, has hecho reinar a tu servidor en lugar de mi padre David, a mí, que soy apenas un muchacho y no sé valerme por mí mismo.
Tu servidor está en medio de tu pueblo, el que tú has elegido, un pueblo tan numeroso que no se puede contar ni calcular.
Concede entonces a tu servidor un corazón comprensivo, para juzgar a tu pueblo, para discernir entre el bien y el mal. De lo contrario, ¿quién sería capaz de juzgar a un pueblo tan grande como el tuyo?".
Al Señor le agradó que Salomón le hiciera este pedido,
y Dios le dijo: "Porque tú has pedido esto, y no has pedido para ti una larga vida, ni riqueza, ni la vida de tus enemigos, sino que has pedido el discernimiento necesario para juzgar con rectitud,
yo voy a obrar conforme a lo que dices: Te doy un corazón sabio y prudente, de manera que no ha habido nadie como tú antes de ti, ni habrá nadie como tú después de ti.
San Pablo a los Romanos 8,28-30.
Sabemos, además, que Dios dispone todas las cosas para el bien de los que lo aman, de aquellos que él llamó según su designio.
En efecto, a los que Dios conoció de antemano, los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para que él fuera el Primogénito entre muchos hermanos;
y a los que predestinó, también los llamó; y a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó.
Mateo 13,44-52.
El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo; un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, vende todo lo que posee y compra el campo.
El Reino de los Cielos se parece también a un negociante que se dedicaba a buscar perlas finas;
y al encontrar una de gran valor, fue a vender todo lo que tenía y la compró.
El Reino de los Cielos se parece también a una red que se echa al mar y recoge toda clase de peces.
Cuando está llena, los pescadores la sacan a la orilla y, sentándose, recogen lo bueno en canastas y tiran lo que no sirve.
Así sucederá al fin del mundo: vendrán los ángeles y separarán a los malos de entre los justos,
para arrojarlos en el horno ardiente. Allí habrá llanto y rechinar de dientes.
¿Comprendieron todo esto?". "Sí", le respondieron.
Entonces agregó: "Todo escriba convertido en discípulo del Reino de los Cielos se parece a un dueño de casa que saca de sus reservas lo nuevo y lo viejo".
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por
Orígenes (hacia 185-253), presbítero y teólogo
Comentario al evangelio de Mateo, 10, 9-10; GCS 10, 10-11
La perla de gran valor
Al hombre que «busca perlas finas» se le han de aplicar las
siguientes palabras: «Buscad y hallaréis» y «El que busca, halla» (Mt 7,
7-8). En efecto ¿a qué se pueden referir las palabras «buscad» y «el que
busca, halla»? Digámoslo sin dudar: a las perlas, y particularmente a la
perla adquirida por el hombre que lo ha dado todo y lo ha perdido todo. Es
por esta perla que Pablo dice: «He aceptado perderlo todo para así ganar a
Cristo» (Flp 3,8). La palabra «todo» quiere significar las perlas de gran
valor, y por la palabra «ganar a Cristo» significa la única perla de gran
valor.
Seguramente que la lámpara es de gran valor para los que están en las
tinieblas y tienen necesidad de ella hasta que amanezca el sol. Es de gran
valor también la gloria que resplandecía en el rostro de Moisés (2C 3,7), y
también, creo yo, sobre los demás profetas. Da gusto verla porque nos ayuda
a progresar hasta que podamos contemplar la gloria de Cristo, de la cual el
Padre da testimonio cuando dice: «Este es mi Hijo, el amado, mi predilecto»
(Mt 3,17). «Aquello que fue particularmente glorioso en otro tiempo, ya no
lo es puesto que ahora hay una gloria que está por encima de todo» (2C
3,10). Tenemos necesidad, en un primer momento, de una gloria susceptible
de desaparecer ante la «la gloria que está por encima de todo», tal como
tenemos necesidad «de un conocimiento parcial» que «desaparecerá cuando
obtenga el conocimiento perfecto» (1C 13,9s).
Así pues, toda alma que todavía se encuentra en la infancia y camina
«hacia la perfección de los adultos» (Hb 6,1), tiene necesidad de ser
enseñada, rodeada, acompañada hasta que alcance la «plenitud de los
tiempos» (Gal 4,4)...Al fin llegará a su madurez y recibirá su patrimonio:
la perla de gran valor, «aquello que es perfecto y hace desaparecer lo que
es parcial» (1C 13,10). Llegará a este bien que está por encima de todo: el
conocimiento de Cristo (Flp 3,8). Pero son muchos los que no comprenden la
belleza de las numerosas perlas que tiene la Ley y el «conocimiento
parcial» que ya habían dado a conocer todos los profetas; se imaginan,
equivocadamente, que sin la Ley y los profetas, perfectamente comprendidos,
podrían encontrar la única perla de gran valor...: la plena comprensión del
Evangelio y todo el sentido de los actos y las palabras de Jesucristo.
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domingo, 17 de julio de 2011
Evangelio del Día
domingo 17 Julio 2011
XVI Domingo del Tiempo Ordinario A
Santas Justa y Rufina, vírgenes y mártires
Leer el comentario del Evangelio por
San Agustín : «Los justos resplandecieron como el sol en el Reino de su Padre»
Lecturas
Sabiduría 12,13.16-19.
Porque, fuera de ti, no hay otro Dios que cuide de todos, a quien tengas que probar que tus juicios no son injustos;
Porque tu fuerza es el principio de tu justicia, y tu dominio sobre todas las cosas te hace indulgente con todos.
Tú muestras tu fuerza cuando alguien no cree en la plenitud de tu poder, y confundes la temeridad de aquellos que la conocen.
Pero, como eres dueño absoluto de tu fuerza, juzgas con serenidad y nos gobiernas con gran indulgencia, porque con sólo quererlo puedes ejercer tu poder.
Al obrar así, tú enseñaste a tu pueblo que el justo debe ser amigo de los hombres y colmaste a tus hijos de una feliz esperanza, porque, después del pecado, das lugar al arrepentimiento.
San Pablo a los Romanos 8,26-27.
Igualmente, el mismo Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad porque no sabemos orar como es debido; pero el Espíritu intercede por nosotros con gemidos inefables.
Y el que sondea los corazones conoce el deseo del Espíritu y sabe que su intercesión en favor de los santos está de acuerdo con la voluntad divina.
Mateo 13,24-43.
Y les propuso otra parábola: "El Reino de los Cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo;
pero mientras todos dormían vino su enemigo, sembró cizaña en medio del trigo y se fue.
Cuando creció el trigo y aparecieron las espigas, también apareció la cizaña.
Los peones fueron a ver entonces al propietario y le dijeron: 'Señor, ¿no habías sembrado buena semilla en tu campo? ¿Cómo es que ahora hay cizaña en él?'.
El les respondió: 'Esto lo ha hecho algún enemigo'. Los peones replicaron: '¿Quieres que vayamos a arrancarla?'.
'No, les dijo el dueño, porque al arrancar la cizaña, corren el peligro de arrancar también el trigo.
Dejen que crezcan juntos hasta la cosecha, y entonces diré a los cosechadores: Arranquen primero la cizaña y átenla en manojos para quemarla, y luego recojan el trigo en mi granero'".
También les propuso otra parábola: "El Reino de los Cielos se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su campo.
En realidad, esta es la más pequeña de las semillas, pero cuando crece es la más grande de las hortalizas y se convierte en un arbusto, de tal manera que los pájaros del cielo van a cobijarse en sus ramas".
Después les dijo esta otra parábola: "El Reino de los Cielos se parece a un poco de levadura que una mujer mezcla con gran cantidad de harina, hasta que fermenta toda la masa".
Todo esto lo decía Jesús a la muchedumbre por medio de parábolas, y no les hablaba sin parábolas,
para que se cumpliera lo anunciado por el Profeta: Hablaré en parábolas, anunciaré cosas que estaban ocultas desde la creación del mundo.
Entonces, dejando a la multitud, Jesús regresó a la casa; sus discípulos se acercaron y le dijeron: "Explícanos la parábola de la cizaña en el campo".
El les respondió: "El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre;
el campo es el mundo; la buena semilla son los que pertenecen al Reino; la cizaña son los que pertenecen al Maligno,
y el enemigo que la siembra es el demonio; la cosecha es el fin del mundo y los cosechadores son los ángeles.
Así como se arranca la cizaña y se la quema en el fuego, de la misma manera sucederá al fin del mundo.
El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y estos quitarán de su Reino todos los escándalos y a los que hicieron el mal,
y los arrojarán en el horno ardiente: allí habrá llanto y rechinar de dientes.
Entonces los justos resplandecerán como el sol en el Reino de su Padre. ¡El que tenga oídos, que oiga!
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por
San Agustín (354-430), obispo de Hipona (África del Norte) y doctor de la Iglesia
Discurso sobre los salmos, Sal. 99, 8-9
«Los justos resplandecieron como el sol en el Reino de su Padre»
"Cuando esto que es perecedero en nosotros llegue a ser¬
imperecedero y cuando esto que es mortal se revista de inmortalidad» (1Co
15,54), entonces será la dulzura perfecta, el júbilo perfecto, la alabanza
sin fin, el amor sin peligro... Y aquí abajo, ¿ no saborearemos ninguna
alegría?. Sin duda, encontramos aquí abajo la alegría; disfrutamos aquí en
la esperanza de una vida futura, una alegría con la que seremos plenamente
saciados en el cielo. Pero es necesario que el trigo tenga que
soportar estar al lado de la cizaña Los granos están mezclados con la paja
y la flor crece entre las espinas. En efecto, ¿quién dijo a la Iglesia?
«Como la flor entre las espinas, así también mi amada en medio de las
jóvenes» (Ct 2,2). «En medio de mis hijas», es decir, no entre las
extranjeras. Oh Señor, ¿qué consolaciones nos das? ¿Qué consuelo? o bien
¿qué espanto? ¿Llamas espinas a tus propias hijas? Espinas son, responde,
por su conducta, pero hijas por mis sacramentos... Pero, entonces
¿dónde deberá refugiarse el cristiano, para no lamentarse en medio de los
falsos hermanos? ¿Dónde irá? ¿Qué hará? ¿¬Huirá al desierto? Las
oportunidades de caída le seguirán. ¿Se separará, el que va por buen camino
por no soportar más a ninguno de sus semejantes? Pero, dime, a este, antes
de su conversión, ¿ha podido soportarlo alguien? Si, por consiguiente, con
el pretexto de que avanza, no quiere soportar a ninguna persona, por este
hecho, es evidente que todavía no ha avanzado nada. Escuchad atentamente
estas palabras: "Soportaos los unos a otros con amor. Procurad mantener la
unidad en el Espíritu con el vínculo de la paz» (Ef 4,2-3). ¿No hay nada en
ti, que otro no tenga que soportar?
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domingo, 10 de julio de 2011
Evangelio del Día
domingo 10 Julio 2011
XV Domingo del Tiempo Ordinario A
Santas Justa y Rufina, Santos Jenaro y Pelagia, mártires., San Sidronio, mártir, Sens, s. III.
Leer el comentario del Evangelio por
San Cirilo de Jerusalén : «Dichosos vuestros ojos porque ven y vuestros oídos porque oyen»
Lecturas
Isaías 55,10-11.
Así como la lluvia y la nieve descienden del cielo y no vuelven a él sin haber empapado la tierra, sin haberla fecundado y hecho germinar, para que dé la semilla al sembrador y el pan al que come,
así sucede con la palabra que sale de mi boca: ella no vuelve a mí estéril, sino que realiza todo lo que yo quiero y cumple la misión que yo le encomendé.
San Pablo a los Romanos 8,18-23.
Yo considero que los sufrimientos del tiempo presente no pueden compararse con la gloria futura que se revelará en nosotros.
En efecto, toda la creación espera ansiosamente esta revelación de los hijos de Dios.
Ella quedó sujeta a la vanidad, no voluntariamente, sino por causa de quien la sometió, pero conservando una esperanza.
Porque también la creación será liberada de la esclavitud de la corrupción para participar de la gloriosa libertad de los hijos de Dios.
Sabemos que la creación entera, hasta el presente, gime y sufre dolores de parto.
Y no sólo ella: también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente anhelando que se realice la redención de nuestro cuerpo.
Mateo 13,1-23.
Aquel día, Jesús salió de la casa y se sentó a orillas del mar.
Una gran multitud se reunió junto a él, de manera que debió subir a una barca y sentarse en ella, mientras la multitud permanecía en la costa.
Entonces él les habló extensamente por medio de parábolas. Les decía: "El sembrador salió a sembrar.
Al esparcir las semillas, algunas cayeron al borde del camino y los pájaros las comieron.
Otras cayeron en terreno pedregoso, donde no había mucha tierra, y brotaron en seguida, porque la tierra era poco profunda;
pero cuando salió el sol, se quemaron y, por falta de raíz, se secaron.
Otras cayeron entre espinas, y estas, al crecer, las ahogaron.
Otras cayeron en tierra buena y dieron fruto: unas cien, otras sesenta, otras treinta.
¡El que tenga oídos, que oiga!".
Los discípulos se acercaron y le dijeron: "¿Por qué les hablas por medio de parábolas?".
El les respondió: "A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no.
Porque a quien tiene, se le dará más todavía y tendrá en abundancia, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene.
Por eso les hablo por medio de parábolas: porque miran y no ven, oyen y no escuchan ni entienden.
Y así se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dice: Por más que oigan, no comprenderán, por más que vean, no conocerán,
Porque el corazón de este pueblo se ha endurecido, tienen tapados sus oídos y han cerrado sus ojos, para que sus ojos no vean, y sus oídos no oigan, y su corazón no comprenda, y no se conviertan, y yo no los cure.
Felices, en cambio, los ojos de ustedes, porque ven; felices sus oídos, porque oyen.
Les aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que ustedes ven y no lo vieron; oír lo que ustedes oyen, y no lo oyeron.
Escuchen, entonces, lo que significa la parábola del sembrador.
Cuando alguien oye la Palabra del Reino y no la comprende, viene el Maligno y arrebata lo que había sido sembrado en su corazón: este es el que recibió la semilla al borde del camino.
El que la recibe en terreno pedregoso es el hombre que, al escuchar la Palabra, la acepta en seguida con alegría,
pero no la deja echar raíces, porque es inconstante: en cuanto sobreviene una tribulación o una persecución a causa de la Palabra, inmediatamente sucumbe.
El que recibe la semilla entre espinas es el hombre que escucha la Palabra, pero las preocupaciones del mundo y la seducción de las riquezas la ahogan, y no puede dar fruto.
Y el que la recibe en tierra fértil es el hombre que escucha la Palabra y la comprende. Este produce fruto, ya sea cien, ya sesenta, ya treinta por uno".
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por
San Cirilo de Jerusalén (313-350). Obispo y doctor de la Iglesia
Catequesis bautismales, nº 18, 6; PG 38 1021
«Dichosos vuestros ojos porque ven y vuestros oídos porque oyen»
Un árbol cortado vuelve a brotar. ¿No lo hará también un hombre que
ha perdido su vida? Incluso lo que se ha cortado al segarlo se queda en las
eras para que lo recojan. ¿Y no se quedará en la era el hombre que ha sido
segado en este mundo? También los sarmientos de la vid y las ramas de otros
árboles, cuando se cortan completamente y se trasplantan, cobran vida y
reportan fruto. Y el hombre, por el cual son aquellas cosas, ¿no resurgirá
aunque haya ido a parar a la tierra?
Si comparamos distintos trabajos o dificultades ¿qué es más, dar
forma desde sus inicios a una estatua que antes no existía o restituírsela
a una que la había perdido? El Dios que nos hizo de la nada, una vez que ya
tuvimos existencia pero luego la perdimos, ¿no podrá de nuevo despertarnos
a la vida? Si se desea, se siembra trigo o cualquier clase de semilla.
Cuando la semilla cae, muere y se pudre: ya no sirve para alimento. Pero lo
que se ha podrido brota de ahí como hierba y lo que al caer era pequeño se
levanta ahora hermosísimo. Pero el trigo fue credo por causa nuestra, pues
el trigo y otras semillas se hicieron no por sí mismos sino para nuestro
uso. Y si las cosas que fueron hechas para nosotros reviven después de
muertas, nosotros, por quien esas cosas se hicieron, ¿no resucitaremos
después de muertos?
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domingo, 3 de julio de 2011
Evangelio del Día
domingo 03 Julio 2011
XIV Domingo del Tiempo Ordinario A
Santo Tomás Apóstol
Leer el comentario del Evangelio por
San Elredo de Rieval : «Encontrareis vuestro descanso»
Lecturas
Zacarías 9,9-10.
¡Alégrate mucho, hija de Sión! ¡Grita de júbilo, hija de Jerusalén! Mira que tu Rey viene hacia ti; él es justo y victorioso, es humilde y está montado sobre un asno, sobre la cría de un asna.
El suprimirá los carros de Efraím y los caballos de Jerusalén; el arco de guerra será suprimido y proclamará la paz a las naciones. Su dominio se extenderá de un mar hasta el otro, y desde el Río hasta los confines de la tierra.
San Pablo a los Romanos 8,9.11-13.
Pero ustedes no están animados por la carne sino por el espíritu, dado que el Espíritu de Dios habita en ustedes. El que no tiene el Espíritu de Cristo no puede ser de Cristo.
Y si el Espíritu de aquel que resucitó a Jesús habita en ustedes, el que resucitó a Cristo Jesús también dará vida a sus cuerpos mortales, por medio del mismo Espíritu que habita en ustedes.
Hermanos, nosotros no somos deudores de la carne, para vivir de una manera carnal.
Si ustedes viven según la carne, morirán. Al contrario, si hacen morir las obras de la carne por medio del Espíritu, entonces vivirán.
Mateo 11,25-30.
En esa oportunidad, Jesús dijo: "Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños.
Sí, Padre, porque así lo has querido.
Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, así como nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré.
Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio.
Porque mi yugo es suave y mi carga liviana".
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por
San Elredo de Rieval (1110-1167), monje Cisterciense
El espejo de la caridad, I, 30-31 (Traducción: P. Germán Díez Martínez, o.e.s.o.)
«Encontrareis vuestro descanso»
Por lo tanto, los que se quejan de la aspereza de este yugo, quizás
es porque, o no abandonaron plenamente el gravísimo yugo de la
concupiscencia mundana, o, abandonándolo, volvieron a tomarlo con mayor
confusión suya... ¿Qué hay más dulce o qué más tranquilo que no angustiarse
por los torpes movimientos de la carne...? En fin, ¿qué hay tan
próximo a la tranquilidad divina como no conmoverse por las injurias
recibidas, ni asustarse por ningún daño o persecución; tener igual
constancia en los sucesos prósperos que en los adversos y tratar igual al
amigo y al enemigo, haciéndose semejante al que "hace salir su sol sobre
buenos y malos, y deja caer la lluvia sobre justos e injustos»? (Mt 5,45).
Todo esto se encuentra en la caridad, y no se halla sino en la
caridad. En ella está la verdadera tranquilidad, la verdadera suavidad,
porque ella es el yugo del Señor, y si la tomamos invitados por el Señor,
encontraremos descanso para nuestras almas, pues "el yugo del Señor es
suave y ligera su carga». Por último, "la caridad es paciente, es benigna,
no tiene celos, no obra mal, no se infla, no es ambiciosa" (1Co 13,4-5).
Las demás virtudes son para nosotros, o como vehículo para el cansado,
o como viático para el caminante, o como linterna para alumbrar en la
oscuridad, o como arma para los que luchan; mas la caridad, aunque como las
restantes virtudes es necesaria para todos, sin embargo, es descanso en
especial para el fatigado, morada para el caminante, plenitud de claridad
para el que llega y perfecta corona para el vencedor.
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