domingo 29 Noviembre 2009
Primer Domingo de Adviento
San Saturnino de Tolosa, Adviento, Beato Redento de la Cruz , Beato Dionisio de la Natividad , Juan Pablo II: San Francisco Antonio Fasani , Beata MARÍA CLEMENTINA ANUARITE NENGAPETA
Leer el comentario del Evangelio por
Beato Juan van Ruysbroeck : «Entonces verán venir al Hijo del hombre»
Lecturas
Jeremías 33,14-16.
Llegarán los días -oráculo del Señor- en que yo cumpliré la promesa que
pronuncié acerca de la casa de Israel y la casa de Judá:
En aquellos días y en aquel tiempo, haré brotar para David un germen justo,
y él practicará la justicia y el derecho en el país.
En aquellos días, estará a salvo Judá y Jerusalén habitará segura. Y la
llamarán así: "El Señor es nuestra justicia".
San Pablo a los Tesalonicences 1 3,12-13.4,1-2.
Que el Señor los haga crecer cada vez más en el amor mutuo y hacia todos
los demás, semejante al que nosotros tenemos por ustedes.
Que él fortalezca sus corazones en la santidad y los haga irreprochables
delante de Dios, nuestro Padre, el Día de la Venida del Señor Jesús con
todos sus santos.
Por lo demás, hermanos, les rogamos y los exhortamos en el Señor Jesús, que
vivan conforme a lo que han aprendido de nosotros sobre la manera de
comportarse para agradar a Dios. De hecho, ustedes ya viven así: hagan
mayores progresos todavía.
Ya conocen las instrucciones que les he dado en nombre del Señor Jesús.
Lucas 21,25-28.34-36.
Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra, los
pueblos serán presa de la angustia ante el rugido del mar y la violencia de
las olas.
Los hombres desfallecerán de miedo por lo que sobrevendrá al mundo, porque
los astros se conmoverán.
Entonces se verá al Hijo del hombre venir sobre una nube, lleno de poder y
de gloria.
Cuando comience a suceder esto, tengan ánimo y levanten la cabeza, porque
está por llegarles la liberación".
Tengan cuidado de no dejarse aturdir por los excesos, la embriaguez y las
preocupaciones de la vida, para que ese día no caiga de improviso sobre
ustedes
como una trampa, porque sobrevendrá a todos los hombres en toda la tierra.
Estén prevenidos y oren incesantemente, para quedar a salvo de todo lo que
ha de ocurrir. Así podrán comparecer seguros ante el Hijo del hombre".
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por
Beato Juan van Ruysbroeck (1293-1381), canónigo regular
Las Bodas espirituales, 1
«Entonces verán venir al Hijo del hombre»
«¡Que viene el esposo!» (Mt 25,6). Cristo, nuestro esposo, es quien
pronuncia esta frase. En latín, la palabra «venit» contiene dos tiempos del
verbo: el pasado y el presente; lo cual no priva que apunte también al
futuro. Por eso vamos a considerar en nuestro esposo Jesucristo, tres
venidas. En la primera venida se hace hombre a causa del
hombre, por amor. La segunda venida tiene lugar todos los días, a menudo y
en muchas ocasiones, en cada corazón que ama, acompañado de nuevas gracias
y nuevos dones, según la capacidad de cada uno. La tercera venida, se
considera la que tendrá lugar el día del Juicio o en la hora de la
muerte... El motivo por el cual Dios ha creado a los
ángeles y a los hombres es su bondad y su nobleza infinitas, porque lo ha
querido hacer a fin de que la felicidad y la riqueza que es él mismo se
revelaran a las criaturas dotadas de razón, y que éstas pudieran gustarlo
en el tiempo y gozar de él más allá del tiempo, en la eternidad. El motivo por el cual Dios se ha hecho hombre es su amor
inalcanzable y la desgracia de los hombres porque, a causa de la caída del
pecado original se habían alterado la finalidad de la naturaleza humana y
no podía curarse a sí misma. Pero el motivo por el cual Cristo llevó a cabo
sus obras sobre la tierra, no tan sólo según su divinidad sino también
según su humanidad, es cuádruple: a saber, su amor divino sin medida; el
amor creado, o caridad, que poseía en su alma gracias a la unión con el
Verbo eterno y gracias al don perfecto que le había hecho su Padre; la gran
desgracia en la que se encontraba la naturaleza humana; finalmente, el
honor de su Padre. Estos son los motivos de la venida de Cristo, nuestro
esposo, y de todas sus obras.
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domingo, 29 de noviembre de 2009
Evangelio del Día
domingo, 22 de noviembre de 2009
Evangelio del Día
domingo 22 Noviembre 2009
Jesúcristo, Rey del Universo - Solemnidad
Jesucristo, Rey del Universo
Santa Cecilia, Fiesta de Cristo Rey, Jesucristo Rey del Universo
Leer el comentario del Evangelio por
Orígenes : « Venga tu reino » (Mt 6,10)
Lecturas
Daniel 7,13-14.
Yo estaba mirando, en las visiones nocturnas, y vi que venía sobre las
nubes del cielo como un Hijo de hombre; él avanzó hacia el Anciano y lo
hicieron acercar hasta él.
Y le fue dado el dominio, la gloria y el reino, y lo sirvieron todos los
pueblos, naciones y lenguas. Su dominio es un dominio eterno que no pasará,
y su reino no será destruido.
Apoc. 1,5-8.
y de Jesucristo, el Testigo fiel, el Primero que resucitó de entre los
muertos, el Rey de los reyes de la tierra. El nos amó y nos purificó de
nuestros pecados, por medio de su sangre,
e hizo de nosotros un Reino sacerdotal para Dios, su Padre. ¡A él sea la
gloria y el poder por los siglos de los siglos! Amén.
El vendrá entre las nubes y todos lo verán, aún aquellos que lo habían
traspasado. Por él se golpearán el pecho todas las razas de la tierra. Sí,
así será. Amén.
Yo soy el Alfa y la Omega, dice el Señor Dios, el que es, el que era y el
que vendrá, el Todopoderoso.
Juan 18,33-37.
Pilato volvió a entrar en el pretorio, llamó a Jesús y le preguntó: "¿Eres
tú el rey de los judíos?".
Jesús le respondió: "¿Dices esto por ti mismo u otros te lo han dicho de
mí?".
Pilato replicó: "¿Acaso yo soy judío? Tus compatriotas y los sumos
sacerdotes te han puesto en mis manos. ¿Qué es lo que has hecho?".
Jesús respondió: "Mi realeza no es de este mundo. Si mi realeza fuera de
este mundo, los que están a mi servicio habrían combatido para que yo no
fuera entregado a los judíos. Pero mi realeza no es de aquí".
Pilato le dijo: "¿Entonces tú eres rey?". Jesús respondió: "Tú lo dices: yo
soy rey. Para esto he nacido y he venido al mundo: para dar testimonio de
la verdad. El que es de la verdad, escucha mi voz".
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por
Orígenes (hacia 185-253), presbítero y teólogo
La oración, 25; GCS 3, 356
« Venga tu reino » (Mt 6,10)
No pueden coexistir el reino de Dios y el reino del pecado. Por
consiguiente, si queremos que Dios reine en nosotros, procuremos que de
ningún modo «el pecado siga dominando nuestro cuerpo mortal» antes bien,
mortifiquemos «todo lo terreno que hay en nosotros» y fructifiquemos por el
Espíritu; de este modo, Dios se paseará por nuestro interior como por un
paraíso espiritual y reinará en nosotros él solo con su Cristo, el cual se
sentará en nosotros a la derecha de aquella virtud espiritual que deseamos
alcanzar: se sentará hasta que todos sus enemigos que hay en nosotros sean
puestos «por estrado de sus pies», y sean reducidos a la nada en nosotros
todos «los principados, todos los poderes y todas las fuerzas».
Todo esto puede realizarse en cada uno de nosotros, y «el último
enemigo, la muerte», puede ser reducido a la nada, de modo que Cristo diga
también en nosotros: «¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está,
muerte, tu aguijón?» Ya desde ahora este nuestro ser «corruptible», debe
revestirse de santidad y de «incorrupción», y este nuestro ser, «mortal»,
debe revestirse de la «inmortalidad» del Padre, después de haber reducido a
la nada el poder de la muerte, para que así, reinando Dios sobre nosotros,
comencemos ya a disfrutar de los bienes del nuevo nacimiento y de la
resurrección. (Referencias bíblicas: : Rm 6,12; Col 3,5; Gn
3,8; Mt 26,64; Ps 110,1; 1Co 15,24.26.55.53)
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domingo, 15 de noviembre de 2009
Evangelio del Día
domingo 15 Noviembre 2009
Trigésimotercero Domingo del Tiempo Ordinario
San Alberto Magno
Leer el comentario del Evangelio por
Cardenal John Henry Newman : El ejemplo de la higuera
Lecturas
Daniel 12,1-3.
En aquel tiempo, se alzará Miguel, el gran Príncipe, que está de pie junto
a los hijos de tu pueblo. Será un tiempo de tribulación, como no lo hubo
jamás, desde que existe una nación hasta el tiempo presente. En aquel
tiempo, será liberado tu pueblo: todo el que se encuentre inscrito en el
Libro.
Y muchos de los que duermen en el suelo polvoriento se despertarán, unos
para la vida eterna, y otros para la ignominia, para el horror eterno.
Los hombres prudentes resplandecerán como el resplandor del firmamento, y
los que hayan enseñado a muchos la justicia brillarán como las estrellas,
por los siglos de los siglos.
Hebreos 10,11-14.18.
Cada sacerdote se presenta diariamente para cumplir su ministerio y ofrecer
muchas veces los mismos sacrificios, que son totalmente ineficaces para
quitar el pecado.
Cristo, en cambio, después de haber ofrecido por los pecados un único
Sacrificio, se sentó para siempre a la derecha de Dios,
donde espera que sus enemigos sean puestos debajo de sus pies.
Y así, mediante una sola oblación, él ha perfeccionado para siempre a los
que santifica.
Y si los pecados están perdonados, ya no hay necesidad de ofrecer por ellos
ninguna oblación.
Marcos 13,24-32.
En ese tiempo, después de esta tribulación, el sol se oscurecerá, la luna
dejará de brillar,
las estrellas caerán del cielo y los astros se conmoverán.
Y se verá al Hijo del hombre venir sobre las nubes, lleno de poder y de
gloria.
Y él enviará a los ángeles para que congreguen a sus elegidos desde los
cuatro puntos cardinales, de un extremo al otro del horizonte.
Aprendan esta comparación, tomada de la higuera: cuando sus ramas se hacen
flexibles y brotan las hojas, ustedes se dan cuenta de que se acerca el
verano.
Así también, cuando vean que suceden todas estas cosas, sepan que el fin
está cerca, a la puerta.
Les aseguro que no pasará esta generación, sin que suceda todo esto.
El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.
En cuanto a ese día y a la hora, nadie los conoce, ni los ángeles del
cielo, ni el Hijo, nadie sino el Padre.
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por
Cardenal John Henry Newman (1801.1890), presbítero, fundador de comunidad religiosa, teólogo.
«El mundo invisible (La Palabra)PPS, IV, 13
El ejemplo de la higuera
Una sola vez al año, pero, ciertamente una vez, el mundo que vemos,
hace estallar sus fuerzas secretas y, en cierta manera, él mismo revela qué
es. Entonces, aparecen las hojas, los árboles frutales y las flores se
abren, crecen la hierba y el trigo. De repente de percibe un impulso y un
estallido de la vida escondida que Dios ha puesto en el mundo material.
Pues bien, esto nos sirve como un ejemplo de lo que el mundo es capaz
siguiendo el mandato del Señor. Esta tierra... un día estallará en un mundo
nuevo de luz y de gloria en la cual veremos a los santos y a los ángeles.
Sin la experiencia que se ha tenido de lo que ha sido una primavera
precedente, ¿quién podría pensar, quién podría concebir dos o tres meses
antes cuando el rostro de la naturaleza parecía muerta, que podía llegar a
ser tan espléndida y tan variada?... Lo mismo ocurre con
esta primavera eterna que esperan todos los cristianos; llegará aunque se
demore. Esperémosla, porque «ciertamente vendrá y no tardará» (Hb 10,37).
Por eso decimos cada día: «¡Venga a nosotros tu reino!» Que quiere decir:
«Resplandece Señor, tú que te sientas sobre querubines. Restáuranos, que
brille tu rostro y nos salve» (cf Sl 79,2-3).
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domingo, 8 de noviembre de 2009
Evangelio del Día
domingo 08 Noviembre 2009
Trigésimosegundo Domingo del Tiempo Ordinario
Los Cuatros Santos Coronados, San Adeodato, Beata Isabel de la Trinidad, Beato Franz Jägerstätter, Beata María Crocifissa, Nuestra Señora de los Treinta y tres
Leer el comentario del Evangelio por
San Anselmo : «Ella lo ha dado todo»
Lecturas
1 Reyes 17,10-16.
El partió y se fue a Sarepta. Al llegar a la entrada de la ciudad, vio a
una viuda que estaba juntando leña. La llamó y le dijo: "Por favor, tráeme
en un jarro un poco de agua para beber".
Mientras ella lo iba a buscar, la llamó y le dijo: "Tráeme también en la
mano un pedazo de pan".
Pero ella respondió: "¡Por la vida del Señor, tu Dios! No tengo pan cocido,
sino sólo un puñado de harina en el tarro y un poco de aceite en el frasco.
Apenas recoja un manojo de leña, entraré a preparar un pan para mí y para
mi hijo; lo comeremos, y luego moriremos".
Elías le dijo: "No temas. Ve a hacer lo que has dicho, pero antes prepárame
con eso una pequeña galleta y tráemela; para ti y para tu hijo lo harás
después.
Porque así habla el Señor, el Dios de Israel: El tarro de harina no se
agotará ni el frasco de aceite se vaciará, hasta el día en que el Señor
haga llover sobre la superficie del suelo".
Ella se fue e hizo lo que le había dicho Elías, y comieron ella, él y su
hijo, durante un tiempo.
El tarro de harina no se agotó ni se vació el frasco de aceite, conforme a
la palabra que había pronunciado el Señor por medio de Elías.
Hebreos 9,24-28.
Cristo, en efecto, no entró en un Santuario erigido por manos humanas
-simple figura del auténtico Santuario- sino en el cielo, para presentarse
delante de Dios en favor nuestro.
Y no entró para ofrecerse así mismo muchas veces, como lo hace el Sumo
Sacerdote que penetra cada año en el Santuario con una sangre que no es la
suya.
Porque en ese caso, hubiera tenido que padecer muchas veces desde la
creación del mundo. En cambio, ahora él se ha manifestado una sola vez, en
la consumación de los tiempos, para abolir el pecado por medio de su
Sacrificio.
Y así como el destino de los hombres es morir una sola vez, después de lo
cual viene el Juicio,
así también Cristo, después de haberse ofrecido una sola vez para quitar
los pecados de la multitud, aparecerá por segunda vez, ya no en relación
con el pecado, sino para salvar a los que lo esperan.
Marcos 12,38-44.
Y él les enseñaba: "Cuídense de los escribas, a quienes les gusta pasearse
con largas vestiduras, ser saludados en las plazas
y ocupar los primeros asientos en las sinagogas y los banquetes;
que devoran los bienes de las viudas y fingen hacer largas oraciones. Estos
serán juzgados con más severidad".
Jesús se sentó frente a la sala del tesoro del Templo y miraba cómo la
gente depositaba su limosna. Muchos ricos daban en abundancia.
Llegó una viuda de condición humilde y colocó dos pequeñas monedas de
cobre.
Entonces él llamó a sus discípulos y les dijo: "Les aseguro que esta pobre
viuda ha puesto más que cualquiera de los otros,
porque todos han dado de lo que les sobraba, pero ella, de su indigencia,
dio todo lo que poseía, todo lo que tenía para vivir".
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por
San Anselmo (1033-1109), monje, obispo, doctor de la Iglesia
Carta 112 a Hugo, el recluso
«Ella lo ha dado todo»
En el Reino de los cielos, todos juntos, y como un solo hombre, serán
un solo rey con Dios, porque todos querrán una única cosa y se cumplirá su
voluntad. Este es el bien que, desde lo alto del cielo, Dios declara poner
a la venta. Si alguien se pregunta a qué precio, la
respuesta es la siguiente: no tiene necesidad de moneda terrestre el que
ofrece un Reino en el cielo. Nadie puede dar a Dios lo que ya le pertenece,
puesto que es suyo todo lo que existe. Y sin embargo, Dios no da a nadie
una cosa tan grande sin que se ponga algún precio por ella: no da nada al
que no aprecia lo que da. En efecto, nadie da lo que ama al que no pone
precio a lo que se da. Entonces, si Dios no tiene necesidad de tus bienes,
tampoco te dará una cosa tan grande si tú menosprecias amarle: no pide más
que amor, y sin él nada le obliga a dar. Ama, pues, y recibirás el Reino.
Ama, y lo poseerás... Ama, pues, a Dios más que a ti mismo, y empiezas ya a
tener lo que quieres poseer en el cielo.
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domingo, 1 de noviembre de 2009
Evangelio del Día
domingo 01 Noviembre 2009
Todos los Santos - Solemnidad
Fiesta de todos los Santos
Leer el comentario del Evangelio por
Beato Juan van Ruysbroeck : Con todos los santos
Lecturas
Apoc. 7,2-4.9-14.
Luego vi a otro Angel que subía del Oriente, llevando el sello del Dios
vivo. Y comenzó a gritar con voz potente a los cuatro Angeles que habían
recibido el poder de dañar a la tierra y al mar:
"No dañen a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que marquemos con
el sello la frente de los servidores de nuestro Dios".
Oí entonces el número de los que habían sido marcados: eran 144. 000
pertenecientes a todas las tribus de Israel.
Después de esto, vi una enorme muchedumbre, imposible de contar, formada
por gente de todas las naciones, familias, pueblos y lenguas. Estaban de
pie ante el trono y delante del Cordero, vestidos con túnicas blancas;
llevaban palmas en la mano y exclamaban con voz potente:
"¡La salvación viene de nuestro Dios que está sentado en el trono, y del
Cordero!".
Y todos los Angeles que estaban alrededor del trono, de los Ancianos y de
los cuatro Seres Vivientes, se postraron con el rostro en tierra delante
del trono, y adoraron a Dios,
diciendo: "¡Amén! ¡Alabanza, gloria y sabiduría, acción de gracias, honor,
poder y fuerza a nuestro Dios para siempre! ¡Amén!
Y uno de los Ancianos me preguntó: "¿Quiénes son y de dónde vienen los que
están revestidos de túnicas blancas?".
Yo le respondí: "Tú lo sabes, señor". Y él me dijo: "Estos son los que
vienen de la gran tribulación; ellos han lavado sus vestiduras y las han
blanqueado en la sangre del Cordero.
Epístola I de San Juan 3,1-3.
¡Miren cómo nos amó el Padre! Quiso que nos llamáramos hijos de Dios, y
nosotros lo somos realmente. Si el mundo no nos reconoce, es porque no lo
ha reconocido a él.
Queridos míos, desde ahora somos hijos de Dios, y lo que seremos no se ha
manifestado todavía. Sabemos que cuando se manifieste, seremos semejantes a
él, porque lo veremos tal cual es.
El que tiene esta esperanza en él, se purifica, así como él es puro.
Mateo 5,1-12.
Al ver a la multitud, Jesús subió a la montaña, se sentó, y sus discípulos
se acercaron a él.
Entonces tomó la palabra y comenzó a enseñarles, diciendo:
"Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el
Reino de los Cielos.
Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia.
Felices los afligidos, porque serán consolados.
Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.
Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia.
Felices los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios.
Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios.
Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos
les pertenece el Reino de los Cielos.
Felices ustedes, cuando sean insultados y perseguidos, y cuando se los
calumnie en toda forma a causa de mí.
Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes tendrán una gran
recompensa en el cielo; de la misma manera persiguieron a los profetas que
los precedieron.
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por
Beato Juan van Ruysbroeck (1293-º381) canónigo regular
Los Siete Grados del amor
Con todos los santos
En la vida eterna, con los ojos de la inteligencia contemplaremos la
gloria de Dios, de todos los ángeles y de todos los santos, así como la
recompensa y la gloria de cada uno en particular, en todas las maneras que
querremos. En el último día cuando, por el poder de nuestro Señor,
resucitaremos con nuestro cuerpo glorioso, nuestros cuerpos serán
resplandecientes como la nieve, más brillantes que el sol, transparentes
como el cristal... Cristo, nuestro cantor y maestro de coro, con su voz
triunfante y dulce cantará un cántico eterno en alabanza y honor a su Padre
celestial. Todos nosotros, llenos de gozo y con voz clara, cantaremos para
siempre y sin fin este mismo cántico. La gloria y felicidad de nuestra alma
brotará sobre nuestros sentidos y atravesará nuestros miembros; nosotros
nos contemplaremos mutuamente con ojos glorificados; escucharemos, diremos,
cantaremos la alabanza de nuestro Señor con unas voces que no fallarán
jamás. Cristo nos servirá; nos enseñara su rostro luminoso
y su cuerpo de gloria llevando en él las señales de la fidelidad y del
amor. También miraremos los cuerpos gloriosos con todas las señales del
amor con el cual han servido a Dios desde el comienzo del mundo... Nuestros
corazones vivientes se abrasarán con un amor ardiente por Dios y por todos
los santos... Cristo, en su naturaleza humana, guiará el
coro de la derecha, porque es esta naturaleza la que Dios ha hecho más
noble y más sublime. Pertenecen a este coro todos aquellos en quienes él
vive y viven en él. El otro coro es el de los ángeles; aunque su naturaleza
es más elevada que la nuestra, los hombres hemos recibido más de Jesucristo
con quien somos uno. Él mismo será el supremo pontífice en medio del coro
de los ángeles y de los hombres, delante del trono de la soberana majestad
de Dios. Y Cristo ofrecerá y renovará ante su Padre celestial, el Dios
todopoderoso, todas las ofrendas que jamás fueron presentadas ni por los
ángelels ni por los hombres; éstas se renovarán y continuarán sin cesar y
para siempre en la gloria de Dios.
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