domingo, 29 de mayo de 2011

Evangelio del Día

domingo 29 Mayo 2011
Domingo de la VI Semana de Pascua A

San Felix



Leer el comentario del Evangelio por
San Juan de Ávila : «Le pediré al Padre, y Él os dará otro Defensor que estará siempre con vosotros»

Lecturas

Hechos 8,5-8.14-17.

Felipe descendió a una ciudad de Samaría y allí predicaba a Cristo.
Al oírlo y al ver los milagros que hacía, todos recibían unánimemente las palabras de Felipe.
Porque los espíritus impuros, dando grandes gritos, salían de muchos que estaban poseídos, y buen número de paralíticos y lisiados quedaron curados.
Y fue grande la alegría de aquella ciudad.
Cuando los Apóstoles que estaban en Jerusalén oyeron que los samaritanos habían recibido la Palabra de Dios, les enviaron a Pedro y a Juan.
Estos, al llegar, oraron por ellos para que recibieran el Espíritu Santo.
Porque todavía no había descendido sobre ninguno de ellos, sino que solamente estaban bautizados en el nombre del Señor Jesús.
Entonces les impusieron las manos y recibieron el Espíritu Santo.


Epístola I de San Pedro 3,15-18.

por el contrario, glorifiquen en sus corazones a Cristo, el Señor. Estén siempre dispuestos a defenderse delante de cualquiera que les pida razón de la esperanza que ustedes tienen.
Pero háganlo con suavidad y respeto, y con tranquilidad de conciencia. Así se avergonzarán de sus calumnias todos aquellos que los difaman, porque ustedes se comportan como servidores de Cristo.
Es preferible sufrir haciendo el bien, si esta es la voluntad de Dios, que haciendo el mal.
Cristo murió una vez por nuestros pecados -siendo justo, padeció por los injustos- para llevarnos a Dios. Entregado a la muerte en su carne, fue vivificado en el Espíritu.


Juan 14,15-21.

Si ustedes me aman, cumplirán mis mandamientos.
Y yo rogaré al Padre, y él les dará otro Paráclito para que esté siempre con ustedes:
el Espíritu de la Verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque no lo ve ni lo conoce. Ustedes, en cambio, lo conocen, porque él permanece con ustedes y estará en ustedes.
No los dejaré huérfanos, volveré a ustedes.
Dentro de poco el mundo ya no me verá, pero ustedes sí me verán, porque yo vivo y también ustedes vivirán.
Aquel día comprenderán que yo estoy en mi Padre, y que ustedes están en mí y yo en ustedes.
El que recibe mis mandamientos y los cumple, ese es el que me ama; y el que me ama será amado por mi Padre, y yo lo amaré y me manifestaré a él".


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por

San Juan de Ávila (1499-1569), padre y pastor
Sermón n° 30, 4º sobre el Espíritu Santo (© trad. B.A.C 1970 rev.)

«Le pediré al Padre, y Él os dará otro Defensor que estará siempre con vosotros»

Así como Jesucristo predicaba, así ahora el Espíritu Santo predica;
así como enseñaba, así el Espíritu Santo enseña; así como Cristo consolaba,
el Espíritu Santo consuela y alegra. ¿Qué pides? ¿Qué buscas? ¿Qué quieres
más? ¡Que tengas tú dentro de ti un consejero, un administrador, uno que te
guíe, que te aconseje, que te esfuerce, que te encamine, que te acompañe en
todo y por todo! Finalmente, si no pierdes la gracia, andará tan a tu lado,
que nada puedas hacer, ni decir, ni pensar que no pase por su mano y santo
consejo. Será tu amigo fiel y verdadero; jamás te dejará si tú no le dejas.
Así como Cristo, estando en esta vida mortal, obraba grandes
sanidades y misericordias en los cuerpos de los que lo habían menester y lo
llamaban, así este Maestro y Consolador obra estas obras espirituales en
las ánimas donde Él mora... Sana los cojos, hace oír a los sordos, da vista
a los ciegos, encamina a los errados, enseña a los ignorantes, consuela a
los tristes, da esfuerzo a los flacos. Como Cristo andaba entre los hombres
haciendo estas tan santas obras, y así como estas obras no las pudiera
hacer si no fuera Dios, y las hizo en aquel hombre y las llamamos obras que
hizo Dios y hombre, así estas otras que hace acá el Espíritu Santo en el
corazón donde mora, las llamamos obras del Espíritu Santo con el hombre
como menos principal. ¿No se llama desdichado y malaventurado quien
no tiene esta unión, quien no tiene tal huésped en su casa?...Decidme, ¿lo
habéis recibido? ¿Lo habéis llamado? ¿Le habéis importunado que venga?...
¡Que Dios sea con vosotros! no sé cómo vosotros podéis vivir sin tanto
bien... Mirad todos los bienes, todas las mercedes y misericordias que
Cristo vino a hacer a los hombres, todas ésas hace este Consolador en
nuestras almas.




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domingo, 22 de mayo de 2011

Evangelio del Día

domingo 22 Mayo 2011
Domingo de la V Semana de Pascua A

Beata Dulce Lopes Pontes,  Beato Diego José de Cádiz,  Benedicto XVI: Conversación con los Astronautas



Leer el comentario del Evangelio por
Beato Juan Pablo II : "Quien me ve a mí, ve al Padre"

Lecturas

Hechos 6,1-7.

En aquellos días, como el número de discípulos aumentaba, los helenistas comenzaron a murmurar contra los hebreos porque se desatendía a sus viudas en la distribución diaria de los alimentos.
Entonces los Doce convocaron a todos los discípulos y les dijeron: "No es justo que descuidemos el ministerio de la Palabra de Dios para ocuparnos de servir las mesas.
Es preferible, hermanos, que busquen entre ustedes a siete hombres de buena fama, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, y nosotros les encargaremos esta tarea.
De esa manera, podremos dedicarnos a la oración y al ministerio de la Palabra".
La asamblea aprobó esta propuesta y eligieron a Esteban, hombre lleno de fe y del Espíritu Santo, a Felipe y a Prócoro, a Nicanor y a Timón, a Pármenas y a Nicolás, prosélito de Antioquía.
Los presentaron a los Apóstoles, y estos, después de orar, les impusieron las manos.
Así la Palabra de Dios se extendía cada vez más, el número de discípulos aumentaba considerablemente en Jerusalén y muchos sacerdotes abrazaban la fe.


Epístola I de San Pedro 2,4-9.

Al acercarse a él, la piedra viva, rechazada por los hombres pero elegida y preciosa a los ojos de Dios,
también ustedes, a manera de piedras vivas, son edificados como una casa espiritual, para ejercer un sacerdocio santo y ofrecer sacrificios espirituales, agradables a Dios por Jesucristo.
Porque dice la Escritura: Yo pongo en Sión una piedra angular, elegida y preciosa: el que deposita su confianza en ella, no será confundido.
Por lo tanto, a ustedes, los que creen, les corresponde el honor. En cambio, para los incrédulos, la piedra que los constructores rechazaron ha llegado a ser la piedra angular:
piedra de tropiezo y roca de escándalo. Ellos tropiezan porque no creen en la Palabra: esa es la suerte que les está reservada.
Ustedes, en cambio, son una raza elegida, un sacerdocio real, una nación santa, un pueblo adquirido para anunciar las maravillas de aquel que los llamó de las tinieblas a su admirable luz:


Juan 14,1-12.

"No se inquieten. Crean en Dios y crean también en mí.
En la Casa de mi Padre hay muchas habitaciones; si no fuera así, se lo habría dicho a ustedes. Yo voy a prepararles un lugar.
Y cuando haya ido y les haya preparado un lugar, volveré otra vez para llevarlos conmigo, a fin de que donde yo esté, estén también ustedes.
Ya conocen el camino del lugar adonde voy".
Tomás le dijo: "Señor, no sabemos adónde vas. ¿Cómo vamos a conocer el camino?".
Jesús le respondió: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí.
Si ustedes me conocen, conocerán también a mi Padre. Ya desde ahora lo conocen y lo han visto".
Felipe le dijo: "Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta".
Jesús le respondió: "Felipe, hace tanto tiempo que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conocen? El que me ha visto, ha visto al Padre. ¿Como dices: 'Muéstranos al Padre'?
¿No crees que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí? Las palabras que digo no son mías: el Padre que habita en mí es el que hace las obras.
Créanme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Créanlo, al menos, por las obras.
Les aseguro que el que cree en mí hará también las obras que yo hago, y aún mayores, porque yo me voy al Padre.


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por

Beato Juan Pablo II
Encíclica "Dives in misericordia" §2 (trad. © Libreria Editrice Vaticana rev.)

"Quien me ve a mí, ve al Padre"

Dios, que «habita una luz inaccesible» (1 Tm 6,16), habla a la vez
al hombre con el lenguaje de todo el cosmos: «en efecto, desde la creación
del mundo, lo invisible de Dios, su eterno poder y divinidad, son conocidos
mediante las obras» (Rm 1,20). Este conocimiento indirecto e imperfecto...
no es aún «visión del Padre». «A Dios nadie lo ha visto», escribe San Juan
para dar mayor relieve a la verdad, según la cual «precisamente el Hijo
unigénito que está en el seno del Padre, ése le ha dado a conocer» (Jn
1,18). Esta revelación manifiesta a Dios en el insondable misterio
de su ser —uno y trino— rodeado de «luz inaccesible». No obstante, mediante
esta revelación de Cristo conocemos a Dios, sobre todo en su relación de
amor hacia el hombre: en su «filantropía» (cf Tt 3,4). Es justamente ahí
donde «sus perfecciones invisibles» se hacen de modo especial «visibles»,
incomparablemente más visibles que a través de todas las demás «obras
realizadas por él»: tales perfecciones se hacen visibles en Cristo y por
Cristo, a través de sus acciones y palabras y, finalmente, mediante su
muerte en la cruz y su resurrección. De este modo en Cristo y por Cristo,
se hace también particularmente visible Dios en su misericordia.




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domingo, 15 de mayo de 2011

Evangelio del Día

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domingo 15 Mayo 2011
Domingo de la IV Semana de Pascua A

San Isidro Labrador



Leer el comentario del Evangelio por
Guillermo de Saint-Thierry : «Amén,amén,Yo dije: Yo soy la puerta de las ovejas»

Lecturas

Hechos 2,14.36-41.

Entonces, Pedro poniéndose de pie con los Once, levantó la voz y dijo: "Hombres de Judea y todos los que habitan en Jerusalén, presten atención, porque voy a explicarles lo que ha sucedido.
Por eso, todo el pueblo de Israel debe reconocer que a ese Jesús que ustedes crucificaron, Dios lo ha hecho Señor y Mesías".
Al oír estas cosas, todos se conmovieron profundamente, y dijeron a Pedro y a los otros Apóstoles: "Hermanos, ¿qué debemos hacer?".
Pedro les respondió: "Conviértanse y háganse bautizar en el nombre de Jesucristo para que les sean perdonados los pecados, y así recibirán el don del Espíritu Santo.
Porque la promesa ha sido hecha a ustedes y a sus hijos, y a todos aquellos que están lejos: a cuantos el Señor, nuestro Dios, quiera llamar".
Y con muchos otros argumentos les daba testimonio y los exhortaba a que se pusieran a salvo de esta generación perversa.
Los que recibieron su palabra se hicieron bautizar; y ese día se unieron a ellos alrededor de tres mil.


Epístola I de San Pedro 2,20-25.

En efecto, ¿qué gloria habría en soportar el castigo por una falta que se ha cometido? Pero si a pesar de hacer el bien, ustedes soportan el sufrimiento, esto sí es una gracia delante de Dios.
A esto han sido llamados, porque también Cristo padeció por ustedes, y les dejó un ejemplo a fin de que sigan sus huellas.
El no cometió pecado y nadie pudo encontrar una mentira en su boca.
Cuando era insultado, no devolvía el insulto, y mientras padecía no profería amenazas; al contrario, confiaba su causa al que juzga rectamente.
El llevó sobre la cruz nuestros pecados, cargándolos en su cuerpo, a fin de que, muertos al pecado, vivamos para la justicia. Gracias a sus llagas, ustedes fueron curados.
Porque antes andaban como ovejas perdidas, pero ahora han vuelto al Pastor y Guardián de ustedes.


Juan 10,1-10.

"Les aseguro que el que no entra por la puerta en el corral de las ovejas, sino por otro lado, es un ladrón y un asaltante.
El que entra por la puerta es el pastor de las ovejas.
El guardián le abre y las ovejas escuchan su voz. El llama a cada una por su nombre y las hace salir.
Cuando las ha sacado a todas, va delante de ellas y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz.
Nunca seguirán a un extraño, sino que huirán de él, porque no conocen su voz".
Jesús les hizo esta comparación, pero ellos no comprendieron lo que les quería decir.
Entonces Jesús prosiguió: "Les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas.
Todos aquellos que han venido antes de mí son ladrones y asaltantes, pero las ovejas no los han escuchado.
Yo soy la puerta. El que entra por mí se salvará; podrá entrar y salir, y encontrará su alimento.
El ladrón no viene sino para robar, matar y destruir. Pero yo he venido para que las ovejas tengan Vida, y la tengan en abundancia.


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por

Guillermo de Saint-Thierry (v. 1085-1148), monje benedictino después cisterciense
Oraciones meditativas, VI, 6-10

«Amén,amén,Yo dije: Yo soy la puerta de las ovejas»

No sólo a Juan, el discípulo amado, le has mostrado la puerta
abierta del cielo (Ap 4,1). Públicamente has dicho a todos...: «Yo soy la
puerta: si alguien entra por mí se salvará».Tú, por lo tanto, eres la
puerta... ¿Pero si vemos la puerta abierta en el cielo, nosotros que
estamos en la tierra, para quién será, si nosotros no podemos subir allí?
Pablo responde: «Aquel que sube, es el mismo que bajó» (Efesios 4,10).
¿Quién es? El Amor. En efecto, Señor, amor que está en nosotros se eleva
hacia Ti allí, porque el amor que hay en Ti ha descendido a nosotros hasta
aquí abajo. Porque tú nos has amado has bajado a nuestro lado; amándote
nosotros subiremos cerca de tuyo. Como tú mismo has dicho: "Yo soy
la puerta", por ti mismo yo te pido, ábrenos tu mismo, para mostrarnos más
claramente, el lugar dónde tu eres la puerta ... ya hemos dicho que ese
lugar, es el cielo; el Padre vive allí, de quien decimos: "El Señor tiene
su trono en el cielo" (Efesios 10.4). Por eso «Nadie viene al padre si no
por ti» (Jn 14,6), que eres la puerta... Por lo tanto nosotros tendemos,
aspiramos a Tí. Responde, por favor: «¿Maestro, donde vives?»(Jn 1,38)
Contestas: «Estoy en el Padre y el Padre está en mí» (Jn 14,11). También:
«En este día, reconoceréis que estoy en mi Padre, que vosotros estáis en mí
y yo en vosotros" (Jn 14,20)... Entonces tu morada es el Padre, y Tú eres
la del padre. Pero esto no es suficiente, porque también nosotros moramos
contigo y Tú en nosotros.




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domingo, 8 de mayo de 2011

Evangelio del Día

domingo 08 Mayo 2011
III Domingo de Pascua A

Nuestra Señora del Rosario de Pompeya,  Beato Justino María Russolillo



Leer el comentario del Evangelio por
Beato Juan Pablo II : "Quédate con nosotros"

Lecturas

Hechos 2,14.22-33.

Entonces, Pedro poniéndose de pie con los Once, levantó la voz y dijo: "Hombres de Judea y todos los que habitan en Jerusalén, presten atención, porque voy a explicarles lo que ha sucedido.
Israelitas, escuchen: A Jesús de Nazaret, el hombre que Dios acreditó ante ustedes realizando por su intermedio los milagros, prodigios y signos que todos conocen,
a ese hombre que había sido entregado conforme al plan y a la previsión de Dios, ustedes lo hicieron morir, clavándolo en la cruz por medio de los infieles.
Pero Dios lo resucitó, librándolo de las angustias de la muerte, porque no era posible que ella tuviera dominio sobre él.
En efecto, refiriéndose a él, dijo David: Veía sin cesar al Señor delante de mí, porque él está a mi derecha para que yo no vacile.
Por eso se alegra mi corazón y mi lengua canta llena de gozo. También mi cuerpo descansará en la esperanza,
porque tú no entregarás mi alma al Abismo, ni dejarás que tu servidor sufra la corrupción.
Tú me has hecho conocer los caminos de la vida y me llenarás de gozo en tu presencia.
Hermanos, permítanme decirles con toda franqueza que el patriarca David murió y fue sepultado, y su tumba se conserva entre nosotros hasta el día de hoy.
Pero como él era profeta, sabía que Dios le había jurado que un descendiente suyo se sentaría en su trono.
Por eso previó y anunció la resurrección del Mesías, cuando dijo que no fue entregado al Abismo ni su cuerpo sufrió la corrupción.
A este Jesús, Dios lo resucitó, y todos nosotros somos testigos.
Exaltado por el poder de Dios, él recibió del Padre el Espíritu Santo prometido, y lo ha comunicado como ustedes ven y oyen.


Epístola I de San Pedro 1,17-21.

Y ya que ustedes llaman Padre a aquel que, sin hacer acepción de personas, juzga a cada uno según sus obras, vivan en el temor mientras están de paso en este mundo.
Ustedes saben que fueron rescatados de la vana conducta heredada de sus padres, no con bienes corruptibles, como el oro y la plata,
sino con la sangre preciosa de Cristo, el Cordero sin mancha y sin defecto,
predestinado antes de la creación del mundo y manifestado en los últimos tiempos para bien de ustedes.
Por él, ustedes creen en Dios, que lo ha resucitado y lo ha glorificado, de manera que la fe y la esperanza de ustedes estén puestas en Dios.


Lucas 24,13-35.

Ese mismo día, dos de los discípulos iban a un pequeño pueblo llamado Emaús, situado a unos diez kilómetros de Jerusalén.
En el camino hablaban sobre lo que había ocurrido.
Mientras conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió caminando con ellos.
Pero algo impedía que sus ojos lo reconocieran.
El les dijo: "¿Qué comentaban por el camino?". Ellos se detuvieron, con el semblante triste,
y uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: "¡Tú eres el único forastero en Jerusalén que ignora lo que pasó en estos días!".
"¿Qué cosa?", les preguntó. Ellos respondieron: "Lo referente a Jesús, el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y en palabras delante de Dios y de todo el pueblo,
y cómo nuestros sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para ser condenado a muerte y lo crucificaron.
Nosotros esperábamos que fuera él quien librara a Israel. Pero a todo esto ya van tres días que sucedieron estas cosas.
Es verdad que algunas mujeres que están con nosotros nos han desconcertado: ellas fueron de madrugada al sepulcro
y al no hallar el cuerpo de Jesús, volvieron diciendo que se les habían aparecido unos ángeles, asegurándoles que él está vivo.
Algunos de los nuestros fueron al sepulcro y encontraron todo como las mujeres habían dicho. Pero a él no lo vieron".
Jesús les dijo: "¡Hombres duros de entendimiento, cómo les cuesta creer todo lo que anunciaron los profetas!
¿No era necesario que el Mesías soportara esos sufrimientos para entrar en su gloria?"
Y comenzando por Moisés y continuando con todos los profetas, les interpretó en todas las Escrituras lo que se refería a él.
Cuando llegaron cerca del pueblo adonde iban, Jesús hizo ademán de seguir adelante.
Pero ellos le insistieron: "Quédate con nosotros, porque ya es tarde y el día se acaba". El entró y se quedó con ellos.
Y estando a la mesa, tomó el pan y pronunció la bendición; luego lo partió y se lo dio.
Entonces los ojos de los discípulos se abrieron y lo reconocieron, pero él había desaparecido de su vista.
Y se decían: "¿No ardía acaso nuestro corazón, mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?".
En ese mismo momento, se pusieron en camino y regresaron a Jerusalén. Allí encontraron reunidos a los Once y a los demás que estaban con ellos,
y estos les dijeron: "Es verdad, ¡el Señor ha resucitado y se apareció a Simón!".
Ellos, por su parte, contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por

Beato Juan Pablo II
Carta apostólica «Mane nobiscum Domine» §19

"Quédate con nosotros"

        Cuando los discípulos de Emaús le pidieron que se quedara "con"
ellos, Jesús contestó con un don mucho mayor. Mediante el sacramento de la
Eucaristía encontró el modo de quedarse "en" ellos. Recibir la Eucaristía
es entrar en profunda comunión con Jesús. "Permaneced en mí, y yo en
vosotros" (Jn 15,4). Esta relación de íntima y recíproca "permanencia" nos
permite anticipar en cierto modo el cielo en la tierra. ¿No es quizás éste
el mayor anhelo del hombre? ¿No es esto lo que Dios se ha propuesto
realizando en la historia su designio de salvación? Él ha puesto en el
corazón del hombre el «hambre» de su Palabra (Am 8,11), un hambre que sólo
se satisfará en la plena unión con Él. Se nos da la comunión eucarística
para "saciarnos" de Dios en esta tierra, a la espera de la plena
satisfacción en el cielo.
        Pero la especial intimidad que se da en la "comunión" eucarística
no puede comprenderse adecuadamente ni experimentarse plenamente fuera de
la comunión eclesial... La Iglesia es el cuerpo de Cristo: se camina "con
Cristo" en la medida en que se está en relación «con su cuerpo». Para crear
y fomentar esta unidad Cristo envía el Espíritu Santo. Y Él mismo la
promueve mediante su presencia eucarística. En efecto, es precisamente el
único Pan eucarístico el que nos hace un solo cuerpo. El apóstol Pablo lo
afirma: "Un solo pan y un solo cuerpo somos, pues todos participamos de un
solo pan"(1 Co 10,17).




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domingo, 1 de mayo de 2011

Evangelio del Día

domingo 01 Mayo 2011
II Domingo de Pascua o de la Divina Misericordia

San José Obrero,   Beatificación Juan Pablo II



Leer el comentario del Evangelio por
Celebración Eucarística en sufragio de Juan Pablo II : "Les mostró sus manos y su costado"

Lecturas

Hechos 2,42-47.

Todos se reunían asiduamente para escuchar la enseñanza de los Apóstoles y participar en la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones.
Un santo temor se apoderó de todos ellos, porque los Apóstoles realizaban muchos prodigios y signos.
Todos los creyentes se mantenían unidos y ponían lo suyo en común:
vendían sus propiedades y sus bienes, y distribuían el dinero entre ellos, según las necesidades de cada uno.
Intimamente unidos, frecuentaban a diario el Templo, partían el pan en sus casas, y comían juntos con alegría y sencillez de corazón;
ellos alababan a Dios y eran queridos por todo el pueblo. Y cada día, el Señor acrecentaba la comunidad con aquellos que debían salvarse.


Epístola I de San Pedro 1,3-9.

Bendito sea Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, que en su gran misericordia, nos hizo renacer, por la resurrección de Jesucristo, a una esperanza viva,
a una herencia incorruptible, incontaminada e imperecedera, que ustedes tienen reservada en el cielo.
Porque gracias a la fe, el poder de Dios los conserva para la salvación dispuesta a ser revelada en el momento final.
Por eso, ustedes se regocijan a pesar de las diversas pruebas que deben sufrir momentáneamente:
así, la fe de ustedes, una vez puesta a prueba, será mucho más valiosa que el oro perecedero purificado por el fuego, y se convertirá en motivo de alabanza, de gloria y de honor el día de la Revelación de Jesucristo.
Porque ustedes lo aman sin haberlo visto, y creyendo en él sin verlo todavía, se alegran con un gozo indecible y lleno de gloria,
seguros de alcanzar el término de esa fe, que es la salvación.


Juan 20,19-31.

Al atardecer de ese mismo día, el primero de la semana, estando cerradas las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, por temor a los judíos, llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: "¡La paz esté con ustedes!".
Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor.
Jesús les dijo de nuevo: "¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes".
Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió: "Reciban el Espíritu Santo.
Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan".
Tomás, uno de los Doce, de sobrenombre el Mellizo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús.
Los otros discípulos le dijeron: "¡Hemos visto al Señor!". El les respondió: "Si no veo la marca de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no lo creeré".
Ocho días más tarde, estaban de nuevo los discípulos reunidos en la casa, y estaba con ellos Tomás. Entonces apareció Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio de ellos y les dijo: "¡La paz esté con ustedes!".
Luego dijo a Tomás: "Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos. Acerca tu mano: Métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe".
Tomas respondió: "¡Señor mío y Dios mío!".
Jesús le dijo: "Ahora crees, porque me has visto. ¡Felices los que creen sin haber visto!".
Jesús realizó además muchos otros signos en presencia de sus discípulos, que no se encuentran relatados en este Libro.
Estos han sido escritos para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y creyendo, tengan Vida en su Nombre.


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por

Celebración Eucarística en sufragio de Juan Pablo II
Regina Caeli del 3 de abril de 2005, al día siguiente del entierro de Juan-Pablo II  - Copyright © Libreria Editrice Vaticana

"Les mostró sus manos y su costado"

        Juan Pablo II había indicado el tema de la meditación del "Regina
caeli" del II domingo de Pascua, o domingo de la Misericordia divina. El 3
de abril, al final de la misa en sufragio del Papa, presidida por el
cardenal Angelo Sodano en la plaza de San Pedro, el arzobispo monseñor
Leonardo Sandri leyó el texto preparado, que ofrecemos seguidamente.
Amadísimos hermanos y hermanas:  

        Resuena también hoy el gozoso aleluya de la Pascua. La página del
evangelio de san Juan que leemos hoy destaca que el Resucitado, al
atardecer de aquel día, se apareció a los Apóstoles y "les mostró las manos
y el costado" (Jn 20, 20), es decir, los signos de la dolorosa pasión
grabados de modo indeleble en su cuerpo también después de la resurrección.
Aquellas heridas gloriosas, que ocho días después hizo tocar al incrédulo
Tomás, revelan la misericordia de Dios, que "tanto amó al mundo que le dio
a su Hijo único" (Jn 3, 16).

        Este misterio de amor está en el centro de la actual liturgia del
domingo in Albis, dedicada al culto de la Misericordia divina.

        A la humanidad, que a veces parece extraviada y dominada por el
poder del mal, del egoísmo y del miedo, el Señor resucitado le ofrece como
don su amor que perdona, reconcilia y suscita de nuevo la esperanza. Es un
amor que convierte los corazones y da la paz. ¡Cuánta necesidad tiene el
mundo de comprender y acoger la Misericordia divina!

        Señor, que con tu muerte y resurrección revelas el amor del Padre,
creemos en ti y con confianza te repetimos hoy: ¡Jesús, confío en ti, ten
misericordia de nosotros y del mundo entero!




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